4 enemigos que te impiden tomar decisiones
Tomar decisiones acertadas es todo un aprendizaje, sin embargo, existen ciertos enemigos que te impiden lograrlo.
Marta Martínez Aguirre
Alondra sintió que estaba perdida. Su hijo Agostino la miró con sus ojos grises bien abiertos: un rotundo “Dale mamá” sonó por todo su interior. Desde hace meses Alondra no puede tomar una decisión. Se levanta dos horas antes de ir al trabajo —que le queda a una cuadra de su casa— para elegir la ropa que usará en el día.
Cuando compra una mermelada, un lápiz labial, un par de zapatos o una lechuga, piensa que se ha equivocado y siente que la inseguridad se para a su lado a la hora de hacer las compras. Tampoco siente que puede tomar decisiones trascendentes.
Las decisiones que tomas a diario quizá sean tan sencillas como elegir el sabor de un yogurt, o mucho más complejas, como bautizarte en esa iglesia que sientes da respuesta a tus grandes interrogantes existenciales, a pesar de tener a toda la familia en contra. Aunque no lo creas, cada vez que tomas una decisión, en tu interior se encienden miles de emociones, recuerdos, ideas, miedos, pensamientos y voces de tu pasado que te orientan hacia un camino. Tomar decisiones acertadas es todo un aprendizaje, sin embargo existen ciertos enemigos que te impiden lograrlo:
1. Ceguera cognitiva
Mis maestros de Coaching Cristiano, Jorge y Dora, siempre me recuerdan que “Dios nos hizo con 180 grados de visión y 180 grados de ceguera”. Solo puedes observar lo que eres capaz de distinguir como algo diferente y, por otro lado, cuando sabes distinguir entre las cosas, adquieres un nuevo aprendizaje que te permite ampliar tu mirada y modificar tus acciones. Recuerda que las cosas son como las observas, no como son. Por eso, a la hora de tomar decisiones ten en cuenta esa zona que no distingues, esos aspectos que no puedes ver. Si tienes que tomar una decisión importante, pide consejo. Permite que otros te digan aspectos que tú no puedes ver del asunto. No descalifiques las opiniones de los otros, recuerda que “no hay peor ciego, que el que no quiere ver”.
2. Necesidad de “tenerlo todo claro”
Es, sin lugar a dudas, el tesorero de tu zona de confort, el aroma más tenue que derrama de su frasco el temor y te genera ansiedad por tenerlo todo claro, todo el tiempo. De este modo, la incertidumbre te angustia y no te permite tener momentos de dudas y te sientes amenazada. Aunque tu esposo te diga que ya no te es infiel, tú necesitas revisar su cuenta social, sus contactos, su historial de internet, porque si no lo tienes claro, te sientes amenazada. Es tiempo de que comprendas que para llegar a saber algo, tendrás que pasar por el no saber, y que para llegar a la luz tendrás que atravesar caminos de oscuridad.
3. No reconocer otros maestros posibles
Muchas veces la dificultad para tomar una decisión se acentúa porque crees que lo sabes todo: “no necesito que nadie me enseñe”. Entonces no dejas espacio para aceptar que otro puede ser un buen guía, un maestro experimentado. No dar autoridad a otro para que te enseñe, es anular tu capacidad de aprendizaje y negar en otro la posibilidad de mostrarte nuevos caminos. Agostino, con sus diez años, es “experto” en útiles escolares, de modo que Alondra le dio la oportunidad de seleccionarlos dentro de sus posibilidades económicas.
4. Falta de prioridades
Este es un enemigo que no sabe distinguir entre lo urgente y lo importante. Para tomar una buena decisión, necesitas asignar prioridades en tu vida. Es tiempo que desarrolles la capacidad de reflexionar, lo cual requiere tomarse tiempo, meditar y, sobre todo, ponerle un alto a la vorágine de la rapidez.
Estos son solo algunos de los enemigos a la hora de tomar decisiones, aunque seguramente hay otros que te son propios. Comienza hoy por identificarlos y actúa para que no te paralicen.
Te invito a leer El papel de las decisiones en la felicidad de tu vida