6 pasos para ayudar a tus hijos a superar un “corazón roto”
El amor es un maravilloso regalo; pero también te hace sufrir de vez en cuando; acá tienes seis pasos que te ayudarán a ser el mejor amigo de tus hijos en esos momentos duros de la vida.
Erika Otero Romero
¡Ay, el amor! Ese maravilloso regalo que viene acompañado de la locura y muchas veces es empañado por el dolor. Si repasamos nuestra soltería, ¡Recordamos cómo duele!, pero a la vez, ¡cómo ayuda a crecer! Es difícil ver a nuestros hijos pasar por el desamor. Nosotros alguna vez lo hemos experimentado en nuestra vida y sabemos que pasar por el desengaño amoroso es una de las situaciones más dolorosas, complejas de entender y de superar por las que puede pasar una persona, pero también sabemos que la compañía adecuada en el momento preciso, genera una gran paz y alivio al enfrentarnos a esta prueba que nos pone la vida.
Experimentar un “corazón roto” en carne propia, nos da las herramientas necesarias para ayudar a tus seres amados a pasar la hoja, aparte que nos renueva y nos ayuda a prepararnos para ser mejores seres humanos y compañeros de vida cuando llegue la ayuda idónea que nos hará felices por la eternidad.
Así que usa tu experiencia a favor de una buena causa y ármate de paciencia para ayudar a tus hijos a pasar esta prueba.
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Ten en cuenta que lo que más necesita un joven “herido” es alguien que le escuche, y qué mejor que un padre o madre para ser ese “hombro” en el cual desahogarse; pero no generes presión para que te cuente; deja que él o ella hablen del tema a su propio ritmo, que encuentren el momento preciso para hablar del tema; recuerda, que el que confíe en ti, es una muestra de que has sembrado una semilla de incalculable valor.
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No juzgues las razones por las que la relación se terminó. De jóvenes siempre tendemos a justificar y hallar “razones” para sufrir, y en ocasiones “encontramos” la excusa perfecta para sentirnos culpables, o culpar a la otra persona por lo que pasó. Asume una posición neutral, háblale con amor, ayúdale a comprender que las cosas, por más que uno desee que salgan bien, no siempre suceden como uno quisiera.
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Ayúdale a distraerse. No hay nada que más “ahogue” a un joven que pasa por esta situación que permanecer en casa lamentándose de lo ocurrido. Invítale un helado, a caminar por el parque, a ir de compras, o cualquier actividad que lo saque de su ensimismamiento; muéstrale que ante él o ella se abre un mundo de posibilidades de los cuales puede disfrutar cuando quiera.
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Comparte tu experiencia. Recuerda algún momento en tu juventud cuando viviste algo similar y cuéntale a tu hijo cómo lo superaste; ayúdale a que se dé cuenta de que, aunque ahora sienta que el mundo se le viene encima, el dolor pasará y siempre tendrá oportunidades de conocer a la persona correcta.
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Guarda silencio, dale su espacio y tiempo. También se presentará el momento en que no quiera saber de nada y de nadie; que lo único que quiera es estar solo y callar. No desesperes, todos necesitamos un momento a solas para reflexionar, crecer y superar los obstáculos, aunque esta situación te haga sentir impotente, en su momento eso los ayudará a apreciar las bondades que trae estar solo y pasar por esa prueba de la vida.
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Recuerda que el tiempo sana todas las heridas. En mi país hay un dicho que dice: “no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista”. Yo lo he experimentado y es cierto: la vida nos enseña que conforme vamos “creciendo” nos hacemos más fuertes y lo que hoy duele, mañana es solo un recuerdo que te ha dejado una gran enseñanza.
Tú sabes bien que ser padre es una de las tareas más gratificante y difíciles que te son dadas. Ayuda a tu hijo a ver que la vida está diseñada para darle lecciones de incalculable valor que le serán de gran valor en el futuro, todo en pro de que su existencia sea más feliz y sea más sabio en el día a día. Ayúdale a comprender que ningún dolor dura para siempre si sabe hacer las elecciones adecuadas. En este mundo estamos para ser felices, no para sufrir.