Si tu matrimonio es un campo de batalla, alza tú la bandera blanca

El orgullo es el peor enemigo del amor. Si tu relación también ha sido víctima de las discusiones muy acaloradas, debes leer este artículo.

Diana Brante Morales

A veces es muy difícil mantener la paciencia, sobre todo en el hogar. Con una jornada laboral de 8 horas, dos hijos y una casa que mantener, se vuelve difícil estar en calma cuando un problema nos agobia. En más de una oportunidad ha sucedido que algo tan minúsculo como discutir por quién debía comprar el pan, se ha transformado en una riña de altas proporciones. Gracias a Dios, siempre hemos conseguido recuperar la serenidad en el momento indicado. ¿No logras controlar una discusión con tu pareja? Aquí te dejo algunos consejos que han sido bastante útiles para nosotros:

1. Respira hondo

William Shakespeare dijo: “La paciencia es virtud de sabios”. Respira hondo, cuenta hasta mil, y luego di lo que estás pensando. Los seres humanos acostumbramos ser viscerales al momento de discutir, por lo que no pensamos en las consecuencias de nuestros actos. La mejor decisión que podemos tomar al respecto es esperar a que pase el enojo antes de reaccionar. Como dice mi madre: “Paz-Ciencia: la ciencia de la paz”.

2. Recuerda sus virtudes

La persona que está al frente es la misma de la que te enamoraste hace un tiempo atrás. ¿Qué cambió? Nada. Sólo es una faceta que pronto pasará. Nadie es perfecto, todos nos molestamos en más de una oportunidad. En vez de responder sus miradas furiosas con otras aún peores o sus gritos enfadados con más gritos, haz un cambio: mira a tu pareja con amor, háblale como cuando eran enamorados, cuando aún estabas en el proceso de conquista. ¿El resultado? Tu actitud positiva evitará que la discusión siga su curso.

3. Hazle un cumplido

Siempre les digo a mis hijos que las peleas son “de a dos”. Si decides no continuar la discusión, hazle un cumplido, dile lo bien que se ve, lo mucho que te gusta estar a su lado o lo feliz que te sientes al haber escogido a un excelente compañero de vida. Es fácil irritarse cuando se reciben ataques por cada comentario hecho, pero a nadie le nace defenderse de un piropo.

4. Deja el orgullo a un lado

El orgullo es el peor enemigo del amor; cada vez que interfiere en nuestra relación genera mucho daño. Cuando discutimos, tendemos a querer “ganar” y el orgullo no nos permite asumir nuestra parte de la culpa, por esto muchas veces perdemos más de lo que en verdad ganamos.

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5. Baja el volumen de la voz

Cuando nuestra voz refleja molestia, ira o decepción, generamos “anticuerpos” en quien nos escucha, por lo que sólo recibe una fracción de lo que decimos, y no necesariamente la mejor parte. Un tono suave y sutil, además del uso de las palabras adecuadas, provoca una recepción positiva y permite intercambiar sentimientos sinceros para terminar de discutir.

Por difícil que sea, vale la pena luchar por amor; pero luchar no siempre significa pelear, a veces luchar es sinónimo de mantener la calma, de buscar una solución a problemas cotidianos. La falta de sueño, el cansancio y el estrés generan un ambiente muy sensible a cualquier tipo de manifestación negativa, por lo que es mejor pensar las cosas dos veces antes de decirlas o hacerlas.

Intenta ser empática con tu pareja, ponte en sus zapatos y considera todas aquellas situaciones en que ha de una u otra forma te ha demostrado su amor: apoyándote, animándote, cuidándote cuando has enfermado o ayudando en los quehaceres. No olvides que una relación se construye “de a dos”, deja de lado el orgullo y permite que sea el amor quien guíe tu actuar. Un matrimonio perfecto no es aquel que no tiene problemas, sino el que los tiene y, aun así, sigue junto.

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Diana Brante Morales

Me gusta comenzar cada día como un nuevo día, darme la oportunidad de ser feliz y sonreír por las cosas básicas. Dar sin esperar nada a cambio. Siempre sorprenderme.