Así que te vas a divorciar. ¿Y ya pensaste en tus hijos?

¿Sabes lo que pasa un niño cuando sus padres se separan? ¿Has pensado en el impacto que tiene ese acontecimiento en el resto de su vida? Es tu decisión divorciarte, pero no es solo asunto tuyo.

Rafael Vázquez

Las consecuencias de un divorcio por lo general son ya de por sí devastadoras y de larga duración. Haya sido como haya sido la vida antes de la separación, el divorcio supone un auténtico duelo, como el que se vive con la muerte de un ser cercano. Quienes se hayan separado o hayan estado cerca de un divorcio lo saben bien. Hace unos días sostuve una conversación con una amiga terapeuta, a quien le agradezco el que me haya permitido compartir sus ideas y conclusiones sobre este tema, que he aderezado con mis propias convicciones.

¿Quién piensa en los niños?

Los hijos también lo viven, y casi nunca reciben las condolencias, el apoyo, el consuelo ni la asesoría que necesitan para superar la pérdida. Ellos no entienden y tampoco aceptan las razones de una ruptura en la familia. Es una realidad que los supera en todos los sentidos. De un momento a otro, uno de sus padres ya no está más en casa. Comparten con el padre ausente un tiempo limitado y en un lugar neutral, nunca en el hogar. Esas visitas le dan al niño una alegría breve y agridulce, incompleta, porque no estará el otro padre completando el cuadro original de la familia, ni siquiera durante el breve periodo de la visita.

“No les pasa nada, ni siquiera entienden”

Si el niño está en edad escolar su rendimiento académico va a reflejar su pena, pues su concentración está puesta en lo que es más importante para él: su familia, y en que no tiene ningún poder para remediar lo que ha pasado. Además, a pesar de que cada vez es más común la vida familiar fragmentada, siempre se comparan con los niños que viven con ambos padres, y ello hace que su autoestima disminuya. Los niños de padres divorciados crecen con temor, tienen dificultades para amistar. A veces se vuelven violentos con otros niños porque sienten ira (y ni siquiera saben identificar ese sentimiento). En la adolescencia se vuelven fríos y distantes para protegerse del dolor de nuevas rupturas, lo cual es injusto y cruel.

Por ello no son capaces de establecer relaciones personales sólidas, pues ellos mismos las sabotean para evitar ser víctimas de una sorpresiva ruptura y un nuevo duelo. Les resulta casi imposible fijar metas, emprender proyectos y seguir planes, pues siempre temen que algo estropee el curso de su esfuerzo. Evitan empezar para protegerse del fracaso. Las personas que crecen con seguridad saben que los riesgos siempre existen, pero los asumen. Por el contrario, quienes han crecido a la sombra de una ruptura como el divorcio de sus padres tienden a nunca asumir esos riesgos.

Tus hijos serán padres un día

Cuando los hijos de parejas divorciadas forman sus propios hogares, les acompaña el miedo de que su matrimonio se pueda derrumbar cada vez que entre ellos se presenta un problema, por mínimo que sea. No todas las parejas sobreviven a un tren de vida marcado por la tensión, el miedo y la falta de autoconfianza. A menos que exista violencia doméstica, o serios peligros que atenten contra la integridad de los niños, ningún divorcio es justificable cuando hay hijos de por medio. En todo caso, nunca se debe tomar a la ligera. Y hacerlo de este modo significa contemplar únicamente los intereses de los dos cónyuges. Se debe velar por el bienestar presente y futuro de los niños.

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Cuando una pareja tiene muchos problemas a veces se cae en la idea de que lo más recomendable es disolver el matrimonio. Pero ello genera más dolor y generalmente las parejas que se divorcian a la ligera tienen la sensación de que podían haber superado los momentos difíciles que solo generaban incomodidad, pero que ahora se ha convertido en dolor y auto recriminación por las oportunidades perdidas: “¿Por qué no hice esto o aquello cuando aún estaba a tiempo de hacerlo?”.

Es tu decisión, pero no es solo asunto tuyo

Si estás pensando en divorciarte no intentaré disuadirte nada más porque sí. Tus razones tendrás, y confío en que si has sido lo suficientemente prudente y paciente para llegar a estas líneas, es porque eres una persona responsable de tus actos. Solamente intento darte la perspectiva de los niños. Tómala en cuenta. Ellos también sufrirán, como tú. Pero a diferencia de ti, que entiendes tus propias razones, ellos requerirán mucha ayuda y quizás nunca entiendan lo que haya pasado.

Si ya contemplaste la forma más sensata de protegerlos y dedicarás todas tus fuerzas a mitigar su dolor y a darles toda la ayuda que necesiten, puede ser que te hayas dado cuenta de que nunca podrás salvarlos por completo del sufrimiento. Por eso, piénsalo muy bien y no decidas basado en el impulso de los sentimientos lastimados, porque lastimarás más de lo que sanes.

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