Cómo evité que un extraño se introdujera en mi relación de pareja
Al casarme, mi tía Emma me recomendó que no colocara un televisor dentro del dormitorio por razones religiosas. Con el tiempo, descubrí que tenía razón porque en definitiva causa interferencia en la relación.
Lucía N Martinez
El gran consejo de mi tía Emma
Mi tía Emma tiene 66 años. Nunca se ha casado ni ha tenido pareja y, por supuesto, tampoco tiene hijos. Sin embargo, eso nunca ha sido impedimento para prodigar sus consejos a todos en lo que respecta a relaciones de pareja y crianza de los hijos (así como educación, salud, religión y una larga lista de tópicos). Cuando me iba a casar, mi tía Emma no dudó ni un segundo en darme las respectivas recomendaciones que mantendrían mi matrimonio unido por siempre; entre ellas recuerdo una en particular: las razones por las que yo no debía poner un televisor dentro del dormitorio. La mayoría de ellas eran de orden religioso y, como yo no pertenezco a la misma religión que ella, no estaba de acuerdo con muchas. Así que la escuché pacientemente, pero con poca o ninguna convicción de hacer lo que ella me decía. En esa época yo no consideraba que los artefactos electrónicos podían ser enemigos de las relaciones maritales.
Algunos años después, aprendí una lección: debí haber seguido su consejo desde el principio porque, si bien no tenía nada que ver con la religión, sí tenía razón al advertirme que NO pusiera el televisor dentro del cuarto; es meter un intruso en el hogar. Éstas fueron las causas que me hicieron decidir hacerle caso a mi tía:
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Disminuye la atención hacia la pareja. Aceptémoslo, somos una generación que creció con la tele, muchos la vemos seguido, a veces nos entretiene, a veces no, pero siempre le prestamos atención, tal vez demasiada y, aunque no sea nuestra intención, podríamos distraernos tanto viendo la tele (con o sin nuestra pareja) que por verla a aquella, podríamos olvidar disfrutar del placer de la compañía de él. Evitar la televisión en la alcoba, nos ayuda a ser cónyuges extraordinarios.
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Pone en riesgo la comunicación. Solemos estar en silencio cuando vemos tele; si la tenemos dentro de la habitación, perderíamos la oportunidad de tener esas conversaciones que fortalecen la relación y te permiten seguir conociendo a tu compañero o compañera de vida. Tener una televisión en la habitación, convierte poco a poco a tu pareja en un desconocido.
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Perjudica la intimidad. Imaginen que están tratando de llamar la atención de su pareja de manera cariñosa y, al verlo a los ojos, se den cuenta de que aunque él disfruta lo que haces, de vez en cuando le echa un ojo al juego de pelota o ella a la telenovela. No sólo se enfría la cama sino que también podría iniciar la III Guerra Mundial. Es cierto: puede que no les llegue a pasar eso… o puede que sí.
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Recalienta la habitación. Todos los aparatos televisores, desde el más antiguo, hasta el de última generación, emiten calor que se concentra en el cuarto, elevando la temperatura. Incluso si tienes aire acondicionado, el calor que desprende el aparato le resta frescura al ambiente, lo cual nos hace bajar el termostato más de lo usual, elevando el consumo de energía y aumentando el gasto por electricidad.
Mi tía me habló sólo del televisor pero, en definitiva, yo te recomiendo que no le des entrada a tu cuarto (y, si puedes, tampoco al comedor), al teléfono celular, la computadora portátil, el televisor, tableta, juegos de video o cualquier otro aparato o dispositivo electrónico que pueda detraer tu interés del ser vivo que tienes a tu lado. Proponte expulsar de tu habitación cualquier objeto que atente contra la innegable oportunidad que tienes para cultivar la relación con tu otra mitad… Créeme: tu pareja te lo agradecerá.