Consejos para dialogar con adolescentes sin enloquecer en el intento
Dialogar no es imponer un punto de vista: es escuchar. Imponer vuelve la relación entre padres e hijos, una relación de poder. Escuchar une corazones y genera entendimiento.
Oscar Pech
Al principio, el bebé y la madre son una misma cosa. O al menos así lo ve el niño, dicen los expertos: el recién nacido cree que la mamá es una extensión de sí mismo. Pero hay un momento —cuando el párvulo tiene unos tres años— en que al niño le da por protagonizar grandes berrinches sin medir la audiencia, y esto es porque está descubriendo que él es él, que mamá no es suya, y que allí está un tercero, el papá. El niño necesita saber quién es él y descubrir sus límites. Entiendo que sufre mucho, por ello esa es la etapa de las grandes pesadillas y los terrores nocturnos.
Y, salvo algunas diferencias, este fenómeno —¡Ay!— se repetirá de nuevo cuando el hijo entre en la adolescencia. La mitología griega nos habla de ello, y de manera muy singular: parecería que para poder ser nosotros mismos, debemos, de manera simbólica, “matar” a nuestro padre: Edipo mata a Layo; Zeus mata a Cronos y éste, a su vez, mató a Caos.
Claro, si pudiéramos dejar solos a nuestros hijos en este periodo, todo sería mucho más sencillo. Pero lo cierto es que, en medio de esos cambios físicos y mentales, está el hecho de que tienes que dirigir a tu hijo, guiarle, ponerle límites, dialogar, cuando muchas veces él solo desea estar encerrado en su música, videojuegos, celular.
¿Cómo hablar con tu hijo? ¿Cómo tratar de dialogar con él, sin que te desesperes y pierdan ambos la cabeza? Dialogar no es imponer un punto de vista: es escuchar. Lo primero vuelve la relación entre padres e hijos, una relación de poder. Lo segundo, une corazones y genera entendimiento. Por lo mismo, permíteme darte algunos consejos para dialogar mejor con tu hijo:
Acerca de ti mismo
1. Trata de comprender
De escuchar, de recordar lo que era tener su edad, a fin de que puedas ver las cosas desde su punto de vista. No hagas como que escuchas: pon toda tu atención en tu hijo cuando te habla. Si estás haciendo algo cuando él habla, detente y escucha. Acaso para ti es agua ya corrida hace mucho tiempo, pero para él es algo vital.
2. Sé constante en enviar mensajes claros
Es un error un día prohibir algo y al siguiente, permitirlo. Ser constante es lo que te da la calidad de autoridad moral y crea una base de confianza. Es vital que haya coherencia entre lo que indicas y lo que haces: es importante dar el ejemplo para tener credibilidad.
3. No lo castigues con tu silencio
Tú eres el adulto y debes tener la madurez suficiente para no enojarte al grado de interrumpir la comunicación por días.
4. No seas autoritario
5. Evita los sermones
Termina tu mensaje con una frase que invite a la comunicación: “¿Qué piensas tú?” “¿Comprendes lo que te intento explicar?” “¿Quieres hablar al respecto?”
El ambiente
1. Crea el ambiente propicio
Y busca el momento adecuado para comunicarte con él.
2. Trata de establecer pactos
El “regateo” puede ser una forma de conversación que da mucho juego. Con adolescentes, no puedes ser obedecido en todas las cosas. El padre sabio, decide qué batallas hay que dejar perder, para ganar las que son más importantes. Como dice el dicho: “no gastes toda tu pólvora en infiernitos”.
3. Muéstrale y recuérdale siempre cuánto le amas
Cuando se ha arreglado, dile que está muy guapo. Cuando ordena su habitación sin que se lo hayas pedido, reconoce su esfuerzo de tal forma que se sienta orgulloso.
4. Evita las frases negativas
Éstas acaban con el deseo de comunicarse. Evita decir cosas como: “Si vuelves a decir eso te…” “Ya vendrás llorando cuando esto te salga mal” “Tú no entiendes nada”.
Con respecto a tu hijo
1. Acepta sus formas
La serenidad la tenemos que poner los adultos; los hijos tendrán probablemente salidas de tono, levantarán la voz o discutirán apasionadamente. No pretendas que él se ponga a tu nivel, ni tú al suyo: solo trata de entender su registro.
2. Respétalo
Trata a tu hijo adolescente con el mismo grado de respeto con el que esperas que te trate a ti. Por ningún motivo lo insultes o lo ridiculices.
3. No pierdas los estribos
Si gritas, simplemente el diálogo desaparece. Hay momentos en los que todo adolescente cree que sus padres no lo comprenden y que toda acción tiene el propósito de hacerle la vida imposible. Si la frustración te lleva a gritar, refuerzas esa percepción. Si levantaste la voz, mejor suspende la conversación para retomarla en un momento en el que te hayas calmado.
Como padre, tienes el deber de crear circunstancias de comunicación: te sugiero que organices actividades familiares, excursiones, comidas, una cena fuera, salidas solo tú y tu hijo. Es decir, momentos de comunión. Ahora, es muy probable que en esta etapa de su vida tu hijo adolescente no quiera comunicarse contigo. Está descubriendo su lugar en el mundo y quiere soledad. Sin importar tu edad, te ve viejo y obsoleto. De cualquier forma, es muy importante que le hagas saber de continuo, por diferentes medios, que tú sí deseas comunicarte con él, y que cuando él desee comunicarse contigo, allí estarás, dispuesto y anheloso para escucharle, siempre.