Cuatro consejos para ayudar a tus hijos a adaptarse a una nueva cultura y un nuevo país
El mudarse de país trae consigo estrés y altos niveles de ansiedad. Pero si los padres investigan un poco y conservan tradiciones, entre otras cosas, el tiempo de ajuste puede ser menor, y puede ser menos doloroso.
Denhi Chaney
El mudarse de país a otro con toda la familia es realmente toda una hazaña que puede traer bastante estrés. Es tanto el dolor que trae consigo, tan fuerte la sensación de desarraigo, que uno pasa por una etapa de duelo, el dolor de la planta desarraigada. Es un cambio difícil y, dependiendo del lugar en donde se tienen que mudar, puede implicar el adaptarse a una nueva cultura y hasta el aprender una nueva lengua. Todos estos cambios son difíciles, especialmente cuando hay niños pequeños y adolescentes. Personalmente sé bien cómo se siente ser niña y cambiar completamente de lugar: cuando tenía seis años nos mudamos de México a Brasil por tres años, para luego regresar a nuestra patria. El ajuste fue difícil y recuerdo haber llorado muchas noches por la ansiedad de ir a una nueva escuela, haber dejado a mis amigos y tener que hacerme de unos nuevos, y dejar de ver a parte de mi familia –especialmente mis abuelos– por tanto tiempo.
Afortunadamente, mis papás me ayudaron en esta transición y estoy segura que eso lo hizo más fácil de lo que hubiera sido sin contar con este apoyo. Ahora como adulta extraño Brasil y lo considero parte de lo que soy, y hay muchas cosas que aprendí que de otra forma no hubiera podido hacerlo. Esta es la meta de cualquier padre, que el cambio se considere una etapa de crecimiento y no algo que desearíamos olvidar. Los consejos para conseguir esto son sencillos pero ayudan a acoplarse más fácilmente.
Investigar sobre el nuevo lugar de residencia
Es importante que antes de que se muden, los padres lleven libros o artículos al hogar en donde la familia se pueda reunir para leer del país a donde van. Gracias a la tecnología, ahora es posible utilizar, por ejemplo, Google Maps, para poder ver la calle, casa, o departamento en donde van a vivir así como también la escuela a donde van a asistir los niños. Todo esto les ayudará a no solamente empezar a sentir la realidad de la situación sino también a familiarizarse con el ambiente y el lugar en donde estarán: al no ser desconocido por completo, el impacto de lo desconocido desaparece, y eso provee cierto nivel de seguridad.
Mantener tradiciones y rutinas
Es esencial que ya que hayan llegado al país de destino, procuren mantener tanto las tradiciones familiares, como las rutinas a las que los niños están acostumbrados. Por ejemplo, si una tradición es comer huevos todos los sábados seguir haciéndolo, si los niños están acostumbrados a hacer manualidades todos los martes como parte de su rutina es importante seguir haciéndolo. Esto provee estabilidad ante tantos cambios.
Mantener contacto con familiares y amigos
La tecnología con la que contamos hace esto mucho más fácil por medio de la telefonía por internet, chats, correo electrónico y otros medios con los que podemos comunicarnos gratuitamente con nuestros seres queridos y así mantener la relación. Esto ayuda a que los niños sientan una cercanía a la familia que dejaron y no asocien el cambio con la razón de perder esta cercanía.
Involucrarse en las actividades del país
Aunque es importante crear un sentimiento de hogar en el país de destino, no es bueno quedarse encerrados en casa por miedo de salir. Es importante ir a conocer e intentar relacionarse con la nueva cultura y lenguaje. Es importante llevar este paso con calma y entender las necesidades de cada miembro de la familia.
Aunque cada cambio es definitivamente difícil, y necesitará tiempo para acostumbrarse y acoplarse, estos sencillos consejos pueden ayudar que la transición sea más fácil, y que el tiempo en que les tome acoplarse sea mucho más corto. Es importante recordar que todo esto funciona acompañado de paciencia por parte de cada uno de los miembros de la familia, donde principalmente los adultos hagan un esfuerzo por comprender el nivel de estrés y ansiedad de cada niño. Cuando buscamos entender y sobrellevar esto con paciencia, el niño se sentirá más cómodo en hablar de lo que sienten y el cambio será menos estresante para todos los familiares. Sí, adaptarse a una nueva cultura, comida, clima, lenguaje, a veces tomará buenas dosis de tiempo y dedicación, pero al final siempre valdrá la pena.