¿Debo cambiar para complacer a mi esposo?

Nunca se llega a estar cómodo con ser aquello que no somos, con aquello que no funciona de forma natural. ¿Debo cambiar para complacer a mi esposo?

Diana Cantor Martinez

Para María Fernanda el matrimonio y los hijos no formaban parte de sus planes. Trabajaba como directora comercial en una firma dedicada a comercializar ropa masculina, por lo que el ochenta por ciento del personal a su cargo eran hombres. Conocía de cerca el lenguaje masculino frente a las relaciones afectivas y probablemente esto la llenaba de inseguridad. En silencio guardaba el temor de no llenar las expectativas de algún hombre.

María Fernanda era una mujer alegre, espontánea, y relacionarse con ella resultaba sencillo. Pese a tener un cargo directivo, era una mujer muy accesible y cálida. Sin embargo, no era la más glamorosa de la oficina, pues su forma de vestir era sencilla y su mismo trabajo le exigía ser muy dinámica, por lo cual siempre lucía jeans y zapatos cómodos.

Varios compañeros de trabajo la pretendían, y con serias intenciones. Entre ellos Alexander, quien era socio y revisor fiscal de la compañía. Contra todo pronóstico Alexander logró ganarse el amor de María Fernanda y, pasado un tiempo, se casaron. Ambos continuaron trabajando la para misma empresa.

Con los meses todos empezaron a notar un cambio en ella, principiando por su forma de vestir: ahora llevaba vestidos, accesorios y zapatos altos, con los cuales se veía más incómoda que elegante. Ya no lucía tan alegre y jovial. Todo el mundo atribuía el hecho a que en realidad María Fernanda no había nacido para el matrimonio y que no era feliz. Los problemas en su vida conyugal no se hicieron esperar: María Fernanda todo el tiempo estaba cansada y molesta, y Alexander se resentía porque ya no sabía qué más hacer para que ella fuera feliz.

Un domingo, sentados en el sofá, empezaron a conversar. Especialmente, Alexander quería llegar al punto de quiebre de la relación, quería saber si María Fernanda lo amaba y si valía la pena luchar por ese amor. Ante sus preguntas y temores María Fernanda le abrió su corazón mientras le decía: “Alex, te amo, no te imaginas cuánto, pero mis temores se hicieron realidad, ¡yo no cumplo con tus expectativas!, no estoy a tu nivel, necesito dejar de ser yo misma para complacerte y encajar en tu vida, y eso me hace muy infeliz”. Alex la abrazó mientras le decía: “Perdóname, sin querer quise que fueras lo que no eres, quiero de vuelta a la mujer de la que me enamoré y que a ti te hace feliz”.

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La clave es seguir siendo tú misma

Muchas mujeres, en su afán por conquistar cada día a su esposo, terminan siendo lo que no son, en ocasiones motivadas por sus mismos esposos y en otras porque suponen que haciendo algunos cambios lograrán conquistar nuevamente el corazón de su marido, a costa incluso de su propia comodidad y satisfacción personales.

Ante ello, hay que tener en cuenta que el crecimiento y evolución de las personas deben estar armonizados con la esencia de cada uno, o de lo contrario va a parecer postizo y nunca se llega a estar de verdad cómodo con ser aquello que no se es, con aquello que no funciona de forma natural.

La clave es que sigas siendo tú misma. Piensa, por un instante, en la mujer que eras cuando tu esposo se enamoró de ti: tu forma de ser, si eras alegre o más bien melancólica, optimista, paciente, frágil, fuerte, con un gran carácter. ¿Cómo eras? Como quiera que fueras, eras tú y no necesitaste hacer esfuerzos adicionales para que él se fijara en ti.

Con relación al aspecto físico, Ana Von Reveur, en su libro Quién entiende a los hombres, menciona que: “No necesariamente hay que ser una mujer delgada o con una figura perfecta para reconquistar a un hombre, tan solo hace falta conservar el color del cabello y la contextura del cuerpo que tenías cuando él se enamoró de ti; es probable que parezca una teoría superflua, pero algo de cierto tiene, por lo que no la descartes del todo.

Si haces algún cambio, que sea motivado por tu propio deseo de crecer y no por agradar a los demás, pues esos cambios nunca dan buenos resultados. Finalmente, sin darte cuenta, con el paso de los años puedes perder tu esencia. No necesitas cambiar para complacer a tu esposo, tan solo ser tú misma, que fue de esa persona de la que él quedó prendado.

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Diana Cantor Martinez

Hay un momento de la vida en que descubrimos que necesitamos un cambio para poder avanzar y crecer reconoce el momento y no pierdas la oportunidad.