El día que tuve un hijo comprendí a mi madre
Si te identificas con esta frase, te invito a leer y a reflexionar. El día que tuve un hijo comprendí a mi madre.
Laura Abbott
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“El día que seas madre lo entenderás”; sin duda habrás escuchado esto alguna vez. Todas las madres la dicen en algún momento. Suena a frase hecha, a lugar común, pero no lo es. Y no es que venga incorporada en el software de ser madre. A decir verdad, es demasiado cierta y si eres madre lo comprenderás hoy, o tal vez mañana.
“Ser madre te cambia la vida para siempre”
Sí, otra frase hecha, que tampoco es mentira. Lo habrás sentido el primer día en que tuviste a tu niño entre tus brazos y lo habrás corroborado una y mil veces mientras lo veías crecer.
Todos los hijos esperan ser comprendidos y no tienen demasiado interés en comprender a sus padres. Esto es casi ley de vida. Pero el día que ocurre el milagro y que por fin puedes ponerte en los zapatos de tu madre, todo lo escuchado hasta el cansancio adquiere otro sentido. Mira si no:
No saltes en la cama
Este ejemplo puede derivar en muchos, como en todas esas frases que nos provocaban agobio en nuestra infancia (“Mira por dónde caminas”, “Bájate de ahí, que puedes caerte”, “No toques eso”, etcétera). En el ímpetu por conocer el mundo y divertirte sentías que estas palabras te aguaban la fiesta, mas hoy comprendes que no era esa la intención, sino que solo mamá quería cuidarte para que no te lastimaras, que simplemente marcaba un límite para alejarte del peligro.
Ahora no, estoy cansada
Veías a tu madre como la heroína proveedora de todas tus demandas y tú mismo, en la infancia, pocas veces conocías el cansancio. Entonces no entendías porqué tenías que esperar. Hoy sabes que ser madre es un trabajo de 24 horas, al que se le suman muchos otros trabajos; que la energía se te acaba y, aunque tengas por tu niño un amor infinito, tu voluntad para responder a sus pedidos no lo es. Ahora entiendes que esta frase no es dicha por mala voluntad, solo responde a un límite humano real.
Lo entenderás cuando seas mayor
A nadie le gusta que le digan que no es lo suficientemente maduro para algo. Y tú lo tomabas como una injusticia. Y, tal vez, en ese momento no podías entender que tu madre estaba preservando tu pureza alejándote de información que no necesitabas en ese período de tu vida. Te estaba cuidando para que no te saltaras etapas y vivieras la vida al ritmo adecuado. Ahora que cruzas los dedos para que tus niños no te vengan con preguntas difíciles de contestar entiendes que no tienes todas las respuestas o que, muchas veces, preferirías no responder.
Ponte un abrigo
¿Para qué?, si es estoy bien así. ¿Qué manía tienen las madres en ver abrigados a sus hijos? Y en plena adolescencia, cuando te sentías fuerte y estupenda con tu vestimenta, venía tu madre con toda clase de implementos como si fueras a salir a la nieve y la odiabas porque arruinaba tu look. Ahora que entiendes el concepto de estar enfermo, y lo que implica despertarte varias veces en la madrugada para suministrar un remedio, sabes que ninguna madre quiere que sus hijos se enfermen y que el mejor remedio es la prevención.
Estos son pocos y algunos ejemplos de lo que te costaba entender en tu infancia y adolescencia; habrá muchos más en los que puedas reflexionar recordando lo que tu madre te decía y hacía. Hoy, cuando a ti te toca ocupar ese rol ojalá logres comprenderla de otra forma. Acércate a tu madre para sanar aquello que no comprendías y para entender que en la maternidad muchas veces te tocará ser la que limita, la que arruina la diversión y la que (desde la mirada de nuestros hijos) no sabe comprender. Pero, ten en claro también que será para proteger, limitar y direccionar a las personas más importantes de tu vida. Hoy muchas veces te toca ser el ogro de la historia, pero si lo crías con amor no tengas duda de que en el futuro serás el hada bienhechora. Con el pasar del tiempo y si continúas haciendo bien las cosas sabrán agradecerte con creces todo el trabajo que hiciste por amor.