El límite entre mis necesidades y las de mis hijos.
¿Los padres deben pagar la universidad de los hijos, o son estos los que deben costearla? ¿Es necesario que los padres vean únicamente por su vejez, o el futuro de los hijos debe ser prioridad?
Myrna del Carmen Flores
Cuando mis hijos eran pequeños, trataba de darles el mayor tiempo y la mejor atención posible de la que yo era capaz. En ese tiempo una amiga me dijo: “Tus hijos no deben ser tu prioridad. Tienes que pensar en ti misma primeramente. Son pocos los años que los disfrutas; entrando a la adolescencia, ya ni siquiera se te acercan”.
Reflexioné sobre ese punto por algunos días. Luego, decidí que si eran tan pocos los años que mis hijos estarían cerca de mí emocionalmente, daría todo por disfrutar cada momento con ellos. Dentro de mis deficiencias, intenté hacer lo que estuviera a mi alcance para que sintieran cuánto los amaba. Aunque ellos no lo llegaran a agradecer, yo tendría la satisfacción de haber hecho las cosas de la mejor manera que me fuera posible.
Pasó su adolescencia, con todas las dificultades que de ella se derivan. Sin embargo, de una manera u otra continuaron cerca de mí física y afectivamente. Por supuesto con las bajas y altas de toda relación.
Actualmente son jóvenes universitarios, que dedican su tiempo, como todo muchacho, al estudio o la convivencia con sus amigos. La mayor parte del tiempo estamos fuera de casa, por las distintas ocupaciones de cada uno de nosotros. No obstante al llegar, sigo sintiendo la unión de mi familia.
Hace unos días, volví a escuchar la misma idea de otra amiga cercana. Esta vez el consejo fue para mi vejez. Decía que entre todos los hermanos tenían que pagar una enfermera que se ocupara de sus padres que viven en otra ciudad. “Imagínate, si nosotros que somos muchos, batallamos; cómo será cuando los hijos son sólo uno o dos. Será difícil para ellos; por eso uno tiene que ver por uno mismo” —y luego concluyó—: “Ellos tienen que pagar sus gastos universitarios”.
Sigo considerando sus palabras, y me pregunto hasta qué punto es necesario ver por uno mismo. Hacer que ellos mismos se paguen su carrera universitaria para poder ahorrar para un futuro incierto.
Para responder a esa pregunta, primero tuve que contestar algunas otras:
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¿Realmente mis hijos valoran lo que se les está dando?
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¿Son buenos estudiantes y van a saber responder al reto que se les presenta?
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¿Están dispuestos a dar prioridad a los estudios?
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¿Soy capaz de pagar sus estudios y al mismo tiempo seguir ahorrando para mi vejez?
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¿Realmente ellos desean tener una carrera universitaria, o son mis ilusiones las que los envían a iniciarla?
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¿Qué será necesario sacrificar para poder hacerlo?
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¿Estoy consciente que ellos se irán, a pesar de todo?
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¿Mi hijo tiene habilidades que lo pueden ayudar en su vida, sin la necesidad de asistir a una universidad?
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¿Tienen la posibilidad de hacerlo por ellos mismos?
Nadie puede adivinar el futuro. Las ideas de mi amiga son reales. No sabemos cómo será nuestra vejez y qué tipo de desafíos traerá consigo. Pero debemos considerar el futuro de nuestros hijos de la misma manera. Cada vez son más difíciles los retos que se presentan, por lo que ellos deben estar preparados para enfrentarlos. La decisión final debe ser tomada en familia, tomando en cuenta cada una de las posibilidades, pero tengo la impresión de que quien sólo piensa en sí misma, al final tendrá que ver para sí misma, y quien es generosa con su descendencia, tiene más probabilidades de transmitir esa generosidad a sus hijos y nietos. No lo sé con exactitud. Tú, ¿qué opinas?