El precio a pagar y a cobrar con tus hijos es el amor

Si te miras severamente no podrás ver las grandes cosas que les das con amor a tus hijos. Focalízate en dar con amor, eso será siempre lo que esperan y lo que recordarán.

Johana Barbeito

Con seguridad te has preguntado más de una vez si eres una buena madre.

Si haces lo suficiente para encauzar la vida de tus hijos. Más de una vez te habrás visto en el centro de una situación que no tuvo el resultado esperado, y como consecuencia te has apresurado a auto incriminarte, a sentirte culpable por no cubrir ciertos aspectos cotidianos (como estar más tiempo presente, o conversar más con tus hijos); pensando la mayor parte del tiempo en cosas que no has hecho, o que podrías mejorar. Ese sentimiento, esa mirada hacia ti es severa, y solo te lleva a ver errores y cuestiones negativas, que no ayudan en tu crecimiento como madre. Hay quienes, sin embargo, pueden auxiliarte con una mirada un poco más completa y sincera: tus propios hijos.

Es probable que por las noches pienses en cómo te gustaría escuchar más a tus hijos, en cómo ser más tolerante con sus travesuras, en cómo no dejarte sobrepasar por la impaciencia, la que más de una vez te llevó a levantarles la voz o a angustiarte. Pero, ¿te has puesto a pensar en las tardes que comparten una lectura?, ¿recuerdas esos minutos de charla que tuvieron antes de llegar a la escuela? Son todos momentos que los niños conservan en el interior de sus corazones, y es de los primeros recuerdos que afloran a la hora de pensar en ti.

Por ello debes de observar más allá, y empezar a mirar las cosas que nunca ves, a prestar más atención a tus acciones que dejan huellas alrededor. Es la visión de tus hijos, la más pura y sincera, la que te llevará hacia otro horizonte, porque examinan y dictaminan con el corazón. Los niños valoran las pequeñas cosas, piden tan solo amor, y ten por seguro que todo lo que venga acompañado de este sentimiento será recibido por ellos como lo mejor. Con sus observaciones aprenderás y entenderás lo que es realmente valioso en el día a día.

Así que es hora de detenerte un poco, mirarte y ser más tolerante contigo misma: lo que hacemos con amor no merece ser evaluado con la misma puntuación que un examen de literatura o el ingreso a una carrera profesional, mucho menos llegar a la descalificación que implica la culpa. Sobre todo cuando sabemos que no hay un manual que te indique cómo ser mejor madre, y mucho menos un guión predeterminado sobre cómo se responde ante ciertas situaciones. Solo eres tú en el buen intento de ser mejor madre cada día. Y es preciso recordar que son muchos los factores los que influyen en el quehacer diario: tus fuerzas, tus ánimos, el tiempo y cualquier circunstancia que se presente, no siempre depende de uno. Aun así es preciso recordar que:

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  • Una autocrítica negativa solo puede convertirse en tu peor enemiga. Es un factor que te conduce a la depresión, con lo cual, sin duda, no llegarás a ser lo que se dice “una buena madre”.

  • Todo lo que se hace con amor se recibe y se recuerda con amor.

  • Los más pequeños no examinan más que con la vara del corazón, y valoran hasta la mínima acción. Por ello, lo más importante es dar con amor, siempre.

  • Es importante identificar cuáles actitudes o acciones evaluar, y cómo hacerlo. Es mejor concentrarte más en la acción que en el pensamiento negativo de culpa. Por ejemplo, si piensas que es necesario más diálogo con tus hijos, pues bien puedes ver la forma de hacer un espacio de comunicación en la semana o en el día a día, y de allí enfocarte en lograrlo.

  • Puedes buscar ayuda, ejemplos de vida, vivencias de otras madres; todo ello te ayudará a buscar tu propio camino. Toma de ahí los ingredientes que te hagan falta para la receta que nutrirá tu propia vivencia, porque de seguro te dará la vitalidad para ser esa madre que deseas.

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  • Y finalmente, somos buenas tanto como deseamos serlo. ¿Cómo saber si estamos en el camino correcto? Si le pones el corazón, si todo lo que haces es con amor y con anhelos de que sea para bien, vas rumbo al éxito.

Nuestros hijos, después de todo, únicamente necesitan amor, acciones que nazcan con ese sentimiento. Ellos absorben todo lo que se les brinda y lo valoran con otra escala, lo ven desde su inocencia y pureza; es la valoración que de verdad cuenta. Aprende de tus pequeños, ellos pueden enseñarte lo que vale la pena. Vive y disfruta los momentos que vives con tu familia, con tus niños; esmérate en dar con amor todo lo que tengas para dar.

Veo, veo, ¿qué ves? Una madre que actúa con amor, que desea lo mejor para su familia y que lo consigue, no obstante que a veces no logre verlo. Ellos, tus hijos, sí lo ven y lo valoran más de lo que imaginas. ¿No me crees? Pregúntales y te llevarás una grata sorpresa.

Otro artículo que puede ayudarte a este respecto, La brillante carrera de la crianza de los hijos. Mira, además, este video y descubre cómo se han sorprendido otras madres al oír a sus hijos, http://www.upsocl.com/comunidad/estos-ninos-finalmente-dicen-lo-que-piensan-de-sus-madres-la-reaccion-de-ellas-invaluable/#

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Johana Barbeito

Johana es mamá de dos niños de seis y dos años. Actualmente está estudiando una Licenciatura en Comunicación Social.