El temor tiene cuerpo y rostro. Ponle nombre y supéralo

El temor puede ser un obstáculo en las relaciones interpersonales, y aprender a superarlo es parte de la victoria.

Marta Martínez Aguirre

Genoveva tiró de un golpe seco los cubiertos sobre la mesa, harta de que su marido viniera tarde a almorzar. Puso el guiso a recalentar por tercera vez. “¡Estoy harto, una más y me voy de la empresa, son todos unos incompetentes, estoy furioso!”, gritaba Óscar. “Seguro se lo regaló el amante, ella no gana tanto dinero como para tener ese automóvil. ¡Me da una envidia!”, comentaba Amalia a su compañera de oficina. Genoveva, ¿está enojada?; Óscar, ¿furioso? y Amalia, ¿tiene envida? Sí y no. Lo que quiero decir es que los tres están traspasados, de lado a lado, por el temor.

Déjame que te lo muestre con claridad: Genoveva teme que él la engañe, que haya dejado de amarla, que sea mentira que estuvo en la fábrica haciendo horas extras. Teme que una compañera del trabajo sienta la pasión que ella ha dejado de sentir, y lo seduzca. Óscar, por su parte, está furioso porque volvieron a equivocarse en la empresa y él es el superior a cargo. Cada vez que algo sale mal, debe dar la cara. Y no, no tiene furia, tiene miedo a ser despedido, que sus superiores lo vean como un inepto, que lo reemplacen por alguien más joven. Y Amalia también tiene miedo, pero de que la vean como una perdedora que no ha logrado mucho en la vida; se ve inferior a sus compañeras y teme que piensen que ella nunca conquista nada, que se esfuerza y no ve los resultados.

El temor infunde furia, enojo, envidia, preocupación, angustia y tantos sentimientos negativos que hacen daño. Es imposible vencer el temor si antes no reconoces su respiración sobre la nuca. Al temor hay que ponerle nombre; Genoveva, por ejemplo, podría preguntarse, “¿Por qué, cada vez que llega tarde mi esposo, pienso que me engaña?”. De entrada, reaccionaría de otra manera cuando éste llega tarde y no le cree. Eso ayudaría a que él no sintiera ganas de seguir tanto en la fábrica, y deseara pasar más tiempo con ella. Cuando Genoveva reconozca sus temores estará lista para empezar a superarlos.

Mientras tanto queda la parálisis y la proyección sobre el otro. El temor puede ser una gran herramienta para conocerte, pero es necesario que aprendas a mirarle de frente. ¿Te pasa como a alguno de ellos?:

Acepta tu fragilidad

Saberte vulnerable no te hace menos persona, inmadura o insegura. Para librarte de él debes aceptar que sientes miedo y darle nombre, “No estoy furiosa porque mi compañera sacó mejores notas, tengo miedo que con mis calificaciones no consiga una beca. Debo esforzarme”.

Advertisement

Identifica tu miedo

Pregúntate qué es lo que te asusta: el rechazo de otros, la soledad, el desempleo, la burla, la tristeza.

Verbaliza tu miedo

Al expresar tus temores permites que la otra persona comprenda tus sentimientos y el saber por qué reaccionas de ese modo. Podrías expresar algo así, “Cuando pasas tiempo fuera de casa temo que conozcas a alguien y me dejes”. Al poner en palabras tus temores permites que el entorno te comprenda y sepa cómo ayudarte.

No actúes tu miedo

Es decir, no digas o hagas cosas que ofenden; trata de calmarte una vez que lo reconoces y tómate unos minutos para actuar asertivamente.

Analiza tu propia película de terror, y captura tu propia pre-cuela

1. Registro de la amenaza

2. Reacción de temor

3. Respuesta interna a esa reacción

siempre que sientes miedo se da la triple secuencia de las R:

  1. Registro de la amenaza(lo que temes).

    Advertisement
  2. Reacción de temor(cómo lo actúas, gritas, te paralizas, huyes).

  3. Respuesta interna a esa reacción(cómo te sientes frente a esa reacción: vergüenza, humillación, desesperación, tristeza).

¿Desde dónde surgen esas emociones?

Desde la infancia, la adolescencia o en alguna circunstancia de tu pasado.

La película de Genoveva podría ser la siguiente: 1. Su esposo puede conocer otra mujer, 2. Se enfurece y tira los cubiertos y 3. Siente impotencia y desesperanza. La mayoría de los temores tienen sus raíces en el pasado; tal vez Genoveva desde muy niña tuvo miedo a ser abandonada y de este modo se aferró a su esposo, sin haber trabajado esas emociones heridas.

El temor tiene rostro de niño y puede ser superado. Para todas las pre-cuelas hay una única solución, darle amor. Empieza hoy a trabajar sobre tus temores y vislumbra tu bienestar. 

Advertisement
Toma un momento para compartir ...

Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: