El verdadero amor no corre por cauces de violencia

La peor violencia no es la que condenamos, sino aquella que se esconde en los usos y costumbres, esa que vemos como normal.

Yordy Giraldo

Hace tiempo leí un mensaje que se hizo viral en las redes sociales. Es la respuesta de una madre al empleado de la recepción del hospital infantil donde llevó a su hija de cuatro años. Resulta que un niño de la misma escuela golpeó a la pequeña tan fuerte, que requirió puntos de sutura para cerrar la herida.

Y es que al enterarse de lo que había pasado, el comentario del trabajador fue que seguramente el chico lo había hecho porque “le gustaba” la niña. A lo que la madre contestó en Twitter: “Estoy segura que usted no piensa a fondo lo que dijo; en cuanto lo escuché supe que es ahí donde comienza”.

No le falta razón. La idea de que el amor y los golpes van de la mano es añeja. Las imágenes de hombres de las cavernas golpeando mujeres para hacerlas suyas, o frases como “quien bien te quiere te hará sufrir”, no nos son ajenas. Lo peor es que somos nosotros quienes las fomentamos cuando a los pequeños les hacemos ver como normales este tipo de conductas; las relacionamos con personas apasionadas como si el amor debiera doler, cuando en realidad nada hay más alejado del amor que esto.

Educar a nuestras niñas con la idea de que las agresiones son normales y, a los niños, en la mentalidad de que ellos no tienen la culpa porque simplemente están respondiendo a alguna provocación, es lo que ha llevado a que la violencia siga siendo parte de nuestras vidas.

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Formas en que puedes estar fomentando la violencia

1. Si dejas que te peguen, te las verás conmigo

Es típico que los padres amenacen a sus hijos varones con castigo si se dejan golpear por otros niños. De esta manera, los animan a ser ellos quienes den el primer y definitivo golpe.

2. Pasar por alto actos de violencia

Fomentamos la violencia cuando la pasamos por alto al presentarse y, encima regañamos al agredido por reaccionar emocionalmente, por ejemplo, llorar o “hacer drama”.

3. Justificar los actos violentos

Como el caso que inspiró estas líneas, en que a una niña golpeada se le dice que la golpearon porque le gusta al agresor.

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4. Te pego por tu bien

Muchos son los padres que usan este argumento cuando golpean a sus hijos, haciéndoles creer que les pegan porque son buenos padres.

5. Te pego porque puedo

Hacer aparecer la violencia como sinónimo de persona fuerte, poderosa, dueña de la situación, provocará que los niños golpeen para tener ese poder.

Bien educar es una de las labores más titánicas se pueden enfrentar. Es una lucha constante entre el deseo de consentir al hijo y hacer lo correcto. Un quehacer diario que requiere entrega, pero sobre todo constancia porque de ella depende el éxito de una buena formación.

Los niños son como esponjas, todo lo que escuchan —sobre todo si lo decimos una y otra vez—, lo absorben y asumen como parte de su personalidad. Por ello debemos tener cuidado de aquello que les decimos, pues podemos estar educando a un hombre violento y la peor violencia no es la que condenamos, sino aquella que se esconde en los usos y costumbres pues ésta es la que vemos como normal, la incentivamos y justificamos nosotros mismos.

Finalmente, te invito a ver este interesante vídeo: ¿Qué haría tu hijo si le pides que él le pegue a una niña?

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Yordy Giraldo

Yordanka Pérez Giraldo, Cubana de nacimiento, mexicana por elección.