Emigrar, ¿es para ti?
En todo ser humano yace el deseo por explorar otra forma de vida, pero a medida que vivo la experiencia me convenzo que emigrar no es para todos y más que cualquier cosa se necesita tener fortaleza espiritual, para no desfallecer en el camino.
Diana Cantor Martinez
No pocas personas hoy en día contemplan la posibilidad de emigrar a otros países con serias intenciones de radicarse y hacer una nueva vida. Hace algunos meses escribí un artículo que titulé: ¿Cruzarás la frontera para conquistar un sueño? No regreses sin lograrlo. La historia de una gran amiga, que vive en Australia desde hace más de cinco años, me sirvió de inspiración para dar algunos consejos a quienes querían vivir en otro país. Sin embargo en este nuevo capítulo, hablando de emigración, quiero hablarles desde mi propia experiencia.
Escondido en algún rincón del corazón de todo ser humano yace el deseo de explorar otra forma de vida, pero a medida que vivo la experiencia me convenzo que emigrar no es para todos y que más que cualquier cosa se necesita tener fortaleza espiritual, de donde nace el coraje y la valentía que se necesitan cada día, para no desfallecer en ese camino que, aunque voluntariamente se ha elegido, no es fácil. Para saber si emigrar es para ti, considera los siguientes puntos:
1. La edad limita las oportunidades
Cuando se emigra, la edad puede ser un factor determinante para que el proceso sea exitoso. En mi opinión personal, entre más avanzada sea tu edad, más difícil será. Con los años construimos vida, familia, amigos, experiencias, nos sentimos mucho más arraigados e identificados con nuestro lugar de origen y dejar todo eso de la noche a la mañana implica un gran duelo que combatir que, en muchos casos, no se supera y finalmente después de una lucha interior se opta por el regreso.
2. Con quién se emigra y a quién se deja
Si emigras con tus seres queridos el proceso de adaptación será más rápido y menos traumático. El amor y el apoyo mutuo los lleva a superar los desafíos que conlleva la experiencia. Por el contrario, viajar solo es ya en sí mismo un desafío, especialmente si se emigra a países donde no se habla la misma lengua de origen y donde no se domina el idioma. Con este agravante las posibilidades de contacto se vuelven mínimas. La persona puede terminar inmersa en un mismo círculo, por lo que la monotonía y la soledad pueden ser agobiantes. También puede llegar a golpearse un poco la autoestima al sentirse decepcionado por no poderse involucrar rápidamente a la nueva cultura.
3. A dónde se emigra
El destino también determina un poco el éxito del proceso de emigración. En los países con estaciones donde en verano el calor puede llegar a ser insoportable y el invierno demasiado frío, la salud puede verse afectada. Y si ya es difícil cuidar de uno mismo cuando estamos saludables, cuando nos enfermamos y que no tenemos a nadie con quien contar el malestar también debilita nuestra alma.
4. ¡Prepárate para emigrar!
Mientras empacas la maleta y piensas qué cosas necesitarás para el viaje, te aseguro que lo más importante de todo será prepararte emocionalmente.
5. El idioma suele ser una limitante
Definitivamente y sin lugar a dudas, si te da tiempo antes de viajar, debes prepararte con el idioma. Tal vez no logres tener un nivel avanzado, pero sí debes saber lo suficiente para poder interactuar en conversaciones sencillas. Aprende un poco sobre el vocabulario de la comida, a la hora de hacer las compras se puede estar en verdaderos aprietos. Te sugiero que busques en la web una aplicación para traducir o un diccionario bilingüe y lo instales en tu celular, es de gran ayuda.
6. Los remedios contra la soledad
De todas formas, solo o acompañado la soledad será un tópico que tendrás que enfrentar. Mientras preparaba mi equipaje, sentía que todo lo que necesitaba no me cabría en dos maletas. En efecto, en las pruebas de peso del equipaje que realice en mi casa me pasaba de kilos, así que preferí sacar algo de ropa y zapatos pero mis libros se quedaron y esa fue la mejor elección que pude hacer. Un libro es una gran compañía en tiempos de soledad.
7. Únete a una comunidad
Otro consejo que me parece útil, es que después de un corto periodo de adaptación, busques una comunidad. Puede ser de tu país o religiosa, es una forma de conocer personas que pueden apoyarte en tu proceso de inmersión a la nueva cultura. Ellos sabrán revelarte los secretos de la ciudad y hasta aconsejarte en cuanto al funcionamiento de la burocracia del país. Arriésgate aunque no tengas con quién. Prueba viajar en tren o a ir en un bus de una ciudad a otra. Con mi escaso inglés fui a visitar dos amigos desde New Jersey a Washington, debí tomar el tren por una hora y luego un bus por cinco horas, fue una experiencia maravillosa que me hizo sentir capaz y viva.
8. La fortaleza espiritual
La última de mis recomendaciones y la más valiosa para enfrentar la soledad es la fortaleza espiritual. Sentir que no estás solo a pesar de tu soledad física, sentir que tienes un ser supremo y maravilloso, que te acompaña y cuida tus pasos a cada instante. Invita a Dios para que se una a ti en esta nueva travesía y mantén con él una comunicación constante. Encuentra en este artículo otros recursos que te ayudaran a enfrentar la soledad Combatiendo la soledad emocional.
9. Otras recomendaciones
Conoce sobre el sistema de dinero que maneja el país a donde viajas. No me refiero a que sepas si se maneja el dólar o el euro, me refiero a que sepas cuántas denominaciones de billetes y monedas manejan y sus valores. Una frase muy recurrente de mi madre “a la tierra que fueres haz lo que vieres” me sirve para hablar un poco acerca del comportamiento: siempre respeta las leyes y las normas del país, se respetuoso con todo lo que para ellos es importante.
Este es un tiempo de aprendizaje, ¡es como volver a nacer!, todo es nuevo para ti, tu actitud no solo debe ser de apertura, sino además de humildad, tolerancia y paciencia. Por un tiempo debes aceptar tranquilamente y sin resistencia que existen muchas cosas que te faltan por aprender. La novedad pasa pronto y empieza a emerger el duelo que debes superar por todo lo que dejas atrás, así como enfrentarte a nuevos aprendizajes. Mira siempre tu horizonte, pero aún cuando en ese horizonte contemples regresar, solo agradece a Dios por la experiencia y recuerda que eres de donde es tu corazón.