¿Eres un papá bueno, o un buen padre?
¿Eres de esos padres complacientes y consentidores, fáciles de manipular? Infórmate sobre la importancia de la disciplina y la corrección a tiempo.
Shaysiu García
En una ocasión, me encontraba en la sala de espera de un consultorio junto con otros pacientes que esperaban por ser atendidos también. Típico que en una fila, o en algún lugar mientras esperas por algo, converses con las personas que allí se encuentran. Así comenzó una conversación sobre los padres e hijos, un tema general sobre la familia. El señor que inicio la conversación dijo que en ningún lado enseñaban a ser padres, que no existía una escuela que te enseñara a serlo.
Su comentario llamó mi atención. Tal vez esté en lo cierto en cuanto a que no exista una escuela para padres, pero sí existe un manual que tanto a ese padre, como a muchos, puede guiar a una buena educación de los hijos. Ese manual es la Biblia, la palabra instruida por Dios. Tal vez tú como madre o padre, desconoces esto, quizás piensas que como es la Biblia, se trata solo de Dios. Pero lo que tal vez no sabes es que en ella puedes encontrar diversos temas de todo lo que conforma la vida. Dios que te creó, conoce exactamente cada área y aspecto de tu vida y desea guiarte en cada una de ellas.
Tu posición como padre
Como padre, te encuentras en una posición difícil muchas veces. En tu mayor esfuerzo por ser el mejor, quieres darle todo lo que tuviste y hasta lo que no. Buscas complacerlos en todo cuanto puedes. Y por amor hasta le perdonas y dejas pasar algunas malcriadeces, incluso ofensas. El perdonar está bien, pero ¿hasta qué punto estás dejando pasar las necedades de tu hijo? ¿Te has vuelto cómplice de sus malas actitudes? ¿Sabes decir que no en algunos casos o tu hijo te chantajea fácilmente?
Es cierto que tratar de corregirlos y disciplinarlos no es nada fácil, sin embargo, el libro de Proverbios en específico aconseja a los padres a hacerlo cuando sea conveniente. Algunos de esos versos dicen lo siguiente:
“El que no aplica el castigo aborrece a su hijo; pero el que le ama le corrige oportunamente” (Prov. 13:24).
“Corrige a tu hijo mientras haya esperanza, mas no se altere tu alma para destruirlo” (Prov. 19:18).
“Corrige a tu hijo, y te dará descanso y dará deleite a tu alma” (Prov. 29:17).
La importancia de la disciplina en la educación de los hijos
Vemos la importancia de la disciplina y la corrección. Te daré un par de ejemplos y consejos de cómo puedes hacerlo fácil, con amor y sin temor alguno de lastimarlos:
Ejemplo 1: Tu hija no se portó muy bien durante toda la semana y, para colmo te levantó la voz en varias oportunidades. ¿Dejarás pasar esa conducta? ¿Te parece que no es para tanto? Si decides corregirla a tiempo, evitarás que más adelante te falte el respeto, pero recuerda que disciplinar no significa destruir, atormentar o violentar. Quizá podrías suspenderle la visita de sus amigas por un tiempo estipulado. Estoy segura que a tu hija no le quedarán más ganas de alzarte la voz.
Ejemplo 2: Tu hijo tuvo una actitud agresiva en el colegio: golpeó a un compañero y además su enojo lo pagó con las matas del jardín, que nada tenían qué ver con lo sucedido. Él justifica sus acciones con razones suficientes pero, ¿tú qué harás en medio de esa situación? Cual sea la razón que haya tenido tu hijo, nada justifica actuar así. Aunque puede ser una actitud común en los jóvenes, corregirla a tiempo te evitará futuros dolores de cabeza y, lo más importante, le enseñará a él la importancia de resolver su enojo sin usar la violencia. Podrías eliminarle las salidas de los próximos fines de semanas. Seguramente tu hijo no querrá pasar el resto de los mismos sin salir de casa.
Los casos antes mencionados son situaciones comunes que viven los padres y tal vez nunca antes le habías dado tanta importancia, porque aparentemente no son escenarios tan graves. Pero sea cual sea tu caso, déjame decirte que si no los corriges a tiempo, tal vez llegará el momento en que sea demasiado tarde. Disciplinar a los hijos no te hace un mal padre, por el contrario, demuestras amor, preocupación e interés, aunque tus hijos, por ahora, no lo entiendan.
La reprensión en ocasiones es necesaria para evitar malas conductas y también graves consecuencias en el futuro de ellos. No tengas temor de corregirlos y disciplinarlos, siempre y cuando lo hagas con amor. A la larga, estoy segura que ellos mismos te lo agradecerán. La garantía de la disciplina es que hará de tus hijos personas ordenadas, sensatas, obedientes y más maduras. Sin embargo, ten cuidado: tampoco caigas en el extremo de convertir tu casa en un régimen militar. Debes ser flexible.
No más justificaciones
Decir que nadie enseña a ser padres, es solo una excusa. Nunca es tarde para aprender y mejorar. Y además de la Biblia, hoy en día contamos con diversos organismos que enseñan a los padres, dictan talleres, hacen congresos, además de revistas y páginas como ésta donde la mayor misión es orientarte y poder ayudarte en tu familia. Basta tener un hijo, para convertirte en mamá o papá. Pero no es lo mismo, ser un papá bueno, que un buen padre. Sobre este tema también puedes leer: Padres buenos – Buenos padres.