¡Estoy embarazada y no lo deseo! ¿Qué puedo hacer?
¡La prueba de embarazo es positiva! Si no puedes evitar sentirte triste, agobiada y un poco asustada. Este artículo es para ti.
Marilú Ochoa Méndez
Carla se había sentido extraña, con mareos y más sueño que de costumbre. Sin hablar con nadie, decidió hacerse una prueba de embarazo, “nomás por no dejar”, pensó. En el momento de la siesta de sus dos hijos y mientras su esposo estaba en el trabajo, se metió al baño a verificar si sus sospechas eran ciertas o infundadas. Los minutos que pasaron le parecieron eternos, y su corazón se paralizó cuando se pintaron dos rayas tenues que marcaban lo que su corazón sabía y su mente no quería aceptar: ¡viene un bebé!
Su mente le decía que era una noticia para alegrarse, ¿a quién no le enamoran las embarazadas, los bebés? Pero no podía sacar de su mente pensamientos oscuros: su relación con su marido no estaba en su mejor momento, acababa de gritarles a sus hijos por una travesura aun cuando sabía que debía corregirlos de forma suave y a duras penas podía alimentar a su familia con el ingreso de cada mes. Se sentó a llorar en el baño, quería ordenar sus ideas y calmar su ansiedad.
Carla se asumió culpable por no sentir instantáneamente amor por ese hijo suyo. “Leí que su vida futura dependerá en gran medida del amor, aceptación y cariño que le brinde desde el momento de su gestación”, pensaba, “¡y yo no puedo dejar de sentirme triste, ansiosa y agobiada!”. Y comenzaba a debatirse en la más asfixiante ansiedad.
Madre de nuevo, a mi edad, ¡No!
Date permiso de sentir
Quienes saben sobre educación e inteligencia emocional afirman que un sentimiento no es en sí bueno o malo, lo que importa y marca la diferencia es lo que hacemos con ese sentimiento. Las mujeres sabemos lo que son los cambios hormonales y cómo a veces nos hacen dar maromas. Te sugeriría que si vives una experiencia similar a la de Carla, lo primero que debes hacer es darte permiso de sentir. Si puedes, ve a la iglesia y deposita en el corazón de Dios lo que sientes, reclámale, agradécele o pídele ayuda y consejo, Él es todopoderoso y al menos te dará la paz que te da hablar con un amigo que nunca abandona. Busca también a tu esposo o a una amiga sincera, y deja fluir lo que atormenta tu corazón. Vacía las inquietudes en un recipiente compasivo y no te reprimas, desahogarte y sentirte mal no te hace mala persona, solamente humana, ¿y no somos todos humanos?
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Levanta la mirada
Es verdad que hoy parece que el mundo fuera gris. Pero, aunque no lo creas, un día vas a mirar hacia atrás y sonreirás dándote cuenta de que tal vez te preocupabas demasiado. No se trata de ser condescendiente contigo misma, sino de recordar que muchas veces en nuestra mente los problemas son mucho más grandes que como son en la realidad. Intenta mirar hacia el futuro. Piensa en el regalo tan hermoso que será que tus hijos tengan un hermano o hermana, en el apoyo que será para tu familia tener un miembro más, reflejo del amor que se tienen tu esposo y tú; en cómo se van a multiplicar tus habilidades gracias al regalo de la maternidad (para ver cómo vas a desarrollarte más y mejor en tu papel de mamá de otro bebé,
).
Deja a cada día su propio afán
Una de las frases que me parecen más hermosas de la Biblia es justamente esta: “No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con sus propios problemas” (Mt 6, 34). Un poco antes, Jesús dijo: “Todas estas cosas preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe lo que necesitan” (Mt, 6, 32). ¿Apenas puedes sobrevivir con la despensa para el fin de mes? ¿Te cuesta trabajo atender a tus hijos y no sabes cómo le harás con otro? Tranquila, vive un día a la vez. Te sorprenderá cómo todo se irá acomodando en tu vida.
Ten fe en ti y en Dios
Date un momento para pensar en ti cuando tenías quince años. Recuerda cómo te sentías y lo que querías de la vida. Mírate ahora. Seguro que mucho de lo que has logrado, los problemas que has enfrentado triunfante, no era algo que te imaginabas que vivirías, ¿cierto? Tú sabes que las dificultades nos hacen crecer y demuestran el material del que estamos hechos. Tienes frente a ti un regalo inmenso, y una hermosa oportunidad de abrirte a una realidad que tal vez no esperabas y que seguramente te llenará de bendiciones. Ten fe en Dios que nos ha dicho: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas?” (Mt 6, 26).
¡Anímate! Comienza ya sea de nuevo, o ya sea por primera vez, esta hermosa aventura, verás que te llenará de alegría. ¡Muchas felicidades!