Lo que mi perro aportó a mi vida. Razones para tener una mascota
"Los animales son de Dios. La bestialidad es humana”. Víctor Hugo
Yordy Giraldo
El secreto de mi felicidad tiene cuatro patas y unos ojos enormes de mirada transparente y limpia. Mi perro se lleva mi mal humor, los pensamientos negativos, el estrés ¡y me deja solo pelos y babas! No siempre fue así: cuando se es migrante, como yo, y has dejado tras de ti familiares, amigos y tu tierra toda, es difícil que la soledad no pese, más aún cuando la vida mantiene tus sueños de maternidad en lista de espera.
No importa si ya hiciste amigos o incluso si ya vives en pareja: una parte de ti anida para siempre en un estado completo de nostalgia. Es como vivir con hambre, todo el tiempo, con un vacío incapaz de llenarse. Así era yo. Lo era hasta que Max llegó una Navidad, hace casi dos años. Fue un regalo de mi esposo, en un intento de darle a mi vida esa clase de amor incondicional, inocente y tierno que los animales bien saben dar.
El mejor presente de toda mi vida
Tener a Max me hace sentir segura. Es curioso, pero hasta antes de la llegada de mi perro, cuando mi esposo salía de la ciudad por cuestiones de trabajo, yo me encerraba en nuestra recámara, con linterna en mano y difícilmente lograba conciliar el sueño. Actualmente dejo la puerta abierta y a Max junto a mí, ¡es todo lo que necesito para dormir tranquila!
Las muestras de afecto de mi mascota son increíbles: no importa si tan solo salí por cinco minutos, a mi regreso salta y ladra como si no me hubiera visto en años, ¡y es una sensación increíble! Es indescriptible la sensación que proviene de saber que, sin importar mi estado de ánimo, si hice algo bien o mal, si lo ignoro o me enojo por cualquier cosa que hace, ese cuadrúpedo estará a mi lado sin juzgarme, sin poner condiciones para mantenerse cerca, y dar amor. Incluso, cuando mi esposo está estresado, es sólo cosa de que se deje consentir y acaricie durante un rato a Máximo: su mal humor disminuye y, la mayoría de las veces, hasta desaparece (lo cual, debo confesar, también hace más fácil nuestra convivencia).
Un mejor yo
He descubierto que Max me hace más consciente de las necesidades de los demás. Desde que llegó a mi vida, me cuesta ser indiferente al sufrimiento animal, a lo que como humanos estamos haciendo a los animales en general y cómo nos relacionamos entre nosostros, como miembros de la misma especie. Incluso, mis preferencias alimenticias han ido variando, al punto de que ya no disfruto ser carnívora, y ahí la llevo en eso de ir cambiando. Por si todo lo anterior no fuera suficiente, debo agregar que aunque no puedo probarlo, siento que desde que mi perro llegó a mi vida me enfermo menos. Hasta hace un tiempo las gripas y los estornudos eran cosa frecuente en mí, pero actualmente rara vez me enfermo.
No sé si para todos es como lo describo yo, sin embargo, estoy segura de que amar y respetar a los animales es una oportunidad única para recuperar nuestra humanidad: un ser humano que trata con consideración y empatía a todas las especies, seguramente es un buen ser humano. Como dijera Thomas A. Edison, “La no violencia conduce a la ética más alta, lo cual es la meta de toda evolución. Hasta que no dejemos de lastimar a otros seres vivos, seguiremos siendo salvajes”