No soy madre, pero soy tía

Si ansias ser madre pero esa bendición aun no llega a tu vida, ve a tus sobrinos como si fueran tus hijos y dale la bienvenida a otro tipo de amor. Sí, no eres madre, pero eres Tía.

Erika Otero Romero

Como la mayoría de las mujeres, en el transcurso de mi vida espero poder cumplir con algunas metas y realizar algunas expectativas inherentes a mi género. Sin embargo, la mía no ha sido como yo esperaba. He soñado con casarme como en los cuentos de hadas y vivir “feliz para siempre”; pero el amor no ha estado de mi lado. Por otra parte, considero de manera personal, que traer hijos al mundo es, no solo un acto de amor, sino de responsabilidad.

Mi historia

En mi familia somos dos hermanas, y como es de esperarse, yo creía que seguiría el “orden de la vida”, el cual dice que los hermanos mayores son los que hacen por primera vez muchas cosas en la vida, en comparación con sus hermanos. Sin embargo, mi hermana, quien es menor que yo de 4 años, quedó embarazada en el año 2006. Para ser honesta, no era algo que esperáramos, pero aun así, asumimos la situación que se nos vendría encima, y debo decir que los hicimos un poco a regañadientes.

Yo me sentía muy molesta con ella, me había decepcionado. ¡Tantos consejos para nada! Cuidarla tanto y todo ¿para que saliera con esto? Fue una época horrible para ambas; pero todo cambió con el paso de los días, pasé de sentirme traicionada, a protectora. Me gustaba ver como se movía su abdomen e hicimos juntas ejercicios de estimulación temprana.

Miguel nació el 11 de Diciembre de 2006 en la noche. Mi hermana estuvo en trabajo de parto más tiempo del que yo podría llegar a soportar en su situación. Recuerdo que yo solía ponerle una canción en especial y a la vez cantársela a él cuando estaba en el vientre de mi hermana. Así que cuando pude escabullirme hasta el cuarto donde estaba mi hermana con mi mamá y el bebé, lo primero que ese pequeño hizo al escuchar mi voz fue tratar de abrir sus ojos inflamados debido a la dificultad del parto y dirigir su cabecita hacía el lugar de donde provenía mi voz. Fue amor a primera vista de mi parte. Soy franca, él fue la bendición y la luz al final del túnel, la respuesta a muchas de mis oraciones.

Un cambio en mi vida

Debido a las complicaciones del parto de mi hermana ella no podía levantarse de la cama; así que mientras mi mamá cuidaba de ella, fui yo quien asumió las tareas que por lo general asumen las madres o las abuelitas. De mis manos recibió su primer baño y curaciones de su ombliguito. Aprendí la forma más efectiva de dormirlo, así como calmarlo cuando lloraba. Le sacaba los gases y tantas otras cosas que me hacían sentir muy feliz, casi realizada.

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Por otra parte, como desde hace años no tenía un empleo estable, cuánto dinero podía conseguir con los pequeños oficios que realizaba, lo invertía para comprar zapatitos, cobijas, juguetes y muchas cositas para el bebé. Él fue el impulso que necesitaba para encontrar la manera de buscar una ocupación estable. Razón que me llevó a buscar un préstamo para poner un negocio en casa y así ayudar económicamente a mi hermana.

Un dicho de mi país reza lo siguiente: “Cada niño viene con un pan bajo el brazo”. Para mí eso representa estas verdades: 1) si bien no tienes los medios para hacerte cargo de los gastos que el bebé representa, te las arreglaras para proveer todo lo que necesite; 2)cambia tu vida para bien, esto te llevará a ver posibilidades y oportunidades que antes no habías detectado; 3) no importa que tan triste estés, un niño en la familia te mantendrá tan ocupado que ya no veras el mundo blanco y negro, el bebé se encargará de ponerte un arcoíris cada día de tu vida.

Sí, es cierto, no soy madre, pero soy tía y es uno de los regalos más grandes que me ha podido dar la vida.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.