Fe, esperanza y caridad en la vida cotidiana
"Los corazones más dulces y amables con frecuencia son aquellos que han pasado por el fuego purificador del dolor, la aflicción o la soledad y por esas mismas razones, se vuelven los seres que más nos inspiran a ser tan felices como p
Emma E. Sánchez
Recién terminé de leer un maravilloso discurso de Dieter F. Uchtdorf, un piloto alemán ya retirado que en su experiencia personal, ha tenido la oportunidad de conocer mucha gente extraordinaria alrededor del mundo, particularmente durante su niñez en la vieja Alemania de la post guerra.
En el discurso que te menciono, Uchtdorf cuenta la historia de la tía abuela Rosa, una mujer ya mayor que nunca se casó o tuvo hijos. Vivía sola en una vieja casa donde su sobrina Eva, pese a su negativa, tenía la necesidad de pasar un verano con su tía. La historia es sencilla: una jovencita aprende una gran lección sobre cómo se puede llegar a ser feliz a pesar de nuestras propias circunstancias de vida. ¿Qué cosas nos enseña la tía abuela Rosa a cada una de nosotras?
La caridad
Rosa había sido maestra de muchos niños en su localidad y ahora ya mayor, cada vez que se encontraba con alguno de ellos, dedicaba tiempo para platicar y escucharlos, reían mucho y a veces también compartían algunas lágrimas. Su sobrina Eva, durante todo el verano que pasó con ella, observaba la manera en que esta anciana trataba a la gente: era gentil, generosa y siempre estaba dispuesta a ayudar a otros. Eva comprendió que el ser caritativo hacia todos los que nos rodean, nos brinda la oportunidad de alcanzar a aquellos que sufren penas que no podemos ver. Un acto de caridad toca el corazón de quien lo recibe y sana al atormentado que lo otorga.
La esperanza
Platicando con su tía abuela, Eva descubre que ella fue una mujer que como muchas, tuvo sueños y anhelos que nunca se realizaron y que tuvo desilusiones, una tras otra. Teniendo mil razones para hundirse en la depresión, Rosa optó por mantener una perspectiva llena de esperanza en la que sostenía que un día, todas las cosas en su vida tendrían sentido y serían de utilidad para alguien más.
Tener esperanza en que cosas buenas llegarán a nuestra vida y a la de los que amamos, así como la certeza de que todo saldrá bien, nos ayuda a continuar esforzándonos y volvernos a levantar una y cuantas veces más sea necesario. ¡Cuántas personas nos enseñan diariamente este maravilloso principio!
La fe
El lograr desarrollar la fe en Dios y la esperanza de una vida venidera, nos ayuda a aceptar y a comprender el por qué nos suceden cosas que nos lastiman y nos hieren. Tener fe en que las cosas que nos suceden —por terribles que sean— hacen que nuestro paso por la vida sea de simplemente llevadero, hasta feliz. La tía abuela Rosa comprendió que solo nuestro Creador podría ayudarla a transformar sus aflicciones en felicidad.
La historia de Rosa termina con una frase maravillosa: “La fe en el Salvador me enseñó que sin importar lo que había sucedido en el pasado, mi historia podía tener un final feliz”. Esa es la gran invitación a todas nosotras: que sin importar nuestro pasado podamos llegar a ser realmente felices desde ahora y en el futuro, todo es cuestión de poner en práctica las sencillas lecciones de la tía abuela Rosa.