Agradecer el alimento diario: un hábito que edifica naciones

Dar gracias por los alimentos que recibimos y tomamos diariamente genera en todos una conciencia del trabajo que implica el obtenerlos y empatía por quien carece de ellos.

Emma E. Sánchez

Últimamente escuchamos y leemos en diversos medios sobre la necesidad de regular y mejorar nuestros hábitos alimenticios, ya sea por salud física o financiera. Hoy quiero hablar de un hábito ancestral que debemos rescatar, porque beneficia a mujeres y hombres en muchos niveles, más allá de la salud y la economía. Me refiero al hábito de agradecer por los alimentos que tomamos cada día.

Sin importar cuál es nuestra creencia, expresar gratitud por los alimentos que recibimos cada día va creando en quien lo hace una mayor conciencia de su obtención, preparación, aprovechamiento y cuidado.

Llevo algunos años trabajando en una comunidad educativa. Cada ciclo escolar observo el mismo fenómeno repetirse entre aquellos niños que no tienen el hábito de dar gracias por el alimento, y veo cómo al desarrollar poco a poco ese hábito en la escuela, sus conductas y actitudes hacia los alimentos mejoran su percepción de todo lo que implica poder tener comida en nuestra mesa cada día. Los niños llevan esta práctica posteriormente a sus hogares, donde los padres notan y disfrutan el cambio de actitud en sus hijos. Mi esposo y yo hemos llevado a cabo esta sencilla práctica desde siempre, al crecer nuestras hijas se fue inculcando en su vida como algo normal y cotidiano. ¿Te platico cómo lo hacemos?

Finanzas

Involucra a tus hijos desde muy pequeños a colaborar en casa, a hacer pequeñas tareas y, en este caso, dales asignaciones relacionadas con la preparación, el servicio de la mesa, la limpieza posterior y de ser posible con la producción y obtención del alimento. ¿Cómo? Si vas al supermercado, pide a tu hijo (aunque no sepa escribir) que haga la lista de lo que se va a comprar, con precios, y llegando a casa hará la suma y podrás poner el ticket en una pizarra para comparar precios cada vez que compres alimentos. Este es el momento para agradecer por el trabajo y la capacidad de obtenerlo.

Producción

Tener un pequeño huerto familiar o una cuantas macetas es una gran oportunidad de enseñanza. Un niño que siembra y cosecha puede llegar a entender mejor lo que cuesta producir y obtener algo de la tierra. Cuidar una planta, regarla, abonarla y todo lo que requiere para que a veces dé sólo un pequeño fruto implica muchas lecciones de formación del carácter que nuestros hijos se pierden con frecuencia. Orar para que un cultivo se dé y no se piera es ejercer la fe y este es una gran oportunidad. Dar gracias es reconocer el trabajo de otros que producen alimentos para nosotros.

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Preparación y servicio

El cocinar y preparar nuestros alimentos no es sólo tarea de la madre. Cuando se involucra a los hijos y se delega con supervisión esta actividad conforme van creciendo los niños, podemos observar que toman conciencia de muchas cosas, y este es el momento para hablar de lo que nos hace bien, lo que no debemos consumir, aprovechar y no desperdiciar, así como de preparar el alimento como un acto de amor al buscar complacer y agradar a la familia y amigos, a medir porciones, a no cocinar más de lo que se consume y tantas cosas más. Orar solicitando el alimento rinda y hacerlo rendir causa una sensación muy especial.

En la mesa

Cada familia tiene su propio estilo al dar gracias por el alimento, algunos se toman las manos y unos más se arrodillan. Hay familias en las que se ora por turnos y otras donde solo una persona toma la palabra. La idea en todas es la misma: dar gracias por lo que tenemos, por lo que disfrutamos, por poder compartir con los que amamos el fruto de nuestro esfuerzo. El impacto que crea en los padres escuchar a los hijos agradecer por su esfuerzo y dedicación, es enorme, endulza corazones y como adultos nos ayuda a esforzarnos cada vez más y mejor. Cuando los niños escuchan a sus padres orar y agradecer, se les enseña con el ejemplo, les da seguridad y confianza por pertenecer a un grupo fuerte y unido donde son amados y valorados.

Agradecer en lugares públicos

Es posible hacerlo con discreción o abiertamente, eso depende de ti. Normalmente la gente queda muy agradecida y conmovida cuando una familia da gracias, es algo que deja un ambiente especial entre los comensales. Algunas otras familias acostumbran dar gracias por los alimentos que tomarán una vez que salgan de casa, otras simplemente dar gracias y ofrecen un buen provecho para todos, recuerda que lo más importante es ser siempre agradecidos.

Por cierto, gracias por leer este artículo. Que te aproveche.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.