Qué hacer cuando el dolor o la desesperanza inundan tu realidad
Sin importar la situación que estés viviendo, puedes buscar a Dios, y Él se hará presente en medio de tus circunstancias.
Marta Martínez Aguirre
Seguramente piensas que algo está mal en el título; que se trata de un error: cómo puede alguien encontrar encanto en la desesperanza, mientras el dolor se escribe con tinta indeleble en nuestra realidad. No obstante, todos en algún momento tendremos que vivir esta paradoja, cuando experimentamos el dolor del descenso, tarde o temprano tendremos que aceptar la hora de la redención.
Las calles ardían bajo sus pies semidescalzos, el sudor humedecía sus cabellos, el velo se le adhería a la frente por la humedad. Ella había crecido en un contexto religioso abusivo y poco misericordioso, la mitad de su vida la había pasado mirando el suelo y, pese a todo ello, ese día de reposo se puso su mejor vestido, se colocó su manto y asistió a la sinagoga esperanzada. Sin embargo no se animó a acercarse a Jesús. Fue Él quien notó su miseria y tomó la iniciativa. Con infinita ternura y sublime poder, puso sus manos sobre ella para bendecirla. Inmediatamente de recibir la bendición, la mujer se enderezó y comenzó a alabar a Dios.
Este relato siempre ha sido uno de mis favoritos, imagínate esa vida encorvada, sin poder ver el horizonte, limitada por el sufrimiento físico y emocional, tal vez excluida socialmente, tal vez humillada y sometida por su condición misma de mujer. Es una historia triste, pero Jesús identifica la necesidad y se ubica en el espacio físico y personal de esa mujer para que se alce sobre sus circunstancias. Como dice el salmista Jesús fue [su] amparo y [su] fortaleza, [su] pronto auxilio en la tribulación. ¿Quieres sentir tu alma confortada?, ¿anhelas sentir el amor y la compañía de Dios en tu vida?, entonces acaso estos consejos te sean de utilidad.
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Deja de huir de la desdicha, atraviésala en el mismo ojo de la tormenta.
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Acepta que las bendiciones tardarán en llegar a tu vida hasta que asimiles que no tienes nada para entregarle a Jesucristo a excepción de tu miseria y tus vasijas rotas.
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Recuerda:
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Dios no tiene favoritos es el amor del Salvador el que provoca los milagros, Dios no tiene favoritospero se acerca a ti, si le amas con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
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Dios ansía hacerse presente en tu debilidad, eres tú quien demora en confesarle lo que deseas.
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Cultiva un corazón de mendigo déjate acariciar por la bondad de Dios, reconoce tu necesidad y no trates de simular que puedes salir por ti mismo.
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Niégate a ti mismo, tal vez tengas que renunciar a algo para vivir la voluntad de Dios.
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Escribe una carta de compromiso a Dios, realiza un pacto en pocas líneas donde detalles las cosas que estás dispuesto a dar de ti para amarle.
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Trabaja en equipo con tu familia para fortalecerse mutuamente, sigan el plan de Dios juntos, anímense unos a otros.
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Vive la paradoja del sufrimiento surge la plenitud y no hay vida dañada que no experimente la ternura transformadora de Jesús.
Puedes entenderme cuando digo que lo más bello de la adversidad es sentir la mano tibia de nuestro Padre, dispuesto a bendecirnos, y que el encanto de esto radica en que en esos momentos de gran tristeza, donde todo parece derrumbarse, su sublime amor y su calidez se hacen presentes.
Si de algo estoy segura es que este título no será atractivo para las redes sociales, porque en esos espacios nadie admite tener problemas, todo debe ser perfecto: ¿quién quiere tener amigos que admiten estar destrozados o viven vidas abrumadas? No obstante, me animo a titularlo así porque sé que si tú lo lees, es porque andas buscando encender una luz en tu negra noche que aún no termina.
Las palabras del líder religioso Thomas Monson me permiten reflexionar un poco más sobre la bondad de Dios: “Desde el lecho del dolor, desde la almohada mojada de lágrimas, somos elevados hacia el cielo por esa segura y divina promesa: ‘…no te dejaré, ni te desampararé’. Ese consuelo es invalorable”. Esta promesa es infinitamente dulce y me hace sentir segura al saber en Quién pongo mi confianza. Ojalá sea un bálsamo también para ti. Sí, en verdad se puede decir, aunque suene muy raro, que hay un encanto redentor en la desesperanza.