Indefensión aprendida: cómo evitar que tu hijo aprenda a fracasar

¿Por qué crees que no eres capaz de rebelarte ante alguna de las situaciones que vives?

Marta Martínez Aguirre

Juana ya no sabe qué hacer con su hijo Andrés: cada día trae una nota del colegio por su conducta violenta con otros niños. Ella ya lo ha intentado todo, cada día siente que está fracasando como madre. Ahora está convencida de que su hijo es un caso perdido.

Antes, Jaime se dedicaba mucho a las matemáticas, pero desde que hubo un cambio de maestro, siempre saca malas calificaciones. A medida que ha ido pasando el tiempo se siente cada vez más inseguro y deprimido. Ahora ya no se esfuerza: está convencido de que él es incapaz de lograr mejores resultados.

Dilan quedó viudo hace años, una pareja posterior falleció en un accidente. Él siente que su actual novia no le es fiel: está convencido que el amor no es para él.

¿Cuántas veces te has dicho a ti misma frases como: “No puedo” o “Es demasiado para mí, no voy a poder salir adelante”? Con frecuencia nuestra mente se llena de frases similares a éstas, sepultando nuestra capacidad de lucha y esperanza de que algo cambie, ya sea en el entorno familiar, laboral, social, o incluso a nivel nacional. ¿Por qué crees que no eres capaz de cambiar algunas de las situaciones que vives?

La indefensión aprendida

es una teoría propuesta por el psicólogo Martin Seligman quien, con base en una serie de experimentos, procuró entender los procesos por los cuales una persona llega a ser incapaz de reaccionar ante situaciones dolorosas. La teoría de la indefensión aprendida explica la pasividad con la que, en determinados momentos, te enfrentas a situaciones dolorosas y frustrantes. De alguna manera has aprendido que tus acciones no han logrado mejorar o alcanzar el objetivo previsto.

Advertisement

En otras palabras, llega el momento en que aprendes que “hagas lo que hagas, nada va a cambiar”. De ese modo, como madre, mujer y trabajadora te has convencido que “todo va a seguir igual”, cuando en realidad eso es un mensaje que encierra una mentira desvastadora y destructiva que te conviene derribar. Ahora, ¿Cómo descubrir si esta “indefensión” te rodea? Trata de observar en ti o en tus hijos los siguientes síntomas:

Menos conductas de aprendizaje

Ya no tienes deseos de aprender o mejorar en alguna área de tu vida, ya sea como profesional, ama de casa o ciudadana, ya te da lo mismo intentar algo nuevo.

Autoestima baja

Crees que no puedes y en consecuencia vives en base a esa valoración que haces de ti misma, “nunca podré”, “esto es muy difícil para mí”, “otras personas pueden, pero yo no”.

Pérdida de la eficacia cognitiva

Empiezas a rendir menos en aquellas tareas que requieren atención, esfuerzo mental y empiezas a percibir que no puedes controlar o realizar bien las tareas o actividades cotidianas. A medida que el desánimo o desaliento comienzan a crecer dentro de ti, tu capacidad de pensar y planificar se verán disminuidas, provocando en ti una parálisis mental que te impide actuar con éxito.

Abatimiento e inseguridad personal

Comienzas a experimentar una mayor sensibilidad emocional que se incrementa con cada pequeña frustración, a la mínima falla te hundes en la tristeza y la desesperanza sintiéndote cada vez menos capaz de superarte.

Advertisement

Tiras la toalla

Convencida que nada puedes lograr, te dejas desmoronar y no sigues intentando nada, al punto de sentir que no vale la pena seguir. Así terminas por abandonar metas, proyectos, sueños y aspiraciones.

¿Cómo combatir la indefensión aprendida?

Desaprender esta indefensión es vital, no solo para ti misma, sino como madre, ya que puedes contagiar esa actitud pasiva a tus hijos. Al verte indiferente e inerte ante las situaciones, ellos también crecerán con el mensaje que “es imposible cambiar o mejorar algo en la vida”. Tal vez ya veas estos síntomas en tus niños, cuando no creen que puedan aprender las tablas de multiplicar porque dicen no tener memoria, o no querer participar de algún evento deportivo o recreativo porque se creen “torpes” o “sin gracia”.

Quizás probaron una vez, dos o incluso diez veces y fallaron: de ese modo asimilaron la creencia que “todo va a seguir igual”. Tal vez incluso tú misma cometiste el error de decirle “deja que lo haga yo, tú no sabes bien cómo”. Tal vez no lo dijiste con palabras, pero tus gestos faciales o corporales indicaron que no iba a lograrlo o mejor que no lo intentara sin ti.

Cuando sientas dentro de ti “no puedo lograrlo”, no pierdas la oportunidad de cambiarlo actuando y dejando atrás las cadenas que te paralizan. Si quieres saber más del tema, sobre todo cómo podemos desaprender esta indefensión, pronto hablaré de ello en un próximo artículo.

Toma un momento para compartir ...

Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: