La espiritualidad. Eficaz medicamento contra la depresión

En la Universidad de Columbia han demostrado que las personas que viven una vida de espiritualidad, tienen menos probabilidad de desarrollar enfermedades mentales.

Marta Martínez Aguirre

Si trabajas dentro de ti, no necesitas pedirle al médico una resonancia magnética para saber cuán lejos estás de tomar Prozac. En la Universidad de Columbia de Estados Unidos, llevaron a cabo una investigación sobre la influencia de la espiritualidad en la depresión. Los investigadores observaron que el córtex (la lámina gris, formada por los cuerpos de neuronas que cubre los hemisferios cerebrales) es más delgado en personas depresivas, pero se hace mucho más grueso en personas que profesan una religión o viven una espiritualidad, por lo tanto el riesgo de padecer depresión es mínimo.

Las facturas que se acumulan, el tráfico agotador, la lista de correos electrónicos sin responder, las preocupaciones cotidianas, la familia que está en el extranjero y los niños que parecen no cansarse, de alguna manera tironean de ti y no tienes tiempo para estar a solas con Dios. Este ritmo de vida genera tanta pobreza espiritual, como económica. Tener una vida espiritual no es algo secundario, por el contrario, es una necesidad primera que exige una atención constante para hacerla crecer y fructificar. Esto no significa pasársela rezando de rodillas o leyendo la Biblia 24 horas al día, sino que ella comienza cuando eres capaz de vivirla en cada momento de tu vida. No se trata de hacer, sino de vivir.

1. Deja de preocuparte por los demás, ocúpate de ellos

Cuando eres capaz de dar una mano a quien la necesita, comienzas a activar dentro de ti, tu vida espiritual. Si eres feliz, contagia esa felicidad y no te reserves la alegría para ti misma, expándela a tu alrededor. Si sabes que una amiga está pasando un mal momento, visítala, llámala, hazla reír. Si tu vecina está enferma, prepara algunos alimentos y quédate a su lado mientras le ayudas a comer. La vida espiritual crece al dar.

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2. Renueva tus proyectos a menudo

Quien vive una rica vida espiritual, es capaz de crecer en forma constante. Una vida espiritual fructífera se vincula más con el crecer que con el estancarse, así que plantéate metas que te ayuden a mejorar como persona, que moldeen tu carácter y te ayuden a vencer una adicción o superar un temor.

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Tómate tiempo a menudo para revisar cómo estás llevando a cabo tus propósitos y de ser necesario revisa, corrige y planea nuevas metas. Lee la biografía de aquellas personas que han vencido un obstáculo o superado una crisis, puedes aprender de sus luces pero también de sus sombras.

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3. Dedica tiempo para meditar cada día

El silencio es la antesala de la espiritualidad, así que toma tiempo para estar a solas. Silencia todo a tu alrededor, apaga tu Smartphone, la tableta, la televisión y lo que sea necesario para poder apreciar el sonido de tu respiración, los ruidos del entorno y de la naturaleza. En los evangelios hay múltiples pasajes donde Jesús se detenía a orar en silencio a solas, o en comunidad. Meditar es quizás la forma de oración más sencilla, reflexiona en algún pasaje bíblico, la letra de una canción, una lectura o todo aquello que te inspire y te enriquezca. Recuerda que Dios es el creador de la simplicidad.

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Una mujer que cultiva su vida espiritual hace que la presencia de Dios habite en ella y esto le da sentido, forma y propósito a todo lo que hace y lo que es.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: