La honradez se debate entre el deber y la necesidad

¿Has descubierto a tus hijos diciendo mentiras? ¿Has notado que de vez en cuando tu pequeño llega a casa con algo que no le pertenece? Si la respuesta es sí, mira cómo zanjar ese mal hábito de la deshonestidad.

Erika Otero Romero

Entre los grandes dilemas de la vida figura esa guerra interna entre el DEBER y la NECESIDAD. ¿Cuál tiene más peso en tu balanza?

Hace poco tiempo mi madre y yo sacamos dinero del cajero automático para pagar algunas cuentas y hacer compras. Entretenidas entre el cajero y la cartera de ella, observé de reojo que un hombre se acercó mucho a nosotras, lo cual me alertó. El hombre arrojó algo a la caneca de nuestro cubículo –acción extraña si se considera que cada uno tiene su propio cesto de basura– y acto seguido recogió algo del piso, y se marchó. Me pareció extraño, pero no puse mucho cuidado y seguimos distraídas con el aprieto del cajero. Minutos después mi madre, al querer sacar el dinero de la cartera para las compras, se percató de que este ya no estaba. Conclusión: ese hombre vio el dinero que se cayó del bolso de mi madre y aun a sabiendas de que era nuestro –en nuestras propias narices–, lo tomó y se fue.

Se imaginarán el momento que pasamos, saltando de la frustración a la rabia, preguntándonos por qué este señor no actuó con honestidad y devolvió lo que no le pertenecía; pero ya las lamentaciones no servían –ni sirven ahora– de mucho, así que seguimos con lo que teníamos que hacer.

La honestidad la aprendemos desde pequeños, y en el hogar; es algo que nos enseñan nuestros padres desde la infancia y tiene una gran repercusión en la vida de cada uno. A diario surgen noticias sobre hombres que van a parar a la cárcel por hacer negocios sucios, por robar y por un sinnúmero de delitos que involucran el hecho de NO SER HONESTOS u HONRADOS. Por ello cada día se vuelve más preponderante que niños y jóvenes aprendan a ser honestos o que vuelvan sobre sus raíces, eviten la deshonestidad y sean personas de bien, porque “lo que bien se aprende nunca se olvida”.

Enseguida enlisto algunas pautas para enseñar la honestidad a los niños:

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  • Se predica con el ejemplo. Si un padre o madre quiere enseñar honradez, debe, primero, ser honrado, y bajo cualquier circunstancia jamás decir mentiras o “tomar algo prestado” peor aún si se hace frente al niño, porque aprende todo lo que ve y escucha.

  • Es importante crear en el niño un concepto básico sobre lo que es la honestidad. Enseñarle qué se siente al ser honesto.

  • El paso a seguir es instruir al niño a ser honesto consigo mismo, ayudarle a conocerse a sí mismo, con sus virtudes y defectos; de este modo sabrá de qué es capaz como individuo.

  • Un niño por inocencia o deseo de un juguete en ocasiones llega a su casa con algo que no es de su propiedad; en este caso, haz que el niño devuelva ese objeto. Es el momento adecuado de actuar y, aunque suene drástico, una buena forma de educar y evitar que se vuelva a dar el incidente.

  • Se debe enseñar al menor que la honestidad atrae a gente buena y lo ayudará a hacer buenos amigos.

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  • Es importante educar al niño a discrepar entre alguien que es honesto y quien no lo es, para que evite problemas que a la larga podrían involucrarlo en muchas dificultades.

  • Si el niño presenta problemas con la honestidad; ejemplo, le han sorprendido diciendo alguna “mentira” o tomando algo que no le pertenece; puedes proponerle un cuadro de premios por cada acto honesto que haga y que le represente una recompensa; no es necesario que sea de índole material.

  • Es necesario que el menor aprenda las consecuencias que trae el hecho de ser deshonesto. Como ejemplo de ello se le debe indicar que una persona que no es honrada a la larga queda sola, nadie confía en ella e incluso puede terminar en la cárcel.

Queremos una vida feliz y llena de bendiciones; sin embargo, lograr esto no es fácil y requiere sacrificios. Uno de ellos es la crianza de hijos exitosos y con valores sólidos. Sé que ustedes coincidirán conmigo en que ninguno desea ver a uno solo de sus hijos aprehendidos por la ley, y la única manera de lograrlo es ENSEÑANDO en casa una de las pocas cosas que no se enseñan en la escuela, LA HONRADEZ.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.