La indiferencia como castigo: la peor manera de educar una familia

Si no conoces las repercusiones que puede traer ser indiferente con tus seres amados a manera de castigo, entonces lee este artículo.

Erika Otero Romero

La indiferencia como castigo

Mauricio, de nueve años, tembló al ver llegar a su mamá del supermercado. Sabía que su castigo sería el silencio de su madre: ella no le leería el cuento que él tanto esperaba cada noche antes de dormir. Esa sería la consecuencia de no haber lavado la vajilla del almuerzo. Pero ella llegó peor de lo que él había imaginado: estaba furiosa debido a que Pablo, su esposo, no había llegado a recogerla al supermercado.

Mauricio trató de ayudarla con la compra y en sus pequeñas manos agarró dos bolsas de la compra con gran esfuerzo, mientras su madre, sin decir “gracias”, o alguna otra palabra, se dirigía a la cocina. Cuando llegó Pablo y tocó la puerta, Fernanda abrió en silencio, sin siquiera mirarlo para reclamarle por haberla dejado plantada. Ella no dijo nada. Solo lo ignoró, dando media vuelta para regresar a la cocina. Pablo ya estaba acostumbrado a esa actitud de deliberada indiferencia por parte de Fernanda cuando se sentía desobedecida por Mauricio, o decepcionada por parte de él.

Él sabía que ella era así incluso antes de casarse, pero no le importó, porque se dijo a sí mismo que podría lidiar con ello. Sin embargo, no consideró que Fernanda podría comportarse de la misma manera con sus hijos y que esa actitud a la larga los afectaría de manera emocional, y él no quería eso. Tendría que armarse de valor y hablar con ella, incluso cuando ella se dedicara a pasar de él todo el resto del mes.

La indiferencia mata

La indiferencia no es una actitud que solo se aplica con desconocidos, enemigos o personas necesitadas. Esta “enfermedad” puede extenderse hacia el interior de nuestros hogares y emplearse con nuestros seres amados a manera de castigo, ya sea al esposo o a los hijos, con falta de gestos amorosos, con largos y densos silencios, o tratándolos como si fueran trasparentes. Por increíble que parezca, hay quien siente que esa actitud es correcta e incluso se siente satisfecha cuando lo hace.

Quien obra así no es consciente de las consecuencias del castigar con la indiferencia a sus seres amados y, si pudiera ponerse en el lugar de sus seres queridos, sintiéndose ignorada y como si no ocupara espacio vital sobre la tierra, se daría cuenta de que ese es un acto degradante, que genera gran malestar y que, incluso, mata al amor.

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La mejor manera de solucionar los inconvenientes diarios no es ignorando a nuestros seres queridos, siempre es mejor:

1. Habla con claridad y calma para para que tu familia te entienda correctamente.

2. Si alguien en la familia padece de “mala memoria” no está de más recordar a tus hijos o compañero sus tareas o responsabilidades.

3. No pases por alto a los necesitados en la calle, algún día podrías ser tú quien requiera ayuda. Todos dan de lo que tienen en su corazón, nunca lo olvides.

Piensa un poco que el mundo está como está, debido a que hemos optado por ocuparnos solo de nuestro pequeño mundo. Hemos olvidado que con pequeños actos y un cambio en nuestra actitud, podemos poner un grano de arena para así vivir en paz y hacer que el mundo cambie un poco para quien lo necesita. El amor empieza por casa.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.