La paciencia: elemental cuando eres madre
Si crees que no tienes paciencia, o que tal vez no la necesitas, este artículo es para ti.
Denhi Chaney
Si hay algo que siempre he dicho acerca de mí es que la paciencia no es un don que se me dio al nacer: siempre he tenido problemas con la espera, con mi propio aprendizaje, con las personas que no me entienden, con tantas cosas que ya hasta he perdido la cuenta. He de admitir que con el tiempo y los consejos de mi madre, empecé a desarrollar más la paciencia. Cuando me casé con mi querido esposo pensé que sabía lo que era la paciencia, y aunque sí había aprendido mucho, en realidad no conocí la paciencia en todo su esplendor hasta que me convertí en madre.
Jamás en mi vida me imaginé la cantidad de paciencia que alguien tan pequeño precisaría de mí, ni como llevaría la poca paciencia que tengo hasta mis límites, al punto de sentir que voy a estallar. Sin embargo, conforme más difícil es ser paciente, más me doy cuenta de una poderosa verdad: la paciencia es necesaria cuando eres madre. Si no la tienes, la encuentras, pues sin ella no sobrevives. En efecto, la paciencia me ha ayudado a sobrevivir esta carrera tan intensa. Aquí comparto contigo el aprendizaje de mis experiencias.
1) Sobrevivir al cansancio
Sin la paciencia, nunca habría sobrevivido a aquellos días en que me siento apenas viva por el cansancio. La paciencia me ha ayudado a entender que en estos días de extremo cansancio, lo mejor de mí es suficiente, y que tal vez no pueda hacer todo lo que tenía planeado, pero que un día siempre ha sido productivo cuando me he tomado el tiempo de amar a mi chiquito.
2) Sobrevivir a mis errores
La paciencia ha sido esencial en tener misericordia conmigo misma y mis propios errores: los pasados, presentes y futuros; me ha dado la fortaleza para seguir intentando aun cuando fallo y cuando no sé qué hacer.
3) Sobrevivir a la naturaleza humana
La paciencia me ha ayudado a entender que aunque muchas veces creo que mi hijo es perfecto, la realidad es que es tan imperfecto como yo. El apreciar en lugar de juzgar su propia naturaleza humana ha venido como fruto de ejercer la paciencia de forma intencional, y de esta forma me he percatado de que mi amor por él ha aumentado y no disminuido.
4) Sobrevivir a los días más pesados
La paciencia ha sido mi maestra en los días más pesados, tú sabes: aquellos en que todo sale mal, en que estás al borde de la histeria y la depresión, todo al mismo tiempo. Es durante estos momentos en que me siento tan estresada que la paciencia me ensena a reírme, reírme lo más fuerte que pueda ante la conmoción que parece mi vida en ese instante.
No cabe duda que entre las muchas cosas que son necesarias cuando eres madre, la paciencia es una que jamás se debe de ignorar; y en lo personal no creo que esto se pueda hacer cuando nos estamos esforzando en ser buenas madres, puesto que si eres como yo y no tienes mucha paciencia, no te preocupes: aun cuando no quieras, la paciencia vendrá, no porque la desees sino porque la necesitas.