La relación con los abuelos cuando se es adulto
Estar a punto de perder a mi abuela materna me dejó varias enseñanzas: Disfrutar a los abuelos hoy. Expresar el cariño. Hacer algo por ellos.
Jackeline Ledezma
Es fácil desempeñar el papel de nieto cuando uno es niño, solo hay que dejarse consentir por los abuelos, respetarlos, jugar y divertirlos con nuestras bromas. Los abuelos, en su mayoría, son muy cariñosos y, al menos yo, tengo recuerdos hermosos de detalles que tuvieron conmigo durante mi infancia. Pero, ¿qué pasa cuando crecemos, cuando tantas obligaciones ocupan nuestro tiempo y nuestra mente?
Al crecer formamos una familia, obtenemos un empleo o nos preparamos para ser grandes profesionales. Sin darnos cuenta somos absorbidos por la rutina del trabajo o el corre corre de la casa, y nos olvidamos de esas personas que nos dieron tanto cariño en nuestra niñez. Con dificultad dedicamos un tiempo para visitar a nuestros padres o hermanos, dejando de lado a los abuelos.
Al día de hoy solo me quedan mis abuelos maternos. Tita Luz, como le decíamos los nietos de cariño y abuelo Rogelio, ya están en el cielo. Abuelo Diego, gracias a Dios está saludable e incluso guapo a sus 80 años; pero hace poco casi pierdo a mi abuela materna. Quiero compartir con ustedes lo que aprendí de esta experiencia.
Abuela Virginia es de esas señoras que no salen de la cocina, siempre dispuesta a dar un bocado a quien la visite, impecable desde temprano, peinada y bien vestida. ¡Ah! no le puede faltar el delantal. Ella no acostumbra quejarse y para no molestar a nadie disimuló muy bien los síntomas de la enfermedad que la aquejaba. Lo único que los hijos sabían era que se mareaba. Hasta que un día no se quiso levantar, con esa actitud era claro que se sentía mal realmente. De inmediato la llevaron al hospital más cercano, donde la internaron en el área de Adultos mayores críticos.
Tiene agua en los pulmones, dijeron los médicos, y una infección en los riñones que empeora la situación. Por la edad, los pronósticos no eran nada buenos. Al segundo día de haber ingresado al hospital la situación se complicó, entró en estado de coma y llamaron a toda la familia para que se despidiera, porque, según los médicos, de las cuatro de la tarde no pasaría.
¡Qué triste recibir esa noticia! Era imposible no atormentarme pensando en la última vez que compartí con ella; había sido tal vez quince días atrás, en la celebración de los 80 años de abuelo. Ahí estaba ella, elegante y coqueta como siempre; solo recordaba que me despedí a las carreras, como siempre, porque ya era tarde; no lograba recordar qué me dijo, porque realmente no presté suficiente atención a sus palabras.
Creo que nunca le dije que la amaba, pensé. No puede ser que se vaya sin saberlo, me repetía. Fue impresionante ver cómo toda la familia se unió en oración, abuela sobrevivió a ese día y según trascurría el tiempo cada vez respondía mejor al tratamiento. Solo Dios sabe cuál es el tiempo que tiene para llevarse a cada persona, ese no era el de abuela.
Esta historia tiene un final feliz porque quince días después pudo salir del hospital y actualmente está con nosotros. Dios nos la prestó por un tiempo más, pero pudo ser diferente; es por eso que comparto con ustedes tres cosas que aprendí de esta vivencia:
Disfrutar a los abuelos
Hoy los tenemos, mañana no sabemos; aunque para morir solo se requiere estar vivo. Cuando somos adultos y tenemos a nuestros abuelos con nosotros ellos están muy viejitos; por lo tanto, son más vulnerables ante una enfermedad. Algunos, incluso, pueden tener algún padecimiento, así que por más ocupados que estemos debemos apartar un espacio para visitarlos y compartir con ellos.
Dígales que los ama
Dios me dio la oportunidad de visitar a mi abuela en el hospital cuando estuvo mejor. Ese día aproveché para tomar sus manos arrugadas y manchadas por los años y decirle que la quería mucho. Ahora cada vez que me despido trato de guardar en mi memoria ese momento y procuro no hacerlo de prisa.
Haga algo por ellos
Puede ser que nuestros abuelos tengan alguna necesidad. Si tenemos un trabajo es probable que nuestra situación económica nos permita ayudarles. Comprarles un medicamento, pagarles un examen médico, comprarles vitaminas o invitarlos a pasear, son solo algunas de las cosas que podemos hacer por ellos.
Si usted tiene abuelos, disfrútelos, llámelos, cuénteles sobre sus logros, pero, sobre todo, dígale que los ama antes de que sea demasiado tarde. Lo siento, pero voy a terminar el artículo aquí, recordé que debo llamar a mis abuelos y decirles que los quiero…