Las diferencias de pareja no tienen que ser motivo de discusión
Las diferencias entre pareja son normales y buenas, entérate cómo manejarlas aquí, porque no tienen que ser motivo de lucha, sino de entendimiento, sacrificio y apoyo mutuos.
Denhi Chaney
Todas las parejas que conozco –y puedo decir incluso las que no– tienen sus diferencias. Esto suena obvio, puesto que no son la misma persona, de modo que se espera que existan diferencias. Sin embargo, muchas personas se comportan como si esperaran algo distinto: pretenden estar de acuerdo en todo y que no haya diferencias. Esto es, por supuesto, imposible, por decir lo menos. Todos aquellos que queremos estar en una relación con alguien tenemos que aprender a lidiar con nuestras diferencias.
Ahora, no me refiero a diferencias enormes tales como creencias religiosas, la manera en cómo educar a los hijos, etcétera, sino a aquellas que son menores como elegir algún tipo de películas, de música y comida; y aunque de entrada parezca algo menor muchas parejas tienen bastantes conflictos y peleas por estas diferencias, convirtiendo algo pequeño en un asunto de proporciones mayores. Estas palabras no tienen otro cometido que decirte que ninguna de estas diferencias tienen que ser motivo de lucha y conflicto si sabes cómo manejarlas y, con el paso del tiempo, aprendes a disfrutarlas.
Para darte un ejemplo déjame explicarte unas diferencias suscitadas en mi propia relación de pareja, que hemos aprendido a negociar: mi esposo es estadounidense y le encanta –con casi pasión– la música jazz, él mismo toca el saxofón y le gusta escucharlo y bailarlo; yo, en cambio, siendo latina, me encanta cualquier ritmo latino, que conlleva la pasión del baile. Ahora, a mí no me molesta el jazz, aunque tampoco me apasiona, y a él no le molesta la música latina –incluso le gusta–, pero no tiene idea de cómo bailar salsa; de modo que hemos aprendido a aceptar estas diferencias e intentar negociar cómo podemos seguir apreciando esta parte nuestra sin sentir que estamos olvidando a la otra persona. Lo conseguimos utilizando los siguientes consejos, que espero que también te resulten útiles:
1. Aceptación
Parece ser que el primer paso es siempre aceptar, y esto no es la excepción. Primero, hay que aceptar que por más que tratemos hay cosas que nos van a encantar y a nuestra pareja no, y esto no quiere decir que tengamos un problema, sino que gracias al cielo no somos la misma persona.
2. Buscar el interés mutuo
Incluso dentro de aquellas cosas en las que no coincidimos existen aspectos que se pueden compartir, con un poco de sacrificio. Por ejemplo, mi esposo ha aceptado que no me fascina escuchar jazz todo el tiempo, pero si viene a la ciudad una de sus bandas favoritas por supuesto que lo acompaño al concierto, aunque no lo disfrute tanto como él: es cuestión de transmitir que, aunque no nos guste mucho, estamos dispuestos a compartir esta pasión por el amor que le tenemos a nuestra pareja.
3. Disfrutar de forma individual
Este punto va de mano en mano con la aceptación, puesto que también tenemos que aceptar que algunas cosas que nos apasionan no podremos compartirlas con nuestra pareja, y está bien que busquemos hacerlo no obstante que implique que lo hagamos de forma individual. Por ejemplo, mientras mi esposo no tendría problema en asistir a un concierto de Maná, es muy diferente intentar enseñarle a bailar salsa, por lo que satisfago mi deseo de bailar con clases de zumba, lo cual hago de forma individual y en ningún momento se siente abandonado, sino al contrario, me lleno de gratitud porque me apoya en mis intereses personales.
Todos tenemos nuestras diferencias, y estas son buenas. No pierdan más el tiempo peleando por ellas, más bien aprendan a manejarlas de forma adecuada y de ese modo enriquezcan su relación al aumentar su capacidad de entendimiento, sacrificio y apoyo.