Lo que nunca debes decir a una pareja que no ha podido tener hijos
Yo también lo hice. Lastimé a alguien a quien quería con un comentario imprudente acerca de su situación. Aprende cómo acompañar a quienes viven con infertilidad, sin lastimar en el intento.
Pilar Ochoa Mendez
Quiero empezar admitiendo lo obvio: yo también lo hice. No recuerdo cuándo ni con quién, pero casi puedo asegurar que más de una vez he sido la del comentario inoportuno que ofende, irrita o lastima. Especialmente antes de que me pasara a mí. Perdón, lo digo sinceramente.
Y es que a pesar de que una de cada seis parejas puede tener problemas de infertilidad en algún momento de su vida, éste sigue siendo un tema tabú, rodeado de mitos, falsas expectativas, incomprensión y muchas veces tristeza. Nuestras intenciones son siempre las mejores: acompañar y ayudar a nuestros seres queridos en este camino, aliviar esa soledad llenándola de comprensión y esperanza. Si te gustaría acompañar a alguien con infertilidad, es importante que aprendas qué tipo de comentarios pueden ser especialmente dolorosos.
A continuación te comparto algunos de ellos, te aseguro que evitarlos hará que tu compañía sea más amorosa y alentadora.
1. “¿Para cuándo planean tener hijos?”
Esta es la primera y más inocente de las preguntas. Algunas parejas disimulan muy bien, otras reaccionan con molestia o tristeza, dejándonos con la pregunta sobre qué fue lo que hicimos mal.
2. “Solo relájense”
Y pero si añades: “la hija del vecino del compañero de trabajo de mi amiga se relajó, y mágicamente se embarazaron” Simplemente no funciona así. Me alegra mucho por la hija del vecino de no sé quién, pero esa fue una coincidencia, la infertilidad no se cura con viajes a la playa ni tés de manzanilla.
3. “Descubrí en la Internet este tratamiento”
Sí, te refieres a algo maravilloso que debes hacer (doctor mágico, homeopatía, dietas, bailes a la luna…). Siempre es bueno investigar un poco acerca de la condición, tratamientos exitosos, testimonios y demás cosas, pero no insistas. Nadie tiene que acudir a tal o cual tratamiento, tal vez simplemente aún no están listos y en su momento decidirán lo mejor para ellos.
4. “¿Por qué mejor no adoptan?”
(O peor aún: “¡Cómprate un perro!”) El camino de la adopción es una vocación, no es para todos. Tiene muchas más implicaciones de las que aparenta a primera vista y, aunque es maravilloso, es un camino que deben decidir solos. Insisto: cuando estén listos.
5. “Disfruta mientras puedas”
Es cierto, los hijos son caros, complicados y nunca te dejan dormir, pero bien sabía Sófocles cuando dijo: “Las parejas que no tienen hijos disfrutan de una felicidad muy triste”. Este comentario, que en otras palabras indica “disfruta de no tener hijos”, puede resultar especialmente insensible ya que ellos sueñan con el poder pasar una noche en vela cuidando a sus hijos. Evita quejarte incesantemente de los tuyos; ellos tienen su cruz, tú tienes la tuya.
6. “Entiendo perfectamente cómo se sienten”
No, no lo entiendes. No sabes de lo que hablaron antes de casarse, de sus miedos o las culpas con las que viven, de su historia familiar o su estado de salud. Es imposible ponerse por completo en los zapatos del otro, así que prueba mejor con un: “lo lamento, estoy aquí para ti”.
7. “Al menos se divierten intentándolo”
Si esta pareja ha acudido a tratamientos artificiales, puedo asegurarte que éstos son todo, menos divertidos. Incluso si buscan el embarazo de manera natural, la presión de tener relaciones los días fértiles puede complicar en mucho la relación. Este tipo de afirmaciones son comunes cuando ya no sabemos qué decir para hacerles sentir mejor. Prueba con admitir lo que sientes: “No sé cómo ayudarte. ¿Quieres distraerte? ¿Vamos a caminar?”
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Admitámoslo, no siempre tendremos el consejo que en ese momento necesitan. Pero siempre podemos ser la persona que escucha sin juzgar y sin dar consejos no pedidos. Seamos los amigos a quien pueden acudir cuando necesitan sacar su frustración o hablar de todo menos de sus problemas.
No podemos saber si su sueño de ser padres se cumplirá en un mes, un año o nunca. Podemos orar con ellos, por ellos y acompañarles en la medida de lo posible. “Las penas con pan son menos”, reza un dicho popular, y las compartidas pesan mucho menos aún.
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