Lo que nunca habías pensado sobre las señoras de servicio doméstico

Una amiga mía le dice a la chica que le ayuda con el aseo de su casa "la alegría del hogar". Y lo dice sinceramente, sin ironías. ¿Sabes tratar con respeto y amor a estas personas que hacen tanto por ti y por tu familia?

Marilú Ochoa Méndez

“¡Es que la chica que me ayuda con el aseo en casa es muy sucia y hace el trabajo de una forma tan descuidada!”. Esta frase —que fue casi un grito— interrumpió el desayuno que disfrutaba con mi amiga en un café de mi ciudad. Lo dijo una señora de sociedad que platicaba con sus amigas en una mesa cercana. Hablaba tan fuerte que durante quince minutos escuchamos sin querer todas las quejas y situaciones por las que ellas “sufren” debido a la persona que les ayuda con el aseo de su casa. Para ellas, hay que “aguantar” “los descuidos de las sirvientas” y hay que sufrirlas, disfrutando el tiempo libre que su trabajo nos regala quejándonos de ellas y a veces hasta burlándonos.

No pude evitar ponerme a pensar lo poco que nos relacionamos con las personas que tenemos más cerca, y regresé a casa meditando mucho sobre el tema. En este artículo te comparto mis reflexiones al respecto.

1. Valora el trabajo que hacen por ti

Si alguna vez te has quedado a cargo al 100% del aseo de tu casa, de la ropa de tu familia (lavar, planchar y guardar), atender pendientes y todas y cada una de las cosas necesarias para que funcione el complicado engranaje del hogar, sabes el tremendo esfuerzo que implica; y lo peor, es muy posible que en cinco minutos, tus hijos logren que no se note el esfuerzo tuyo de todo el día.

Me darás la razón si resumimos esta ardua labor como agotadora. Te cansas enormemente, pero lo haces porque es tu casa, es tu marido y son tus hijos o tus parientes. Te has preguntado ¿qué sentirá o pensará esa personita que va periódicamente a tu hogar a recoger relajos que no hizo y limpiar y lavar algo que otros han ensuciado? Seguramente lo hace porque necesita el dinero, pero ¿se te ha ocurrido que llegando ella a su casa tiene igual o más trabajo por el estilo que realizar?, ¿con qué actitud realizarías tú estas labores en una casa ajena?, ¿qué necesitarías para cumplir con tu trabajo con una sonrisa y “de buen modo”?

2. Trátala como la persona que es

Los buenos modales aplican en cualquier lugar y ante cualquier persona, así que ¡por favor! saluda, despídete, ofrece agua, tal vez algún refrigerio. Dialoga cordialmente y solicita las cosas utilizando las palabras mágicas: “por favor” y “gracias”.

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3. Ponte en sus zapatos

Sé empática (eso es ponerte en los zapatos del otro), y ayúdala a realizar sus labores de manera eficiente, facilítale las cosas, dale confianza y la oportunidad de exponerte sus dudas y necesidades. Dale el privilegio de la duda, si algo no queda exactamente como lo hubieras querido no tiene que ser porque ella es “descuidada”, tal vez puede ser porque no te explicaste correctamente, o porque ella simplemente tiene un mal día.

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4. Enseña a tus hijos a respetar

Tus hijos aprenden lo que viven. Si puedes, procura salir de las habitaciones que ella está recogiendo de momento, y enseña a tus hijos a hacer más fácil su labor evitando crear desorden en los lugares que se van limpiando.

Si educas a tus hijos a lavar sus platos después de las comidas, y a tender su cama, les mostrarás el valor de estas labores y eso les abrirá los ojos para valorar la gran ayuda que les brinda esta persona.

Mira este video: No sabía cuánto pesaba su ejemplo en sus hijos, hasta que vio este vídeo

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Para muchas personas, el trabajo en el hogar (la administración del hogar), no es un trabajo como tal. Las mujeres que salen diariamente a un lugar externo a prestar sus servicios profesionales “trabajan” —dicen—, y quienes permanecen en el hogar, nadie sabe qué hacen en realidad. Tú que estás activa todo el día, sabes el valor enorme que tienen las manos que hacen el día más agradable para toda tu familia. Felicidades por tomarte el tiempo para aprender a tratar con delicadeza a esta persona a la que muchas le debemos tanto.

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.