Lo que te pierdes por no tener hermanas. O lo que ganas, si las tienes
Los hermanos son nuestro lazo con nuestro origen. No solo nos une la sangre sino también los recuerdos de la familia que fuimos. Lo que te pierdes por no tener hermanas. O lo que ganas, si las tienes.
Myrna del Carmen Flores
A los 8 ocho años leí un cuento que mi hermana (la de en medio) escribió. Se titulaba “El fabricante de estrellas”. Sé que poco después apareció un libro con ese título, del escritor Henry Decker, pero no tiene nada en común con aquel cuento. Fue una historia que leí y releí por lo hermosa que era: mi hermana describía la profesión de un soldador desde un punto de vista poético. Durante mucho tiempo no pude evitar considerar estrellas a todas esas chispitas que brotan cuando un soldador trabaja. Por supuesto, las veía con la constante objeción de mi madre, que me recordaba el peligro de observar esa luz tan brillante, o que alguna rebaba cayera en mis ojos. Así que las miraba lejanas, pero sintiendo toda la poesía que mi hermana puso en su trabajo escolar. Desde ese día comencé a admirar su fase artística. Sus escritos, sus pinturas, su decoración… Admiro incluso su sazón al cocinar.
Mi hermana mayor era todo lo contrario. Su fuerte son las matemáticas, la física, la química. Lo práctico, en suma. Por eso mismo tal vez siempre acudía en su ayuda cuando era niña, y continué haciéndolo aún después de tener a mis hijos. Pero de niña fue como una madre para mí. Si tenía algún problema, acudía a ella sin pensarlo. Recuerdo el día en que me quebré el brazo: mis padres no estaban en casa, de modo que la responsabilidad de ayudarme, e incluso regañarme, por traviesa, fue suya. Cuando era una niña la veía como alguien fuerte, en quien podía descansar mis problemas.
Las tres somos distintas. Reaccionamos de una forma diferente ante cada situación en la vida. Tenemos opiniones diversas para educar a los hijos, para vivir nuestro matrimonio, etcétera. Hemos ido cambiando conforme nuestra vida ha cambiado también. Sin embargo, la raíz es la misma: nuestros padres, lo que nos va a unir para siempre. Muchos hermanos continúan unidos a pesar de los años, lo que considero admirable. A veces es muy difícil llevarse bien; pero hay algunos aspectos a considerar:
Las raíces
Los hermanos tenemos una raíz que son nuestros padres, cuando celebramos algo, cuando ellos enferman, incluso después de que nuestros padres ya no están. El estar junto a tus hermanos te trae recuerdos hermosos de tus padres.
Hermanos de sangre y hermanos por elección
Por supuesto, hay quien dice que los hermanos son los que se eligen. Sin embargo, creo que lo mejor es tener a ambos: tus hermanos de sangre y tus hermanos del corazón. Aquellos que sabes que están contigo porque te quieren como si sus padres hubieran sido los mismos. Y aquellos que han estado contigo desde que naciste.
El amor compartido
A pesar de todas las diferencias que pudiera haber, es ese amor que surgió de la convivencia en familia. El amor por los padres, y por supuesto el amor por los sobrinos es algo que te hace sentir vivo y completo.
En el caso de mis hermanas solo puedo decir que somos tres vidas, tres personas diferentes: nuestras metas, nuestra forma de ver la existencia, nuestros destinos nos han llevado por distintos caminos. Sin embargo, es lindo saber que nuestra sangre siempre nos unirá y que, a pesar de esas diferencias, somos hermanas y sabemos que podemos contar una con la otra.