Lo que toda mujer debe saber, y ninguna quiere mencionar

¿Sufres ansiedad, preocupación y temor cada vez que se acerca tu periodo menstrual? Te comparto algunas ideas que pueden ayudar a reconciliarte con tu menstruación y a disfrutar de ella.

Mariana Robles

Durante muchos años la menstruación fue para mí algo semejante a una ominosa condena que debía esperar con resignación. Por si el dolor físico fuera poco, aquellas primeras menstruaciones de mi vida fueron con frecuencia motivo de escarnio entre mis compañeros de clase, incluidas mujeres y hasta maestras. Y no fue sino hasta varios años después de mi primera menstruación que pude empezar a reconciliarme con ella.

Sin importar si eres hombre o mujer, permíteme compartirte algunas cosas que me han ayudado a hacerlo:

La menstruación no es repulsiva o patológica

Debemos tener claro que la menstruación es parte de un proceso natural y saludable que se presenta en todas las hembras. A pesar de que puede implicar dolor, conviene dejar de nombrarla como algo patológico. Esta no es un periodo de enfermedad, no es algo sucio, repulsivo, ni vergonzoso. Cuando entendemos esto, como mujeres nos encontramos en posibilidad de vivirla como algo que testimonia la forma en que nuestro cuerpo está conectado con la perfección de los ciclos de la naturaleza. Observa la luna y descubre cómo tu cuerpo se sincroniza con ella prácticamente sin que tú lo notes.

Aprende a conocerte

Registrar tus periodos en un calendario (lunar, preferentemente) no solo te permitirá identificar anomalías y retrasos en este, también te ayudará a conocerte mejor: anota cómo te sientes, qué te emociona o irrita, tus sueños y deseos. Esto te permitirá comprender algunos de tus estados de ánimo, sentimientos y sensaciones a lo largo del mes. Recuerda: descubrir cómo tu menstruación te conecta con la naturaleza allá afuera también te permite reconocer y conectarte con la naturaleza dentro de ti.

Menstruar no es motivo de burla y vergüenza

Ayuda a mujeres y hombres a vivir este periodo como algo que no debe causar vergüenza. Evita prejuicios y bromas sexistas sobre ella: ni toda la furia, ni todo el llanto femenino depende de cambios hormonales. Sin embargo, también es cierto que los flujos de hormonas producen cambios en nuestra percepción y sensibilidad. Esto ocurre a lo largo de todo el ciclo; es decir, durante todo el mes: aprende de ello, no para ridiculizarlo sino para comprender y respetar a cabalidad a las mujeres que te rodean.

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La sensibilidad no es obstáculo

A pesar de la diversidad cultural que existe en el mundo, en general vivimos en sociedades en las que la sensibilidad es menospreciada por ser opuesta a valores propios del mundo moderno, como la competitividad. En parte, es por ello que las emociones asociadas con la menstruación son motivo de burla y, por ende, que muchas veces busquemos ocultarlas. Sin embargo, estas cualidades (que además no son exclusivas de las mujeres) son, entre otras cosas, lo que nos permite relacionarnos con el mundo armónica y empáticamente. La menstruación nos regala preciosas horas de mayor sensibilidad y de una percepción más fina que la habitual. No la vivas como un obstáculo, aprovéchala y deja salir tu parte más creativa: pinta, escribe, medita. Conéctate con esa parte tuya que el acelerado ritmo cotidiano mantiene oculta.

La menstruación no es una penitencia

Aunque la menstruación suele acompañarse de cierto grado de dolor, al respecto consideremos dos cosas:

A) Si tus periodos menstruales son muy dolorosos o de súbito empiezan a serlo, ello no necesariamente es “normal”. Algunos dolores asociados con la menstruación pueden ser síntomas de alguna afección que un médico puede detectar. Trata de identificar qué tipo de dolor, dónde, qué día y asociado a qué cosas se presenta. Llevar una bitácora puede ser de gran ayuda para tu médico.

B) Las mujeres contamos con la paradójica condición de ser consideradas “el sexo débil”. Paradójico porque, aunque tenemos “licencia social para la fragilidad”, en lo relacionado con la reproducción pareciera que “estamos hechas para aguantar dolor”. Conviene romper ambos estereotipos: ni somos frágiles por naturaleza, ni estamos obligadas por ésta a soportar el dolor, además, en forma solitaria. La propaganda de medicamentos para aliviar el llamado “síndrome premenstrual” nos muestra una menstruación que trae terribles dolores que solo podremos aliviar al consumir sus productos. Debes saber, sin embargo, que existe una buena cantidad de plantas que son fáciles de conseguir y pueden ayudarte a disminuir el malestar. Las infusiones de hierbas con propiedades desinflamatorias, como el árnica o relajantes y sedantes, como la lavanda y el clavo de olor, ayudan mucho. Aceites esenciales para dar masajes y ungüentos aromáticos y relajantes (de caléndula, salvia y romero, por ejemplo) conservan el calor en el vientre, tienen propiedades antiespasmódicas y proporcionan una sensación de tranquilidad. Procúrate bienestar y recuerda que también es permitido quejarte, pedir atención y cuidado.

Cuida de ti

En cada menstruación el cuerpo femenino pierde nutrientes y componentes indispensables para el cuerpo, como el hierro: consumir vegetales de hojas verdes y alimentos ricos en vitaminas B, C y E contribuirá a reponerlos. Compensa estas pérdidas alimentándote bien y, principalmente, cuidando amorosa y diligentemente de ti. Si eres hombre, conviene que sepas que en general a las mujeres nos han enseñado a ser fuertes y a aguantar de modo estoico los “dolores femeninos”; por ello, es común que no pidamos ayuda o incluso puede que busquemos privacidad y recogimiento. Si ese es el caso, respétalo, pero también debes saber que es probable que a las mujeres que tienes cerca les apetezca una bebida caliente (alguna infusión o bebida a base de cacao puede funcionar muy bien), un dulce o chocolate y una compresa o frazada que brinde calor al vientre.

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Finalmente, seas hombre o mujer, reconcíliate con la menstruación: la tuya, la de las mujeres que te rodean. No le temas, te avergüences o incomodes, mírala con respeto y admiración, como una maravillosa oportunidad para regresar, cada veintiocho días (o una luna), al vínculo milagroso que nos une a la naturaleza y que hace posible la vida.

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Mariana Robles

Mariana Robles es maestra en psicología social. Actualmente vive en México y se dedica a la docencia y la investigación.