Los médicos y el abuso de poder

Una experiencia personal de salud, me hizo observar cómo la gente abusa de su poder ante la ignorancia y la vulnerabilidad de las personas. El conocimiento da poder... ¿Lo usas o abusas de él?

Erika Gaytán

Llegas a una clínica por la noche con un fuerte dolor, una herida o alguna hemorragia. Y lo primero que ves es a mucha gente igual o más angustiada que tú. Deseas que te atiendan de inmediato, pero no se puede. Primero debes llenar todo el papeleo que se requiere para ingresar, así como pagar el servicio previamente. No te explicas cómo puede ser más relevante finiquitar esto que ser atendida con prontitud.

Y cuando logras pasar te enfrentas a otras cosas y sensaciones: miedo, dolor, soledad, angustia… En fin, a un conjunto de emociones encontradas que hacen que veas al hospital como un lugar escalofriante y, sin embargo y al mismo tiempo, como un sitio muy seguro.

El abuso de autoridad

Esto me tocó vivir hace unos días, porque me vi obligada a ingresar al área de urgencias del hospital. Donde, de forma general, puedo decir que tuve la fortuna de conocer a gente profesional muy humana: doctores, enfermeros, camilleros, cocineros, personal de limpieza, todos de edades y experiencia diversas.

Por desgracia, también me topé con un par de personas que, abusando de su puesto y de la vulnerabilidad de los pacientes, los agreden de forma física y psicológica; decían frases como: “Y tú, ¿por qué estás aquí?”, “Te deberían de curar en tu lugar de residencia”, “Ustedes están aquí porque quieren, nadie fue por ustedes”, “No aguantan nada”. Estos y otros comentarios tuvimos que soportar a lo largo de nuestra estancia mis compañeras de cuarto y yo.

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Al pensar en el porqué de dichas actitudes surgieron varias opciones: no les gusta su profesión, tienen sueño, están cansadas, trabajan solo por dinero y no por vocación, las han tratado tan mal que en el momento en que tienen un poco de poder lo aprovechan para desquitarse un poco…

Y luego me hizo reflexionar que esto no puede ser exclusivo de quienes se dedican al mundo de la salud, sino que puede aplicarse en cualquier oficio o profesión; de hecho, es algo que aplican algunos padres con sus hijos consciente e inconscientemente.

¿Alguna vez has caído en alguna de estas actitudes? ¿Has abusado de tu poder para desquitarte de lo que te han hecho? ¿Has abusado de tus conocimientos para fastidiar a alguna persona?

¿Qué podemos hacer para no abusar de los demás?

1. Desarrolla un espíritu de servicio

Si tienes hijos o alguna profesión de la cual dependan terceras personas, haz tu mejor esfuerzo, pues no hay nada más reconfortante que levantarte día a día y decir: “Hoy lo haré mejor que ayer”. Toma en cuenta que el oficio y profesión, tu matrimonio y el ser madre… fueron elecciones por las que te inclinaste por sentirte con vocación, por deseo o por tus habilidades.

2. Cuida lo que dices, y cómo lo dices

No juzgues a las personas, no sabes la raíz de su comportamiento, acciones o problemas. Cuando uno acude con otra persona para ser auxiliada u orientada, es porque requiere de ayuda, no de sermones y descalificaciones. Considera que así como otras personas requieren hoy de tus conocimientos, el día de mañana puedes necesitar de los suyos.

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3. No lleves tus conflictos personales al trabajo

Algo muy sano y que pocas veces se hace es dejar los problemas profesionales o conflictos íntimos de lado. De lo que te pase como individuo, es asunto solo tuyo. Así que cuando tengas alguna inquietud, tómala entre tus manos y déjala a un lado, luego tendrás tiempo de retomarla y aplicarte en su solución.

Para muchas personas resulta bastante difícil utilizar estos puntos, pero, créeme, pueden ser de gran ayuda para ti y los demás, máxime si se trata de interactuar con las demás personas. Ahora entiendo por qué los doctores están vestidos de blanco… porque se trata de ángeles disfrazados.

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Erika Gaytán

Oriunda de la tierra del taco, el mariachi y el folklore. Periodista de profesión y corazón. Por muchos años he tenido la fortuna de colaborar como docente en la educación de niños, adolescentes y jóvenes. La música, la enseñanza, la investigación, lectura y escritura son mis grandes aficiones.