Los piropos. El arte de ser caballeroso o vulgar
Si al pasar por la calle un hombre te ha agredido, haciéndose pasar por ingenioso, seguro que te interesará leer este artículo.
Yordy Giraldo
Cuando uno revisa la etimología de una palabra, por lo general ésta nos dice no lo que significa la palabra, sino lo que decía en el pasado. No nos dice tanto lo que significa algo, sino lo que debería significar, y de paso nos indica cómo han cambiado los humanos al usar las palabras. La etimología de la palabra “piropo”, quiere decir “rojo fuego”; era una metáfora de los rubíes, que a la vez eran un símbolo del corazón. Los enamorados regalaban un rubí a su enamorada y, si no tenían la capacidad como para comprar uno, regalaban eso: un piropo.
Era un cumplido, una galantería. Pero ese concepto ha desaparecido. La palabra ha evolucionado junto con nuestra civilización. Como dicen los expertos, hoy día el piropo es un ejercicio de dominación patriarcal. Los aspirantes a galán de quinta que nos topamos en la calle nos “regalan” piropos cuyo fin ya no es conquistarnos —salvo rarísimas excepciones— sino dominarnos a través del lenguaje y que lo único que consiguen es que terminemos entre ofendidas, avergonzadas y humilladas a partes iguales. Por lo general el resultado es ofensivo, injurioso, desagradable y nada atrayente.
De nuevo: los piropos en su origen tuvieron por propósito el de halagar, romper el hielo y dejar en claro a la persona en cuestión que goza de la atención de quien la piropea. Hoy día en cambio se ha convertido en pretexto para insultar, agredir y hasta hacer mofa del atractivo físico de las mujeres. Se ha convertido en mera violencia verbal.
Es por eso que merece un espacio para tratarse, pues al igual que muchas otras conductas de la vida diaria, tiene su inicio en la educación que damos en casa. Aunque quizá no lo hayas pensado de esa manera, el que nuestros varones se sientan con la confianza de referirse en formas tan denigrantes hacía las mujeres, deja en claro el poco respeto que les hemos inculcado para con nuestro género. Por ello, bien vale la pena hacerte esta pregunta:
¿Cómo educar a tu hijo para que sea un caballero?
1. Enséñale a respetar
Todas las personas merecen respeto independientemente de sus ideas, apariencia física o género. Especialmente a las mujeres, quienes debido a los estereotipos son acosadas constantemente. Repíteselo tanto como sea necesario: ¡A las mujeres se les respeta!
2. No alimentes prejuicios
Muchas veces el actuar de los hijos es un reflejo de lo que ven y escuchan en casa, y no en pocas ocasiones son los padres de familia, mamá o papá, quienes se expresan de manera despectiva ya bien sea por la profesión que se desempeña, el estilo de ropa que se utiliza, o las parejas que se hayan tenido. No lo hagas.
3. Explica lo que es un piropo
Déjale saber que los piropos se dicen con la intención de que la mujer se sienta hermosa, incluso divertida, pero jamás ofendida. Un piropo que la agrede en su femineidad, en su seguridad, en su valía, de ninguna manera califica como cumplido, en todo caso es una agresión, y un hombre que se respete no agrede a una mujer.
4. Incúlcale el dulce encanto de la discreción
La idea es agradar a la chica, así que es algo que se dice “en corto”, un cumplido que se dice a gritos sin importar el contenido, es ofensivo y vulgar. Es exponer y evidenciar a la persona y eso es innecesario y descortés. Además de que se corre el riesgo de terminar liados a golpes en caso de que la mujer tenga pareja.
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5. Enséñale a acariciar con palabras
La intención siempre es tan importante como el contenido. Muchas veces las palabras van en un sentido y el tono en otro, haciendo que el mensaje no llegue correctamente. Hazlo consciente de que las palabras pueden causar tanto dolor como satisfacción. No sé de ninguna mujer en el mundo a la que no le agrade la idea de ser piropeada con palabras que resalten su autoestima, que le hagan sentir que el cuidado que pone en su persona vale la pena.
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La queja de tantas y tantas mujeres no es en contra de los piropos, es en contra de los hombres que usan los piropos para lastimar nuestra imagen, para sobajarnos por el sólo hecho de ser mujeres y ellos tener la idea equivoca de que somos objetos sexuales.
Te invito a rescatar el piropo. A regresarle la dignidad al lisonjeo romántico de los cumplidos apasionados. ¡Eduquemos caballeros en casa para que las calles se llenen de galanes de primera!