Cómo dejar de ser la madre de tu esposo

Tú no eres su madre, eres su compañera. Lee este artículo para descubrir la forma de lograr una dinámica matrimonial más equitativa, estimulando sus fortalezas.

Sara Hagmann

Nota del editor: Este artículo fue originalmente publicado por Sara Hagmann bajo el título “How to stop mothering your husband”. Ha sido publicado aquí con su permiso.

Tengo que hacer una confesión. Algunas veces, intento educar a mi esposo. No es que no sea un adulto capaz y competente, en verdad lo es. Es solo que soy una esposa muy intensa en el aspecto emocional, con una adicción por tener todo listo, mientras que él es un esposo dulce y tranquilo, a quien algunas veces le cuesta realizar las tareas. Si me descuido, puedo regañar, mimar o ser condescendiente, y todo sin darme cuenta que mi actitud es el mayor problema. Olvido que no es un muchachito grandulón, sino la cabeza de mi hogar y el amor de mi vida.

Las veces que tengo más cuidado, sin embargo, he encontrado muchas técnicas para salir de esa actitud mental de madre-hijo. Comparto estos consejos contigo y espero que tú también puedas dejar de mimar a tu pareja y, en lugar de eso, comiences a amar a tu cónyuge.

Maneja tus emociones como un adulto

Sin notarlo, es probable que hayas caído en un patrón de arrogancia, enojo o apatía. Tu esposo no es responsable de tus reacciones. Como una mujer adulta, puedes tomar control de tus emociones y conductas de manera que dejen de contribuir al problema.

Me llevó mucho tiempo comprender este concepto. Es fácil sentirme frustrada con mi esposo cuando veo que aún no ha empezado sus labores, pero su descuido no disculpa mi inmadurez. Orando con frecuencia, soy capaz de enfrentar las situaciones como un adulto y dejar de acusarlo a él de ser un niño.

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Elimina el hábito de regañar a tu esposo

Todos tenemos momentos en los que olvidamos hacer cosas que otros, aun nuestra amada pareja, nos piden hacer. Los recordatorios constantes de esas tareas, concretamente los regaños, indican que no crees en la capacidad de tu esposo y que consideras que tus necesidades son más importantes que las suyas. Cuando te descubras haciendo esto, detente, replantea tus expectativas y aprende a dejar ir las cosas menores.

Si tu esposo te pidió un recordatorio de las tareas que quieres que realice, imagina una forma de hacerlo que sea simple y neutral en el aspecto emocional. Por ejemplo, mi esposo tiene una pizarra cercana al lugar donde realiza sus labores. Reserva un espacio donde yo puedo escribir: “Cariño, podrías por favor…” y él puede tachar las cosas de la lista conforme las va realizando, sin ningún recordatorio extra de mi parte.

Reemplaza cualquier señal física que diga “madre” por una que diga “esposa”

Soy una persona afectuosa en el aspecto físico, de manera que toco a mi esposo con frecuencia. Sin embargo, cuando de manera inconsciente comienzo a tratarlo como una madre, estos gestos pueden molestarlo. Es por ello que intento de una forma activa pensar en él como “el hombre fuerte con quien me casé”. Cuando tenemos contacto físico, aprovecho también las oportunidades de mostrarle mi admiración.

De la misma forma, intento lucir bien vestida para él cuando llega a casa. Está bien si la cena tarda unos minutos más, después de todo, debemos conquistar a nuestros esposos aun después de casados, y el mensaje que mandamos es uno de los más agradables que podemos enviar a su masculinidad. Por el contrario, pocas cosas son tan castrantes como un “¡Oh, pobrecito niño!”, cuando algo le sale mal.

Deja de intentar compensar

Aun si tu esposo no siempre contribuye tanto como esperas, realizar las labores que a él le corresponden solo hará que te canses y que tu esposo se sienta irrelevante. Esto, a la larga se transforma en frustración y baja auto estima, ninguna de las cuales les ayuda a los dos a funcionar como un equipo que, con amor, trabaja hacia una solución real para los problemas. Puede ser un momento para que bajes tus expectativas o pidas apoyo a un servicio de limpieza, una aplicación para organizarse o hasta un consejero profesional.

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Algo que de verdad funciona en mi matrimonio es pedir ayuda cuando mi esposo está disponible, no después que me siento agotada por las millones de cosas que estoy haciendo. Si él está navegando en internet en su celular, podría sentirme molesta de que no me ofrezca ayuda con la cena, o puedo pedirle de manera cordial que venga a ayudarme. Una petición amable e inmediata más que una crítica exhaustiva después, nos recuerda a ambos las fortalezas que contribuyen al éxito de nuestro matrimonio. Afirma que somos compañeros en condiciones equitativas.

Necesitas perder, para tener un matrimonio feliz

Cuando siento que estoy mimando a mi esposo, por lo general significa que me responsabilizo de sus acciones. Sin embargo, es un adulto y perfectamente capaz de tomar sus decisiones. Claro que sus acciones me afectan, pero confío en que él tome las decisiones en beneficio de ambos. Aun si no lo hiciera, solo tengo control de mi respuesta a sus decisiones, no de las decisiones en sí mismas.

Considera lo que haces en tu propia vida que la hace gratificante y significativa. ¿Puedes pensar en algo? Si la lista parece pequeña, pudiera ser una señal de que fundamentas tu valor en las decisiones de tu esposo, más que en las tuyas. Esto, por supuesto, crea una dinámica de madre-hijo, además de limitar la felicidad que aportas a tu matrimonio. La próxima vez que te sorprendas a ti misma mimando a tu esposo, mejor utiliza esa energía en algo que disfrutes. Y luego, con toda la satisfacción que obtuviste, vuelve a considerar la situación y nota lo poco importante que parece ahora.

Las esposas pueden ser una buena fuente de poder para las vidas de los esposos, pero solo si se aman como iguales. Más que enojarte, manipular o desesperarte, puedes persuadir de una manera razonable, alentar de forma gentil y respetar de manera amorosa a tu esposo. Esto le alentará a proteger, proveer y dirigir el hogar como todo buen hombre debe hacerlo.

_Traducido y adaptado al español por Myrna del Carmen Flores

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Sara Hagmann

Sara Hagmann is a stay-at-home wife and writer who loves traveling, cooking, and kissing her husband. A lot.