La violencia contra los hombres. Puede estar en tu familia y no es cuestión de risa

La violencia existe y no tiene género, si eres maltratado ponle un alto a la situación y denuncia

Erika Otero Romero

Muchas veces en esta página hemos hablado acerca de la violencia doméstica contra la mujer, pero ¿dónde dejamos el correspondiente a la violencia contra el hombre? Porque aunque no sea un tema del que se hable por radio y televisión, los casos de violencia física y psicológica contra los varones cada día van en aumento.

Dos casos de violencia contra hombres

Conozco de cerca varios casos de violencia hacia el género masculino, acá los expondré brevemente:

Jairo era un hombre mucho mayor que Nelly, la mujer con la que se casó. Tiempo después de casarse, Jairo y Nelly empezaron a tener problemas pero lo que él nunca imaginó es que Nelly, una noche que él llegó un poco ebrio, le golpearía fuertemente con un sartén. Con el paso de los días la furia de Nelly parecía no mermar, las groserías y la desatención por parte de su esposa iban en aumento y se volvió algo crónico. A pesar de eso, el matrimonio duró unos 10 años entre temporadas de paz y violencia, hasta que el divorcio se hizo presente. Jairo jamás reconoció ante sus familiares o ante alguna autoridad pertinente el maltrato del que fue objeto.

La situación de Carlos es un poco diferente al caso anterior. Carlos estaba separado de su primera esposa, mujer a la cual maltrató en algunas ocasiones. Sin embargo, con su nueva pareja sentimental la cosa era diferente, casi una luna de miel, pero con el tiempo, Carlos empezó a tener “malos ratos” con Julia. Él padeció, sin motivo alguno, de celos incontrolables por parte de su pareja que venían acompañados de insultos, gritos y objetos que volaban directo a su cabeza. Carlos en un momento dado se cansó del comportamiento de Julia y fue a poner una caución a la entidad pertinente de asistencia familiar o ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar), con el fin de que esa institución le hiciera caer en cuenta a Julia sobre lo que estaba haciendo; pero el resultado fue contrario a lo que Carlos esperaba y fue “acusado”, por los encargados del caso, de provocar la ira en su mujer. Es decir, fue desestimada la acusación ya que él era hombre.

Se procede de igual manera que en el caso de la violencia contra la mujer

Como puedes ver, los dos casos son opuestos pero el resultado es el mismo, derrota total y silencio perpetuo. Muchos hombres por temor al ridículo social guardan silencio ante esa situación, como en el caso de Jairo. Contrariamente Carlos, se atrevió a tratar de poner en manos de las autoridades sus padecimientos, aunque su queja no fue tomada en cuenta.

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Pese a lo anterior, el mundo y las autoridades cada día están “abriendo un poco más los ojos” ante esta situación. Así el contexto podría ponerse un poco mejor si fueran muchos más los hombres que sin temor al ridículo, se atrevieran a sentar un precedente y con eso ayudar a que las leyes de protección se endurecieran, no solo en América Latina sino en todo el mundo.

Un hombre no es menos hombre por pedir ayuda y asistencia de las autoridades pertinentes. Un hombre no es menos valiente porque reconozca que está enfermo o que tiene miedo, o que se siente sin esperanzas.

Ser hombre no es sinónimo de fuerza y fortaleza constante, aunado a un espíritu de hierro. Un hombre tiene derecho a mostrarse débil y deseoso de encontrar amor y de ser respetado.

Hombre, si eres víctima de maltrato intrafamiliar o acoso laboral denuncia por parte de mujeres agresoras, este es el momento de actuar: esa puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.