Te sorprenderás al descubrir la causa número 1 de divorcio

Hoy, 17 de cada 100 matrimonios terminan en divorcio. ¿Qué hace que las parejas se rindan en la lucha por ésta, la empresa más importante en la vida?

Pilar Ochoa Mendez

Según estadísticas gubernamentales, tan solo en el año 2012, en México más de 580 mil parejas contrajeron matrimonio civil. Ese mismo año se registraron casi cien mil divorcios.

Hace cincuenta años el divorcio era un tabú, algo por lo cual señalar o ser señalado. Hoy, estas mismas estadísticas arrojan un aproximado de 17 divorcios por cada 100 matrimonios. ¿Significa eso que por cada 100 matrimonios, los 83 restantes tienen un matrimonio feliz?

Siendo estudiante universitaria, el sacerdote que impartía la materia de Teología hizo frente a mi grupo una declaración que nos dejó frías: “Con los años de ministerio que tengo -empezó enfáticamente- hay una cosa que puedo decirles: casi todas ustedes tendrán graves dificultades en su matrimonio, infidelidades y divorcio”. Nuestra respuesta inmediata oscilaba entre la incredulidad y el enojo, ¿cómo podía decirnos eso? Y entonces continuó: “¿Quién, de entre las presentes, quiere ser parte de la minoría que tenga un matrimonio pleno y feliz? Y, lo que es más importante, ¿quiénes están dispuestas a hacer lo necesario para que esto ocurra?”

De ninguna forma el Padre Santiago estaba siendo inocente, con los años estoy cada vez más convencida de la verdad y el poder en sus palabras. No nos habló de un matrimonio fácil, exento de problemas, retos que pueden parecer imposibles: nos habló de luchar por lo que creemos y, como dice un famoso dicho latino: “Todo lo que vale, cuesta”.

¿Por qué los matrimonios fracasan?

Según la firma británica de abogados Slater & Gordon, una pareja pasa 24 meses y 12 días pensando en el divorcio antes de tomar esa dura decisión. Él o ella lo discuten con familiares y amigos, luchan durante meses por recuperar el matrimonio, pero muchos fracasan. Entre las razones por las que llegan al divorcio el estudio enlista la infidelidad, que no eran felices, falta de amor o comunicación, frecuentes discusiones, incluso problemas de dinero pero, ¿cómo es entonces que tantas otras parejas con mil problemas similares, logran mantenerse no solo unidas, sino felices? ¿Cómo pueden revivir su matrimonio?

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¿Qué es lo que realmente hace que los matrimonios se separen?

¿Será que nunca estuvieron verdaderamente juntos? ¿Será que no estaban listos para casarse?El amor no desaparece, el enamoramiento sí. Salvo contadas excepciones, el matrimonio termina porque nunca empezó como debía de ser, porque él y ella no sabían la magnitud de la empresa que emprendieron el día de su boda.

Casi todos los votos matrimoniales dicen más o menos lo mismo: “Yo, te acepto a ti como mi esposa/o. Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad. Amarte y respetarte todos los días de mi vida”. Pero, ¿qué significa eso? Vamos por partes:

1. Te acepto a ti, con todo lo que eres

En ese momento, no se hacen excepciones: “te acepto, mientras no tengas mal aliento o subas de peso”. Te acepto y ya, dicen los contrayentes: nos aceptamos con todo lo que somos y podremos llegar a ser.

2. Te acepto como mi cónyuge

Podrán ser amigos, novios, compañeros, cómplices, enfermeros, amantes: son cónyuges, han aceptado ser para el otro su pareja, un rol que nadie más en la vida debe tomar, ni sus padres, jefes, mejores amigos, mucho menos los hijos. ¿Somos verdaderamente el par de nuestro cónyuge?

3. Prometo serte fiel

Tampoco se hacen excepciones a la fidelidad: “te seré fiel mientras te mantengas delgada”, “te seré fiel mientras me sienta escuchada”. Los contrayentes prometen ser fieles y la fidelidad implica que solo él y ella compartirán aspectos íntimos en el aspecto físico así como en lo emocional y espiritual. La infidelidad puede empezar cuando se comparten con otra persona emociones, preocupaciones, aspectos de la intimidad que solo correspondería conocer a nuestra esposa, a nuestro esposo.

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4. Sin importar riqueza o pobreza, salud o enfermedad

Se aceptan por completo, incluso si mañana uno de los dos desarrolla una adicción o enfermedad, por más incapacitante que ésta pueda resultar. Si mañana se convierten en millonarios o deben ajustar su estilo de vida a una situación económica más limitada. Nadie promete que la vida no será difícil, sino que a pesar de los pesares, se mantendrán fieles. Cuando las cosas están difíciles, a veces simplemente debemos estar ahí.

5. Prometo amarte y respetarte

¿Existirán unos votos que digan, “prometo soportarte aunque me irrite tu forma de ser”? ¿En cuántos matrimonios parece que simplemente los esposos se toleran durante años? Hasta que, naturalmente, uno de los dos resulta agotado, harto. Sí, el amor es como una planta: no siempre nos mostrará sus mejores frutos, pues para ello requiere de atención y cuidado diario, constante, firme. Recordemos que amar es una decisión en la que podemos ser firmes a pesar de cualquier dificultad. Una frase que puede resumir la promesa del amor verdadero es “ámame cuando menos lo merezca, es cuando más lo necesitaré”.

6. Todos los días de mi vida

El amor, si no es para siempre, no es amor. Será enamoramiento, ilusión o emoción. Si cuando se casaron alguno de los dos tenía reservas mentales acerca de la duración del matrimonio, es momento de hablarlas con toda apertura. Es una realidad que las parejas que se casan “mientras todo funcione”, estadísticamente, están mucho más orientadas al divorcio que a un matrimonio duradero y feliz.

Alguna vez escuché en televisión, con bastante ironía, que el primer causal del divorcio es el matrimonio. Hoy creo que el primer causal del divorcio es un matrimonio que no lo es por completo, en el que uno de los dos o ambos no sabían la grandeza de la empresa que emprendían, la más grande de sus vidas. A veces la más difícil. Siempre, la más hermosa.

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Pilar Ochoa Mendez

Pilar es pedagoga, está convencida de que su forma de cambiar al mundo es a través de la familia y la educación. Le encanta leer, mirar televisión y una buena discusión, incluso cuando no gana.