Mi hijo dejó de creer en Santa Claus, ¿cómo explicarle sin quedar como mentirosos?

La magia de la Navidad, de descubrir los regalos bajo un árbol, es parte importante de la infancia, pero ¿qué pasa cuando uno de tus hijos deja de creer? Mi hijo dejó de creer en Santa Claus, ¿cómo explicarle sin

Diana Brante Morales

Estoy como si me hubieran tirado encima un balde de agua fría: ayer mi hijo me dijo que ya no creía en Santa Claus, que sabía que no existía y que los regalos los comprábamos los papás. Mi sorpresa fue gigante, en particular porque hace apenas un par de semanas perdió un diente y se lo dejó al ratoncito. Cuando lo dijo comencé con dolor de estómago, me dio pena, rabia, nervios, experimenté de todo un poco. Estoy segura de que algún niño del colegio le dijo esto, y él no supo qué contestar ni cómo reaccionar. Con dolor en el alma tuve que enfrentar la situación y decirle la verdad, cuidando cada una de mis palabras para no desilusionarlo ni quedar, su padre y yo, como unos mentirosos.

¿A ti también te está pasando? Si es así, o todavía no te sucede, te comparto lo que hicimos como padres para enfrentar esta situación:

Nos sentamos a solas con él en el sillón, mirándolo de frente, pero con una sonrisa en la cara para que no se sintiera presionado ni pensara que lo que había dicho o hecho estaba mal. Comencé preguntándole el porqué de su cambio, y me explicó:

  • Mamá, yo sé que ustedes no mandan la plata al Viejito Pascuero, sino que ustedes compran los regalos y uno de los dos los esconde cuando salimos a buscar la estrella fugaz.

A pesar de sentirme un poco pillada, en ese momento recordé algunos momentos en que la magia hizo su labor estando todos presentes.

  • Pero, hijo, ¿recuerdas la vez en que estábamos todos haciendo guardia frente al árbol de Navidad y los regalos aparecieron en la pieza?

Cuando nos miró con cara de estar de acuerdo, pero aún sin convencerse, mi marido entró a escena.

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  • Bueno, es cierto que los papás compramos regalos para nuestros hijos y para los adultos, ya que es imposible que los pobres duendes hagan todos los juguetes que los niños piden en tan poco tiempo. Además, imagínate lo difícil que debe ser recorrer un planeta entero en tan solo una noche.

Por más que intentamos mantener el cien por ciento de la ilusión, no fue posible. Él nos explicó que por el hecho de no verlo dejando los regalos se volvía difícil creer que existía, además veía cómo la gente se disfrazaba de rojo y visitaba colegios, jardines o casas para hacer entrega de los obsequios.

Ya no había nada qué hacer, él tenía su idea clara y seguir luchando contra ello nos iba a lastimar a todos. Mi marido y yo nos miramos, nos encogimos de hombros y comenzamos a contarle la que, para nosotros, es la verdad sobre el tema:

  • El caballero de rojo que trabaja solo un día al año fue creado por una compañía para vender más de sus productos. Él llevaba obsequios a todos los niños del mundo y, con eso, conseguía que los pequeños, sin importar lo que había pasado durante el año, tuvieran un momento mágico, del todo especial y que los llenara de felicidad. Pero todo no podía ser tan sencillo, alguien invisible debía dejar los regalos bajo el árbol, si no la magia se perdería, por lo que muchos papás comenzaron a generar ideas para volverse ninjas y que nadie se diera cuenta de lo que estaba sucediendo.

La intención nunca fue engañar a los niños, sino darles la esperanza de sentir que, al menos un día en el año, todos serían parte de algo: de la magia de la Navidad. Por este motivo, en muchos lugares los niños de menores recursos económicos, los de hogares para menores y los que no tienen padres, escriben una carta dirigida al Viejito Pascuero para que él les regale algo que de verdad desean. Estas cartas son apadrinadas por gente común y corriente que busca entregar alegría a dichos niños.

Al parecer la explicación le gustó y, en vez de enojarse, decidió sacar la plata (el dinero) de su alcancía y comprar un regalo para un niño cuyos padres no pudieran cumplir el rol del gordito de rojo.

Toma un momento para compartir ...

Diana Brante Morales

Me gusta comenzar cada día como un nuevo día, darme la oportunidad de ser feliz y sonreír por las cosas básicas. Dar sin esperar nada a cambio. Siempre sorprenderme.