Niños en una guerra, sin escudo. Cómo enfrentar el bombardeo mediático

Un inadecuado monitoreo de las actividades de los niños, puede llevar al aprendizaje de conductas impropias para los pequeños.

Arturo Leonardo

La noticia por sí sola es devastadora: en pleno Día de Reyes (seis de enero), día en que se acostumbra en algunos países de América Latina regalar juguetes a los niños, el pequeño Yeuris Manuel Martínez Domínguez, de apenas diez años de edad, originario de República Dominicana, se ahorcó porque su madre no le pudo comprar los juguetes que él quería.

Deténgase un momento en la última línea: “Se ahorcó porque su madre no le pudo comprar los juguetes que él quería”. No es un invento, ni mucho menos una broma pesada. El asunto es real y forma parte de las incontables influencias negativas que un mal acercamiento a los medios masivos de comunicación puede tener en un niño.

Por supuesto, señalar un medio en particular, algún programa o anuncio comercial sería completamente irresponsable: el suicidio es un fenómeno psicosocial complejo, tiene relación con un contexto definido, problemas de autoestima y decenas de factores psíquicos y sociales que tienen que ver más con secciones policíacas o especialistas en psicoanálisis. Con todo, podemos tomar este caso como un punto de partida para hacer algunas reflexiones. Piense en esto: un bebé no nace violento, ni triste, mucho menos con resentimiento hacia un determinado sector de la sociedad. Somos los padres y nuestros hábitos quienes hacemos de los niños “una bomba de tiempo”.

¿Las pantallas educan a su hijo?

Muchas veces los padres, usted, yo, los tíos de los pequeños, caemos en delegar el cuidado de los niños a supuestos “profesionales” o “especialistas” que, convertidos en programas de televisión, juguetes o videojuegos, terminan por echar a perder lo más puro que puede exisitir en la faz de la tierra: el alma de un niño.

Regresemos a la tragedia del niño Yeuris Martínez, ¿qué tipo de factores se mezclaron para hacer que un niño, de apenas diez años de edad, decidiera ahorcarse por no tener unos juguetes?

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En la etapa decembrina y de Reyes Magos, es evidente que la industria dedicada a la fabricación de juguetes busca subir sus ventas. Para ello, contrata un ejército de publicistas que bombardean las inocentes mentes de los pequeños, quienes terminan sintiéndose “fuera de lo normal” al no tener la muñeca o juguete de moda. Aunque en esa temporada el ataque publicitario se incrementa, en realidad ocurre a lo largo de todo el año.

Es claro que, en casos extremos como el de Yeuris, sumado a lo anterior subyace una pésima comunicación con los padres, quienes no logran evitar situaciones tan lamentables como la ya citada. Pero este dramático caso tal vez pueda darnos algunas lecciones importantes respecto a la crianza de nuestros hijos:

Manténgase pendiente de lo que ven sus hijos

Sólo hace falta echar un vistazo por la calle para darse cuenta de los peligros mediáticos a los que un niño está expuesto: revistas para adultos en el puesto de periódicos, comerciales de gran tamaño que muestran falsas realidades, promocionales de películas o algún artefacto, etcétera.

Todo esto, aunado a la poca vigilancia con respecto a los programas televisivos que miran, noticieros o páginas de internet, puede hacer de nuestro hijo una suerte de robot, que estará listo para activarse de la peor manera únicamente con una señal. Recordemos esto: los adultos debemos siempre estar pendientes de qué ven nuestros niños y, más importante aún, de cómo interpretan lo que ven.

No censurar, sino ayudarles a comprender

No hay algo más preciado que la libertad de expresión, es cierto: Miley Cirus es libre de bailar con la lengua de fuera y acercarse todo lo que quiera hacia quien lo desee, así como cualquier hombre puede crear letras y tocar la música que le guste más. Sin embargo, éstos son contenidos que no deben ser consumidos por los niños, simplemente porque todavía no están listos para codificar y definir con exactitud qué tan real es lo que ven y escuchan. Seamos honestos: ¡a veces ni los mismos adultos sabemos qué rayos estamos viendo!

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Pero ello no debe llevarnos a caer en la censura: aparentar que las cosas que existen no lo hacen en realidad, es una terrible mentira que tarde o temprano nos explotará en la cara. Así pues, ¿qué debemos hacer para evitar lo más posible la influencia negativa de los medios de comunicación sobre nuestros hijos?

Una posible respuesta, es esta: enseñándoles principios. Los valores son el escudo perfecto. Pero recuerde que éstos no son conceptos que se memorizan a voluntad, sino formas de entender el mundo y relacionarnos con él que se aprehenden día a día, sobre todo en casa.

Busque mantener una comunicación constante con sus hijos; haga que ellos tengan siempre la confianza de preguntarle: “¿Qué es eso?”, “¿por qué es así?”. De este modo, no importará con qué cosas se crucen los ojos o mentes de sus niños: ante la duda, siempre buscarán cobijo en la sabiduría de papá o mamá. Y si usted no sabe o no comprende a cabalidad qué es aquello por lo cual sus hijos preguntan, acéptelo y busquen juntos la respuesta. De ser necesario, y si lo consideran correcto, vean el programa, juego o película de nuevo, juntos; explique a sus hijos qué pasa y qué no pasa.

Tenga siempre muy presente que todo lo que se ve en televisión, se escucha en la radio o se puede leer en una revista o periódico, pasa por un proceso de edición. Vaya, se corrige o se trabaja a modo de definir o exacerbar una idea. En palabras cortas, no está ahí por casualidad, siempre persigue un fin.

La finalidad de estas líneas es hacerle notar que los medios no son malos en sí mismos: lo malo es que deje a los niños y a los jóvenes sólos, sin escudo ni sistema de comunicación, en plena guerra.

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Arturo Leonardo

Comunicador fanático de sus hijos a quienes les relata día a día sus aventuras de música y deportes, gusta de leer lo que se cruce en su camino, piensa que el acto más revolucionario que puede existir es el de reír.