Niños pequeños y pornografía: sí, en la misma frase
La exposición a la pornografía puede comenzar a una edad asombrosamente temprana. Aquí nombro los sitios donde podemos encontrarla para evitarla.
Rafael Vázquez
No te culpo si el título de este artículo te ha hecho estremecer. Lo mejor que podría pasar es que nunca fuera necesario hablar del asunto. Conversar con un niño pequeño sobre la belleza de la intimidad sexual sana y de los daños producidos por la pornografía es hoy una necesidad inaplazable generada por el grado de penetración de los contenidos difundidos en los medios de información.
Están expuestos
Y no estoy hablando del ‘grooming’ (ganarse la confianza de un menor de edad para luego abusar sexualmente de él), sobre el cual trata muy adecuadamente este artículo de Daniela López, sino de la exposición de los niños a material pornográfico.
Es muy posible que los niños, aun cuando sean muy pequeños, estén expuestos a algún tipo de contenido pornográfico. Las siguientes son apenas algunas de las formas en las que un pequeñito puede estar en contacto incidental con la pornografía:
Televisión
A pesar de que las legislaciones de casi todos los países de Latinoamérica y los Estados Unidos restringen la transmisión de programas, anuncios comerciales o segmentos que muestren escenas de contenido sexual más o menos explícito, la realidad es que muchos anunciantes y canales emiten con una frecuencia creciente escenas de intimidad física y/o desnudos parciales en actitud francamente erótica. Desde hace casi una década, las telenovelas, incluso algunas que se transmiten en horario familiar, han mostrado escenas de intimidad sexual lo suficientemente explícitas para considerar que un niño pequeño ha sido expuesto a material pornográfico o sexualizado.
Medios impresos
No sé si pase igual en otros países de la América Hispana, pero en México pararse frente a cualquier expendio de revistas y periódicos significa inevitablemente ver un coctel de fotografías de cuerpos mutilados y personas muertas por accidentes y ataques junto a cuerpos de mujeres casi totalmente desnudos, todo en una sola portada. Pero esa fórmula se repite en al menos diez publicaciones semanarias y cuatro diarios de circulación nacional, exhibidos al lado a los cuadernillos para colorear y álbumes infantiles.
Internet
Recientemente una amiga me contó que una tarde estaba viendo cómo su hijo de 7 años jugaba en un programa en línea, que ella había monitoreado con mucho cuidado. De pronto, sin saber cómo ni por qué, se abrió una de las llamadas ventanas emergentes, con una enorme fotografía completamente explícita, anunciando un sitio de material pornográfico en video. El pequeño gritó “¡Ay!” y, casi por reflejo, se tapó los ojos con las manos y buscó el abrazo de su madre.
Lo que hay en casa
Esta es, a mi parecer, la manera más triste en que un niño pequeño pueda quedar expuesto a la pornografía. Una gran amiga mía que se dedica a la psicoterapia, ha compartido conmigo el dolor que la invade cada vez que escucha que un niño, “husmeando” con curiosidad entre los objetos de sus padres o hermanos mayores, encontró revistas o fotografías o videos pornográficos. Hay una variante mucho más cruel que el hallazgo accidental: he sabido de hermanos mayores que, en complicidad con sus amigos de la misma edad, consideran divertido sentar a los más pequeños frente a la computadora o al ‘smartphone’ (teléfono inteligente) para obligarlos a ver material pornográfico. Mi amiga psicoterapeuta me cuenta que los relatos de estos hechos provienen tanto de niños como de adultos que en su niñez pasaron esa experiencia.
No existe una cápsula
Cuando Jocabed metió a su bebé en una canasta sellada con brea y lo puso en el cauce del Nilo, su intención inmediata era la de salvarlo de la orden de exterminio que el Faraón había decretado. Lo que ocurrió después fue muy extraño: la hija del Faraón recogió al bebé y mandó buscar a una nodriza para él. A fin de cuentas, el bebé Moisés volvió a su madre biológica para ser nutrido hasta dejar de ser amamantado. Entonces el niño, ya considerado parte de la casa del Faraón, recibió el resto de su formación y creció hasta convertirse en el gran profeta y máximo paladín del pueblo hebreo.
A fin de ilustrar aún mejor lo que quiero compartir contigo, repasaré ahora el relato del origen de Superman. Los padres del bebé Kal-El, ante la inminente destrucción de Krypton, el planeta que era su hogar, pusieron al pequeñito en una cápsula que viajó hasta la tierra. La cápsula fue hallada por Martha y Johathan Kent, una familia de sólidos principios morales y éticos, que configuraron su carácter para que, junto a los superpoderes, hicieran del pequeño Clark un defensor de la verdad y protector del inocente.
Ya lo he dicho antes: los niños son el sector más vulnerable de toda sociedad.
Decía mi maestro de Ética: “No sé si se ve”. Y yo digo: Creo que es muy claro que problemas como el de la exposición de los niños pequeños a la pornografía ya no se trata de preguntarnos si pasará o no. Por desgracia, es casi seguro que todos estén expuestos aun antes de llegar a la pubertad. La pregunta es: “¿Ocurrirá antes o después de que hayan sido preparados para ello?” En el relato de Moisés y el del origen de Supermán queda muy claro que ante la maldad del mundo, e incluso ante el caos de la inminente destrucción, sea del planeta Krypton o de la sociedad, no hay sustituto para el consagrado trabajo de orientación y amor de la familia.