No eres invisible para Dios

Tu dolor no es invisible para Dios. Tan sólo tienes que encontrar la fuente que te dé fuerza para escuchar, en medio del dolor, Su voz llamándote por tu nombre.

Marta Martínez Aguirre

La tristeza mezclada con el calor penetra todos los rincones del alma y quema las esperanzas. La arena golpea la piel, mientras Agar acaricia con sus manos morenas su vientre. Su soledad y su angustia punzaban su dolorido corazón cuando dejó atrás la última tienda, y alzó los ojos al cielo buscando agua y consolación.

Se arropó en su vestido. El desamparo se vistió de arena y soledad. Sólo faltaba que algún chacal saliera a su paso, mientras la noche caía lentamente. Las piedras afiladas quemaban y cortaban la piel de sus pies ampollados. El sol incendiaba las dunas que la rodeaban, solo un par de lagartijas la oyeron gritar su sufrimiento, mientras los recuerdos con Sara se agolpaban uno tras otro.

Era una niña cuando Sara y Abraham la recibieron como esclava en su hogar. Se crió bajo la tutela de ambos, y cuando la fe de Sara empezó a escasear, fue elegida para llevar en su vientre al primer hijo de Abraham. Nunca tuvo mucho, por eso, al saber que tenía algo propio, empezó a llenarse de orgullo y a burlarse de la esterilidad de Sara. Como se volvió altanera, merecía ser corregida. Fue entonces que Sara decidió golpearla y Agar escapó al desierto.

A medio camino, el cansancio se hizo presente, la sed secó su garganta. El deseo de beber y la posibilidad de saborear la pulpa dulce de los dátiles, fueron un incentivo. Recostada contra una palmera, bebió sorbo a sorbo el agua fresca y se sintió terriblemente agotada. Dios en su infinita misericordia le habló: “Agar, sierva de Sara, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas?” El consuelo de una promesa eterna le dio las fuerzas para regresar con sus dueños y descansar debido a un plan divino: su hijo nacería y sería el padre de una gran nación.

Agar es el símbolo de la mujer cosificada, la que deja de ser persona, para ser tratada con violencia y sufrir abusos. Hoy en día, miles de mujeres siguen siendo tratadas como objetos, ya sea por factores sociales, económicos, culturales o religiosos. En sus cuerpos cansados queda inscrito el dolor y en el psiquismo se inscribe la angustia que no puede ser puesta en palabras, callando su tristeza frente al maltrato.

Advertisement

Así hay una lista cruel de mujeres abusadas sexualmente, golpeadas, humilladas, desamparadas por sus esposos o familiares, reducidas al desierto de la soledad, la desolación y el desamparo.

Dicen las Escrituras (Génesis 16:1-16) que Dios habló a Agar cuando ella llegó a la fuente. Desconozco tu realidad, pero si te identificas con Agar, es posible que este relato bíblico te sea de gran ayuda. Así mismo, comparto contigo algunas “fuentes personales” que he hallado en mi propia experiencia de dolor:

De la fe

¿Dónde está Dios en medio de tu desierto? Precisamente caminando a tu lado. Quizás las arenas no te permiten verlo, pero ten fe, Él te ve.

Del quebrantamiento

Dios no tira en el contenedor de residuos las vasijas rotas, las toma en Sus manos y las vuelve más bellas. Las reconstruye para dar testimonio de Su bondad infinita.

De la perseverancia

Aún cuando todo parece morir en el desierto, si sigues avanzando sin detenerte, puedes hallar un manantial de agua fresca. Si te rindes te pierdes la oportunidad de ver el rostro de Dios. Las circunstancias que vives no son el sueño de Dios para ti. Persevera y lo sabrás.

Advertisement

Del vaciamiento

Generalmente en medio de las crisis, nos aferramos a lo conocido por miedo a lo nuevo y entonces seguimos llenándonos de dolor y amargura. Agar huyó con solo un poco de pan y agua. Es cuando nos vaciamos que el Espíritu Santo nos unge con su presencia, llenándolo todo dentro de nosotros.

De la oración

Es en ella donde puedes encontrar consuelo y fuerza para luchar en tu adversidad. Las oraciones son tus mensajes más íntimos que Dios toma en Sus manos y las vuelve realidad, tan solo necesitas derramar tu alma y saber esperar.

Del ayuno

Cuando ayunas, logras dominar tus apetitos y estás más proclive a lo espiritual. Es la fuente más cercana a la presencia celestial que conozco. Las bendiciones no vienen antes de la negación de uno mismo. Renunciar a algo que te agrada puede ser el primer paso para vivir la voluntad de Dios.

Quizás como Agar, piensas que nadie te ve y te sientes abandonada, pero sobre todo sientes que tu dolor es invisible para quienes te rodean. Déjame decirte que para El-Roi, “El Dios que [te] ve”, como le llamó Agar, eres visible y preciosa, porque día a día Él cuida de ti.

Toma un momento para compartir ...

Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: