“¡No estudies esa carrera!”
Cinco cosas que debes hacer antes de entrar en pánico por la vocación que tu hijo ha elegido.
Rafael Vázquez
Todos los padres disfrutamos que los hijos desarrollen talentos y habilidades. Nos gusta que destaquen en algún deporte, que toquen un instrumento musical, que pinten cuadros o que tengan enfoques peculiares sobre la vida. Los presumimos con una sonrisa y, a medida que van creciendo sus talentos, nos enorgullecemos cada vez más. Pero al momento de hablar sobre los planes y sueños que tienen para ganarse la vida, tememos que digan: “Voy a estudiar piano”, “Quiero ser diseñadora de modas”, “Seré cineasta”, “Me voy a dedicar a la escultura”, “Seré un atleta profesional” y “Voy a estudiar filosofía o historia”.
En la mayoría de los casos los padres consideran que esas actividades no son profesiones de verdad, o implican riesgos elevados para la seguridad financiera de los hijos y para no parecer impositivos, adoptan una clásica postura: “Si quieres, primero estudia una carrera de verdad, y luego haces eso que quieres”. En esta página hay una guía sobre cómo elegir una carrera.
En la escuela preparatoria formé parte de una orquesta juvenil. Recuerdo el caso de una amiga, a la que llamaré Emma. Era brillante en su instrumento y sus padres la habían inscrito en cursos formales de música, que ella podría seguir hasta convertirse en profesional. Pero no fue así, porque ellos la convencieron de que la música no era una profesión “segura”, por lo que primero debería seguir una profesión “seria”. Pero Emma no es la única. Y con frecuencia me entero de amigos a los que les faltó el apoyo moral para seguir su vocación; que en su edad adulta siguen luchando por su estabilidad financiera o que abandonaron sus estudios “serios” por no sentirse aptos.
Todos queremos lo mejor para los hijos, y he descubierto que esas posturas resultan más de nuestra falta de información y de prejuicios que de auténticos peligros. Te sorprendería saber cuántas personas son estables financiera y emocionalmente dedicándose a profesiones que por lo común tienen algún estigma social. Las investigaciones recientes sobre orientación vocacional dicen que saber reconocer las inclinaciones a diferentes aspectos del conocimiento y de los trabajos que tienen nuestros hijos puede ayudar a asegurar su éxito en todos los aspectos de la vida.
Antes de que entres en un conflicto con tu hijo respecto a la profesión que quiere seguir, cuando te hable de una carrera que no conozcas o que te cause preocupación, debes dar el paso cero: haz una investigación imparcial sobre lo que tu hijo quiere estudiar:
- ¿De qué se trata esa profesión? Muchas veces el título o nombre de la profesión no orienta sobre los temas o actividades que se tocan en la formación y el trabajo. Puede que nos asuste un título como “Comentarista deportivo”, pero nos resultaría menos amenazante si averiguamos que para llegar a ser un periodista deportivo se requiere estudiar una carrera relacionada con la comunicación.
- Abre tu mentalidad. No busques confirmar tus miedos. No fundes tu opinión en ejemplos de personas que fracasaron o que dan malos ejemplos: abundan médicos incompetentes, ingenieros sin prestigio, abogados desempleados, contadores mediocres y administradores mal pagados. Averigua historias de éxito y trata de saber qué tienen en común esas historias con la vida de tu hijo.
- Asegúrate de que tu hijo sepa qué está buscando. Por ejemplo, muchas jóvenes se inscriben en carreras de pedagogía creyendo que egresarán como educadoras para trabajar en aulas con niños pequeños, y, en realidad, la pedagogía es una disciplina teórica-social más de oficina que de aulas.
Una vez que estés bien informado, sigue estos simples pasos que darán tranquilidad a ti y a tu hijo, y le harán saber que estás de su lado y que te preocupas por su verdadero bienestar:
- Ayúdalo a hacer un plan de vida. Pídele que te hable sobre cómo se ve a sí mismo en el futuro. Saber qué tipo de adulto, ciudadano e incluso anciano queremos ser, ayuda a determinar si nuestra profesión nos encaminará a cumplir esas expectativas.
- Permite que elija lo que más le gusta. Pasamos ocho o más horas diarias en la actividad con la que nos ganamos la vida. Es razonable y justo reclamar el derecho a decidir a qué nos queremos dedicar. Si tu hijo estudia y trabaja en lo que le gusta, lo hará con mayor dedicación y soportará mejor los obstáculos.
- Tener mucho dinero no es lo más importante. Enséñale a tu hijo que no hay carreras fáciles. No importa qué profesión decida seguir, ayúdale a entender que deberá ser disciplinado, dedicado y hacer sacrificios para conseguir sus metas; ello le garantizará ser de los mejores en su profesión y le permitirá ser exitoso y estable en lo económico.
- Dale tu aprobación. Una vez que haya decidido, hazle saber que confías en él y conviértete en su principal aliado. Muchos renuncian a su vocación por sentir que traicionarían a sus padres si la siguieran; y otros tantos han ido en pos de sus sueños con sentimientos de culpa por desoír el consejo de sus progenitores. Ninguna de esas dos espinas deben estar clavadas en el corazón de tu hijo. Todo irá mejor si él sabe que cuenta con tu aprobación.
- Apóyalo. Tal como lo hacías cuando cantaba en los festivales escolares, mantente cerca de él y presente en todos sus logros. Involúcrate con su profesión y consuélalo cuando lleguen los momentos difíciles (porque llegarán). En este vínculo encontrarás información al respecto.
Al vivir de cerca la aventura profesional de tu hijo te sorprenderá cuán maravilloso es, y sabrás que tuviste mucho que ver en su éxito.