No sabía que la Biblia daría un consejo de este tipo: Cómo ser un papá-héroe en tiempos malos.
Seguramente gran parte de lo que eres se lo debes al ejemplo de tu padre. Sé tú también, para tus hijos, un ejemplo consecuente que valga la pena imitar.
Marta Martínez Aguirre
Dios no quiere, bajo ninguna circunstancia, que abandones a tus hijos. Sin embargo, como psicóloga he visto que los padres están abandonando a sus hijos cada día más. Y al menos hay tres áreas en las que esto se hace más visible: la falta de límites, de tiempo compartido y de un buen ejemplo. Y es que ser un buen padre requiere caminar con pies de plomo.
Ya el apóstol Pablo en su época daba cuenta de la necesidad de aprovechar bien el tiempo: “Examinen, pues, con mucho esmero su conducta. No anden como tontos, sino como hombres sensatos. Aprovechen el momento presente, porque estos tiempos son malos” (Efe 5:15-16, Biblia Latinoamericana). Vivimos en tiempos turbulentos, donde la falta de valores y el egoísmo crecen de manera estrepitosa. Y este consejo de Pablo puede ayudarte en la tarea de ser un buen padre.
Cada día más los jóvenes en la consulta reclaman que sus padres son inconsistentes en sus principios morales y religiosos, puesto que no ven una clara diferencia entre lo que sus padres dicen que debe ser y lo que son en realidad. El ejemplo consistente y devoto de un padre posee más peso en la educación de un hijo que un diploma de honor expedido por una universidad de prestigio.
Las preocupaciones por el sustento diario, los gastos de la vivienda, los útiles escolares, la ropa, los alimentos y todo lo que un hogar implica no dejan lugar para visualizar las necesidades espirituales, emocionales y mentales de los hijos. Para que tus hijos puedan afrontar estos días malos que Pablo menciona, es necesario que centres tu mirada en estos aspectos:
Empieza de nuevo
Tal vez me digas: “Marta, he metido demasiado la pata, mis hijos no quieren saber nada de mí”. ¿Sabes? Eso es lo que tal vez interpretas de su distanciamiento o de su desinterés en acercarse a ti. En el fondo todos los hijos poseen un hambre de papá que se agiganta a medida que crecen si no son satisfechos. Dale de tu tiempo, empieza hoy. Arrodíllate y ora por ser un padre que está dispuesto a pelear por ellos. Pide orientación a consejeros, profesionales de la salud, líderes y toda persona capacitada en las áreas en las que sientes que no puedes solo. Nunca es tarde para decirle a un hijo: “Quiero acompañarte a caminar”.
Pon límites, aunque estés poco tiempo en casa
Un error bastante común de los padres es no establecer límites pensando que, de ese modo, no van a perder a sus hijos y tratan de compensar las horas fuera de casa siendo complacientes. Ese es un error fatal. Los límites los resguardan de muchos males y les permiten madurar. Elabora, junto con tu esposa, una lista de problemas que los niños tienen en casa y busquen la forma de disciplinarlos en el amor. Pide consejo, ideas y busca alternativas al castigo.
Abre una cuenta de ahorro para sus estudios
He crecido en Uruguay donde, por fortuna, la educación es gratuita desde la escuela hasta la universidad. Sin embargo, en muchos países la educación es costosa y requiere grandes sacrificios. Abre una cuenta de ahorros, deposita cada mes una suma fija de dinero por pequeña que sea, y a medida de que tus ingresos mejoren aumenta ese monto. Háblales a tus hijos de esta cuenta e incentívalos a que contribuyan de sus ingresos. Invertir a nivel intelectual y cultural te lo agradecerán con creces.
Ve a la iglesia con tus hijos
Tal vez seas no creyente o estés pasando por un momento espiritual de desolación, ve igual a la iglesia con tus hijos. Conozco a un padre que se confiesa ateo, pero cada semana, desde que hemos estado trabajando, se ha involucrado más en el crecimiento de la fe de su hijo. Sigue siendo ateo, pero sostiene a su hijo y entre ellos se ha fortalecido el lazo de amor y compañerismo. Si eres creyente seguramente ya estás formado los cimientos de fe en tu familia y ellos recibirán uno de los regalos más bellos que puedes darles: tener un vínculo personal con Dios.
Recréate junto a ellos
A medida que pasa el tiempo me asombro cada vez más de lo que las personas son capaces de atesorar en sus recuerdos. El trepar el árbol en el jardín, chapotear en la calle bajo la lluvia, participar en la construcción de la casa arrastrando una carretilla, comer higos a escondidas en la siesta, son más que imágenes infantiles atrapadas en el tiempo, son recortes de la eternidad hilándose en la trama de la vida; son tesoros eternos que forjan momentos compartidos, excusas para cimentar el diálogo, pretextos para darles un abrazo y fugaces improntas en el alma que permiten que el amor se haga real. Dales tiempo a tus hijos, juega con ellos, inventa excursiones, salidas, arma proyectos familiares y sin duda serás parte de los milagros cotidianos.
Ora y ayuna
Esta debe ser una de las herramientas más poderosas que un padre puede adoptar para actuar conforme al corazón de Dios. Coloca en tu teléfono móvil fotografías de tus hijos, imprime otras y lleva esas imágenes contigo, y en esos ratos libres que tienes en el trabajo ora por ellos. Tal vez no puedes ayunar, pero puedes privarte de algo que te entusiasma mucho, algo así como “ayuno de deleites”; pon en oración un motivo al mes y deja que Dios obre a tu lado.
Comparte el mundo con ellos
Tal vez te agrade escuchar la radio, leer el periódico y estar al día con las noticias, pues involucra a tus hijos en ello. La lectura del periódico y el escuchar radio son hábitos que permiten desarrollar la imaginación y tener una postura más crítica sobre los acontecimientos en comparación con otros medios de comunicación.
La labor de ser padre en tiempos malos no es tarea sencilla, pero tú eres un héroe cotidiano.