Oveja negra: Cuando un niño “bueno” cambia y se vuelve problemático
La Literatura es un espejo que nos ayuda a vernos a nosotros mismos, a entendernos, descubrirnos y aprender a ser mejores padres. Muestra de ello es el cuento: “Bala, bala, oveja negra”, de Rudyard Kipling.
Oscar Pech
¿Qué hace que un niño “bueno” y bien portado cambie y se vuelva un niño problemático? Se me ocurren tres opciones: una carga genética, una serie de decisiones individuales (como se dice en el sureste de México: “su de por sí”) y el medio ambiente en que se desenvuelve.
Por supuesto, siempre pesará más ésta última influencia y de ello nos habla “Bala, bala, oveja negra”, publicado el 21 de diciembre de 1888, por el escritor inglés Rudyard Kipling y que hoy encontramos como uno de los relatos contenidos en el libro El hombre que pudo ser rey, (Alianza editorial, 2010).
En esta pequeña obra maestra se narra la manera en que transcurre la infancia de dos hermanitos, Punch y Judy, de cinco y tres años de edad, en un mundo de adultos. Estoy convencido de que, tú y yo como padres, podemos sacar una serie de lecciones de este cuento.
En época en que se sitúa el relato, los ingleses que vivían en la India tenían la costumbre de enviar a sus hijos a Inglaterra para ser educados por una institutriz que les enseñaría a ser ciudadanos ingleses, “ciudadanos de bien”. ¿Qué implica enviar a los hijos a estudiar lejos de casa y escoger una buena escuela para ellos? Los padres de estos niños saben que por cinco años no los verán y los elementos con que cuentan para decidir son muy pocos, semejantes a los que tienen los padres hoy día: cartas de referencia, requisitos de las escuelas. Así, casi con los ojos cerrados, eligen, con el temor de no haber tomado la mejor elección. Lo único que les consuela es que sólo son “un caso más entre centenares”. Pero quizá podamos aprender algo de la experiencia de Punch y Judy:
Busca un medio acorde a los principios enseñados en el hogar
En el relato, Judy siempre fue tratada con benevolencia, pero Punch posee cualidades que en el hogar eran apreciadas y en Inglaterra son vistas como vicios. Durante los cinco años que nos narra el relato —poseedor de una belleza dolorosa—, vemos cómo Punch lucha por mantener su identidad mientras pierde de tajo su mundo y aprende a vivir en una sociedad en la que él “tenía prohibido sentarse en los sofás y explicar sus ideas sobre cómo estaba hecho el mundo y sus esperanzas para el futuro”. La mejor manera de escoger una escuela para tus hijos es verificar que el modelo educativo de la misma coincida en lo fundamental con las ideas que tú como padre tengas acerca de la educación y de la vida.
Tener un concepto claro de lo que es educar
Para el lector que gusta de desligarse del argumento y pensar, el relato muestra una idea continuamente: ¿Qué es educar? ¿Educar es vaciar información en un niño, para moldear, es decir, para darle forma a nuestro gusto? ¿O educar es trabajar con la naturaleza del individuo para liberarlo y ayudarle a colocarse por encima de sus circunstancias? Piénsalo: ¿qué puedes hacer, como padre, para inculcar principios morales en tus hijos?
Explicar a tus hijos el por qué, siempre
Punch se desenvuelve en un mundo donde muchas de las cosas que hace son consideradas el más abyecto de los pecados, pero nunca se le explica exactamente en qué consiste esa maldad. Por tanto, él concluye que no es posible entender qué es “la iniquidad” y, al mismo tiempo, que debe tener cuidado de no repetir lo que los demás consideran ofensivo. Aprende que “ser educado” consiste en solamente guardar las apariencias.
Para el lector actual no deja de causar asombro que desde finales del siglo XIX se critique ese tipo de educación donde los niños tienen que memorizar todo en contra de su voluntad, sin comprender en absoluto su significado. La gran lección para los padres de hoy es que si tú no explicas el por qué de las prohibiciones o normas, en realidad solo educas a tus hijos para aparentar “bondad” o buenos modales cuando están en presencia de un adulto.
Sin amor, nadie puede ser bueno
A lo largo de los años narrados en el relato, atestiguamos cómo el concepto de educación (mal entendido y peor aplicado) y la miserable mezquindad con que es tratado el niño, van desmoronando la personalidad de Punch, sus certezas, su bondad, hasta que se le conduce a una desesperación asesina y suicida. Porque cuando alguien no entiende el por qué de las cosas, la existencia misma pierde todo sentido, al grado que, en el relato, llega un momento en que Punch pierde incluso su nombre y es llamado simplemente: “Oveja negra”.
“Tiempo de calidad”: una falacia
Uno de los aspectos más interesantes de este relato es que se trata de un texto autobiográfico: en él se narran las cosas que le sucedieron a Kipling y a su hermanita, menor que él. En éste el autor plantea la importancia de la influencia de los padres al participar activamente en la educación de los hijos y muestra que una de las grandes mentiras de nuestro tiempo es que no importa tanto el tiempo dedicado a los hijos “en cantidad”, sino “en calidad”. La verdad es que tus hijos necesitan ambas cosas.
¿Cómo ven los niños el mundo de los adultos?
Hoy día este breve relato es sumamente conocido y citado a nivel mundial porque habla de aspectos básicos de la familia, la educación y cómo los niños ven el mundo de los adultos.
Muchas cosas han cambiado de aquellos años a los nuestros, pero lo esencial del relato sigue estando perfectamente vigente. Al leerlo —y mi humilde opinión es que todo padre o madre debería hacerlo—, te sentirás cuestionado en tu función educadora y aprenderás el valor del amor, como un bien supremo, en la educación de tus hijos. Te invito a leerlo: sé que su lectura te será de gran ayuda.