Pesadillas y terrores nocturnos
Asustado, empapado en sudor y a oscuras, tu hijo te llama a gritos para que le consueles. Aprende aquí lo esencial de las pesadillas.
Sara Tarrés
Ha tenido una pesadilla.
Las pesadillas son normales entre los 3 y 6 años (pueden aparecer antes y seguir hasta más allá de los 7 u 8 años), pero lo más “normal” es que se den en esta franja de edad.
Todos hemos sufrido pesadillas a lo largo de nuestra vida, y como bien sabemos son sueños desagradables, terroríficos que nos llenan de angustia hasta el punto que pueden llegar a despertarnos. Y así les ocurre a los niños. Se despiertan tras una pesadilla y nos llaman asustados diciendo que hay un lobo grande. Llenos de temor son capaces de explicarnos su sueño. Esta característica es la diferencia entre pesadillas y terrores nocturnos.
Entre el 10 y el 50 % de los niños de tres a cinco años tienen pesadillas.
Los terrores nocturnos o “pavores nocturnos”, también aparecen en la infancia y pueden darse a cualquier edad. Son más espectaculares, más angustiosos que las pesadillas y alarman mucho más a los padres.
Si tu hijo sufreterrores nocturnos observarás que aunque abra los ojos y parezca despierto, sigue inmerso en la escena del sueño y aterrorizado.
Dicho de otro modo, el niño, que duerme apaciblemente, se agita bruscamente, se sienta en la cama, grita, parece aterrorizado, desorientado, y no reconoce a las personas que le rodean. Si se despierta, no puede decir lo que le pasa debido a su confusión.
Estos episodios se acompañan de taquicardia, aumento de la frecuencia respiratoria (taquipnea), sudoración profusa y dilatación de las pupilas (midriasis), así como también rubor en las mejillas. Una vez pasada la crisis, el niño se duerme tranquilamente y a la mañana siguiente no recuerda nada de lo que ha sucedido durante la noche.
Los terrores nocturnos en el niño pueden aparecer de forma espontánea o ser provocados por diversos estímulos: ruidos, cambio forzado de postura en la cama, etc.
Se calcula que entre el 1 y el 5% en niños en edad escolar sufre terrores nocturnos. Es muy típico a los 3-4 años aunque a veces se reproducen a los 5-6 años.
¿Cuándo consultar con un profesional?
En los niños menores de 6 años no es necesario consultar por episodios esporádicos de terrores nocturnos en general.
En mayores de 6 años si los episodios persisten es conveniente hacerlo.
¿Por qué tienen pesadillas? En esta edad, entre los 3 y los 6 años, es una edad propensa a los miedos, en la que además su “pensamiento mágico” mezcla los mundos de la realidad y la fantasía. Además, en esta etapa, experimentan importantes conflictos emocionales (celos, conflicto entre dependencia – independencia, …) que les generan mucha ansiedad. Esta ansiedad emerge por las noches en forma de representación simbólica: los sueños.
Los contenidos de sus malos sueños suelen ser: monstruos, brujas, lobos, animales feroces, … que amenazan, atacan, devoran …
¿Qué hacer cuando tienen una pesadilla?
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Acudir inmediatamente a tranquilizarles y calmarles.
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Permanecer a su lado el tiempo que necesiten para volver a un estado más tranquilo.
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Dejar que nos expliquen su sueño puede ayudarles a calmarse. Pero, cuidado, hemos de evitar prolongar este momento porque puede convertirse en un hábito (cada vez que se despierte por las noches nos llamará para hablar).
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Sólo como solución de urgencia, llevarles a nuestra cama. Ya sabemos, por experiencia, lo mucho que les gusta dormir con nosotros y lo fácil que es que se convierta en un hábito.
¿Cómo prevenir las pesadillas?
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Puede ayudar a reducir y prevenir la frecuencia de las pesadillas, acompañar un rato al niño en su habitación mientras se relaja antes de conciliar el sueño.
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Podemos contarle un cuento, cantarles, hablar sobre cosas agradables que han sucedido a lo largo del día. Yo a mi hijo le digo, por ejemplo, lo siguiente: “Cierra los ojos y piensa en cosas bonitas, en lo bien que nos lo hemos pasado hoy pintando con las ceras”.
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Nosotros, los padres, debemos abandonar la habitación antes de que el niño se duerma para evitar que se despierte y se encuentre solo.
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Los peluches y muñecos preferidos son una compañía muy eficaz.
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Una luz tenue y la puerta entreabierta también les tranquiliza mucho y les ayuda a dormir.
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Animar a que dibujen y jueguen. El dibujo y el juego son medios de expresión mediante los cuales los niños elaboran y expresan sus fantasías y conflictos. Con el juego y el dibujo dan salida a una parte de sus emociones que de otro modo podrían dar lugar a malos sueños.
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Evitar que vean películas y escenas de miedo.
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Cuando se despiertan tras una pesadilla, también les podemos ayudar a darles un final a las escenas de terror que han vivido en el sueño. Así que una solución a las pesadillas recurrentes es sentarse con él un momento y dar un final creíble, que acabe bien y que él también acepte. Por ejemplo, con Marc (mi hijo) soñaba noche tras noche con el lobo. Un día, llegamos a un final para el lobo malo que le perseguía. Mickey Mouse (uno de sus personajes preferidos) vestido de cazador, llegaba para salvarle del lobo, lo cogía por las orejas y se lo llevaba lejos, muy, muy lejos. Tras este episodio, las pesadillas fueron menos recurrentes.
Si las pesadillas son muy frecuentes y muy intensas, y además se acompañan de un cambio importante en el comportamiento de tu hijo, tendrás que empezar a pensar que está respondiendo a un conflicto más serio, por lo que será conveniente acudir a un profesional.
Nota del editor: Este escrito, Pesadillas y terrores nocturnos, de Sara Tarrés, fue publicado originalmente en su blog Mamá Psicóloga Infantil. Se publica aquí con permiso del autor.