¿Por qué a veces no puedes disfrutar tu propio éxito?

Quizás has dado tu examen final, tal vez lograste el ascenso, o estás al fin embarazada, luego de haber sufrido tantos abortos espontáneos. Deberías estar radiante y, sin embargo, te sientes con ganas de huir.

Marta Martínez Aguirre

Todavía se podía sentir el olor de la hoguera. La sangre corría por el arroyo y un olor acre y nauseabundo lo inundaba todo. Acab se lo dijo claramente a Jezabel: “Ha acabado con todos los profetas y ha derribado a Baal”. Jezabel no dudó ni siquiera un segundo: “Para mañana a esta misma hora, quiero a Elías muerto, que alguien le haga llegar mi mensaje” gritó con desesperación y rabia. El mismo Elías, que unos días antes había derribado el altar y acabado con los profetas falsos, ahora huía como un niño luego de una travesura.

Esta historia tiene mucho que ver con nosotros, ¿te has preguntado por qué a veces actúas igual, luego de un éxito rotundo? Hace varios años atrás, el mismo Sigmund Freud (padre del psicoanálisis) se preguntaba también: ¿por qué fracasan los que triunfan? Y es que en ocasiones, vivir con el éxito puede ser terrible.

Por ejemplo, quizá has presentado tu examen final, tal vez has logrado el ascenso que tanto esperabas o finalmente estás embarazada luego de haber sufrido tantos abortos espontáneos. Deberías estar radiante y, sin embargo, te sientes con ganas de huir lejos, de abrazarte a la soledad. Si es el caso, no temas, hay ocasiones en las que después de lograr algo muy deseado, viene una etapa de desesperación que se acompaña de algunos otros síntomas como los que a continuación enumero:

1. Desilusión

Quizá aprobaste ese examen final, pero las calificaciones no reflejan tu esfuerzo; o lograste un ascenso, pero sabes que otros compañeros no están tan felices por ti; o tal vez ese bebé viene en camino justo ahora que el matrimonio parece venirse a pique. Todos esperamos que las cosas sucedan tal como las deseamos y cuando esas expectativas no se cumplen, algo dentro de nosotros comienza a desmoronarse. A la desilusión le sigue la frustración y entonces surge la pregunta: ¿no debiéramos esperar? El gran secreto está en conservar una actitud más relajada y con metas realistas ante algo que deseas. Sentirte desilusionada porque tus expectativas no se han satisfecho, es olvidarte de las cosas buenas que sí tienes y has logrado.

2. Cansancio

La fatiga es el resultado de haber pasado estados de tensión y esfuerzo para lograr eso que tanto querías, digamos que es la consecuencia del post éxito. Utiliza el cansancio a tu favor, ya que el cansancio hace posible que te desarmes y te acerques a quienes amas, buscando contención y sostén.

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3. Soledad

No hay mayor soledad que la se sitúa dentro de ti, aquella que no tiene intenciones de irse una vez que has alcanzado aquello que soñabas cuando fuiste capaz de abrazar la utopía cuando otros se rindieron. Tal vez, a tu alrededor muchos te dijeron que abandonaras la tarea, sin embargo no te diste por vencida y ahora eres una mujer solitaria en medio de la estepa de tu hogar, tu oficina o tu iglesia. Recuerda que la soledad es parte de todo liderazgo y que puede llegar a ser gratificante si en vez de abatirte te sientas tranquilamente, alejada de todos y de todo y conversas contigo misma. Utiliza esa soledad para mirar dentro de ti, reflexionar y meditar las cosas, o simplemente para descansar y disfrutar del éxito alcanzado.

4. Deseos de huir

Este sentimiento puede llegar a ti repentinamente ya que todo éxito trae consigo nuevos desafíos, incertidumbres, responsabilidades y un sinfín de cosas que te hacen querer huir. Cada día, a tu alrededor hay miles de personas que están huyendo con drogas, pornografía, infidelidad, suicidio. Pese a ello, tú puedes enfrentarte a tus miedos y a todas las interrogantes que se te presentan, hacer de tu éxito una llamada a la transformación en algo nuevo, distinto, mejor.

¿Qué hacer entonces?

1. Deja que Dios vele por ti

Elías quería morirse, estaba desesperado pero Dios lo alimentó y lo cuidó. No descuides tu salud, aliméntate bien y descansa antes de continuar con tus logros, pero también recuerda alimentar tu espíritu y dar gracias a Dios por ser parte de ello.

2. Deja que Dios te confronte

¿Qué haces aquí? sigue siendo una pregunta justificada también para ti. Has alcanzado el éxito, ¿qué haces escondida teniendo autocompasión? Sal de tu cueva y convierte este nuevo logro no solo en una bendición para ti, si no para otros.

Una nueva etapa comienza en tu vida, no dejes que el desánimo te lleve al fracaso. Reconoce estos síntomas y triunfa una vez más, al derrotarlos.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: