¿Qué hacer cuando se te termina la paciencia con tus hijos?
¿Gritas a tus hijos y luego te sientes mal? Lee este artículo y descubre por qué debes evitar que se repita.
Maia Fernandez
Mi casa materna es de dos pisos. En el de abajo vivíamos nosotros y arriba otra familia. Recuerdo que hace unos 7 años, se mudó una pareja joven. Parecían tener todo para ser felices: una casa hermosa, un buen empleo, auto, dinero para tener todas las comodidades. Sin embargo, algo en esa casa no andaba bien. Me pregunto si sería un verdadero hogar, o no. Recuerdo que con mi madre muchas veces escuchábamos las peleas entre ellos, los gritos se escuchaban demasiado fuerte como para no prestarles atención. Con el paso del tiempo, mi vecina quedó embarazada, pero los gritos seguían. A mí me daba tristeza pensar en el pobre bebé dentro de su vientre: no tenía por qué recibir tantos gritos. Luego, la cosa siguió, cuando nació el pequeño y fue creciendo; quizás los problemas eran demasiado agobiantes para los padres, pero se enojaban con él y también a él le gritaban.
Pienso que sería muy difícil para ellos controlarse y dejar de gritar. Todos tenemos problemas, pero es esencial sentar en nuestro hogar bases firmes para una crianza feliz, reglas claras que debe tener el matrimonio. Una de ellas es no gritar y menos a los niños. Pero, ¿qué hacer cuando se termina la paciencia con tus hijos?
Los gritos hacen daño a quien los produce y también a quien los recibe. El que grita se descarga, pero luego se queda sin energía, en desequilibrio y en realidad no resolvió el conflicto. El que recibe el grito, sobre todo si es un niño, queda marcado para siempre.
¿Por qué no gritarles a los niños?
1. No tienen la culpa de lo que sucede
Es necesario lidiar con el enojo y no descargar la ira con ellos. Si cometen un error, debemos comprender que están aprendiendo y tenerles paciencia.
2. Necesitan un clima amoroso
Los niños necesitan un clima amoroso para crecer y desarrollarse de una manera plena y armoniosa. Ya demasiado difícil es el mundo que les espera en el futuro como para sumarle el hecho de haberse criado en un clima hostil.
3. Aprenden que la violencia es algo natural
Si les gritamos o maltratamos, o inclusive, si nos ven gritarnos entre nosotros, crecerán con la creencia de que eso es lo normal y repetirán patrones. Tan sencillo como eso.
4. Gritarles les produce daños permanentes
No solo los lastimas emocionalmente, sino que los dejas marcados de manera permanente. Los especialistas dicen que cuando le gritas a un niño, es tal su nivel de tristeza, que muchas veces llegan a sentir que no los quieres, aunque después les demuestres lo contrario.
Por eso, lo mejor es hablarles. Decirles: “Mamá está nerviosa ahora, no está enojada contigo”. Es fundamental tratar de explicarles bien las cosas siempre, por más que en nuestro interior sintamos que vamos a estallar. Si ves que te resulta difícil lidiar con tu enojo, intenta respirar hondo, tomar un té relajante o salir a caminar. Habla con tu pareja para reflexionar en torno a esta temática y decidan de una manera firme y segura terminar de una vez con los gritos. Esto es importante, deja de gritar.