¿Qué podrían tener en común nuestros hijos con algunos delincuentes?

¿Cuál es el origen del incremento alarmante en los índices de delincuencia juvenil y adulta? Los psicólogos y criminólogos comparten esta información.

Emma E. Sánchez

Basta con leer las noticias para enterarse del aumento de delincuentes juveniles y los cada vez más atroces delitos que cometen. Esta nueva generación de infractores es sorprendentemente joven y son muchos los especialistas e instituciones que se están dedicando a su estudio e investigación, a fin de comprender y evitar que el fenómeno siga en aumento.

Si bien la delincuencia es un problema multifactorial, éstos son algunos de los puntos en común que estos jóvenes infractores presentan frecuentemente:

Bajo o nulo nivel educativo

de todo tipo. Son muchachos que dejaron la escuela por diversas razones: en casa no se les exigió ni motivó a esforzarse por aprender; no practicaron ningún deporte ni tuvieron a su alcance ningún estímulo de su inteligencia ni destrezas físicas. Revisa en tu casa que tus hijos estudien, que obtengan logros académicos cada vez mayores.uen deportes o tengan actividades físicas saludables y recreativas.

Violencia familiar

Son jovencitos que han sufrido violencia física, sexual, psicológica o emocional en muchos niveles. Casi siempre desde la infancia, les dejaban de hablar o los castigaban privándolos de alimento, amor, atención y cuidado. Esos daños generaron resentimientos y conductas doblemente violentas que los llevaron a lastimar a otras. Evita cualquier tipo de agresión a tus hijos y constantemente observa que tus hijos participen en juegos sanamente y no en actividades violentas. Lastimar, maltratar o abusar de animales es una señal de alerta que no debes dejar pasar.

Pobreza, hacinamiento y vicios

Tus hijos deben aprender el valor del trabajo, comprender el cómo se obtiene el dinero, el esfuerzo que representa el ganarlo y administrarlo. No hay peor pobreza que la pobreza mental. Por muy pequeño que sea tu hogar, hay cosas que debes evitar y cuidar, por ejemplo, los niños no deben andar desnudos ni tampoco los adultos. Los adolescentes deben dormir en camas separadas de adultos. Los padres deben tener la privacidad que una pareja requiere, para evitar conductas de índole sexual inapropiadas entre hombres y mujeres. Nunca dejes a tus hijos con desconocidos. Aquí cabe mencionar que el dar dinero “a manos llenas” a los hijos es aún más dañino que vivir en la pobreza.

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Familias desintegradas

Esto aplica lo mismo a matrimonios que viven juntos y tienen una pésima relación, que a padres o madres solteros o divorciados que no pueden ponerse de acuerdo en la crianza y educación de los hijos: todas esas se consideran familias desintegradas. Sin importar la forma en la que está constituida tu familia, debes esforzarte por mantenerla integrada, con buenas relaciones entre sus miembros y procurar que las necesidades de cada uno de los integrantes sean satisfechas.

Falta de reglas normas y principios morales

Muchos de los muchachos que están en prisión coinciden sorprendentemente en que no se les dijo o no se les enseñó que robar es malo o que hacer mal las cosas tiene sus efectos. Fueron niños a quienes no se les hizo enfrentar las consecuencias de sus actos, que no se les inculcó una creencia y mucho menos la fe, la bondad o la honestidad por mencionar algunas. Desafortunadamente no hubo adultos que les exigieran cumplir con horarios, a comer de manera correcta o que tuvieron padres demasiado permisibles que les toleraron y aplaudieron conductas incorrectas, vulgares o inapropiadas porque les resultaba “gracioso” o que no fueran “tan importantes”. Tengas el ritmo de vida que tengas, las reglas, normas y conductas morales son fundamentales.

Conductas antisociales que se observaron en la niñez

El aislamiento, las lesiones autoinfligidas, lastimar a otros, la rebeldía, las conductas violentas, la falta de discernimiento entre el bien y el mal, el robo, la búsqueda constante de trasgredir reglas, el uso de sustancias psicoactivas, el destruir propiedad ajena personal y privada o simplemente todo aquello que va en contra del bien común, no aparecen de la noche a la mañana, se van gestando muchas veces ante nuestros ojos y negarnos a verlas y reconocerlas no desaparece el problema, lo agrava.

Quitarnos los “ojos de amor” y ver de manera clara cómo estamos educando y cuál es el ambiente que impera en nuestra casa, nos ayudará a evitar que nuestros hijos generen conductas que al paso del tiempo les convierta en infractores de la ley. Tú eres quien forma delincuentes o individuos que fortalezcan nuestra sociedad, no lo olvides.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.