Qué quitar y qué añadir para mantener vivo el espíritu de la Navidad
Sin señales en el camino es fácil perderse. Este artículo sirve para ayudarnos a encontrar elementos en la decoración navideña que nos ayuden a recordar y recuperar el simbolismo y sentido verdadero de la Navidad.
Oscar Pech
Hecho: cada año es más difícil sentir el espíritu de la Navidad. Para muchos se trata de una festividad que se ha convertido en algo simplemente odioso. Pregunté a mis amigos qué era lo que no les gustaba de la Navidad, y las numerosas respuestas se pueden resumir en un solo concepto: como pasa con casi todas las festividades religiosas, el mercado vio la oportunidad de sacarle provecho y comercializa todo lo que puede; es decir, en pocas palabras, se ha vuelto un mero compromiso social.
Si no se toma conciencia de ese hecho, esa temporada, para los hijos, se vuelve una simple expectativa de recibir regalos. Y si criamos hijos así, en el futuro los mejores recuerdos que tendrán de la Navidad no serán de reuniones familiares, de calidez y felicidad, sino de regalos recibidos. Ahora, ¿cómo evitar esto?, ¿cómo hacer para que la Navidad adquiera un sentido más profundo para nosotros y nuestra familia? Creo que, en buena medida, parte de la solución está en lo que nos rodea: en la manera en que decoramos nuestra casa para Navidad. Me explico:
Si se visita una serie de escaparates navideños con ideas para decorar la casa, es posible encontrar adornos de nieve (en lugares donde nunca ha nevado, por cierto), Santa Claus en cantidades industriales, pingüinos (¿qué tienen qué ver los pingüinos en Navidad? Es un completo misterio); pero es rarísimo ver allí algo que en verdad nos ayude a evocar el verdadero sentido de la Navidad.
Creo que aquí vale la pena recordar que el significado de la palabra Navidad es “natividad”, es decir, la idea es celebrar el nacimiento de Cristo. Y si podemos hacer de ese acontecimiento el eje de la temporada, entonces será más fácil encontrar el luminoso, cálido y dulce sentido navideño.
Así que volvamos a la decoración navideña. Veamos, primero, qué cosas son las que carecen de referencias bíblicas pero ya son adoptadas como esenciales a la Navidad:
Santa Claus, El árbol de Navidad, Osos, Pingüinos, Muñecos de nieve y Renos (sobre todo si tienen la nariz roja). Y claro, no digo que redecores tu casa y retires todos esos elementos, pero la idea es que de alguna manera cierres tus ojos a esas cosas, y ayudes a tus hijos a que los abran al significado del resto de la decoración navideña. A continuación enlisto algunos elementos, junto con sus referencias a las escrituras, que puedes compartir con tus hijos al tiempo que les explicas:
Bastones de dulce
Son un símbolo de los pastores que recibieron la noticia de que el Señor había nacido (Lucas 2: 8-11).
La poinsettia, o flor de Nochebuena
Esta flor es originaria de México. Su nombre náhuatl es cuetlaxochitl que, al parecer, significa “flor de los pétalos resistentes”, y para los aztecas simbolizaba la sangre de los sacrificios que los indígenas ofrendaban al dios del sol, Tonatiuh, para que siguiera brillando. Los españoles la bautizaron como Nochebuena, porque florece en diciembre. Desde entonces se usan como símbolo de las fiestas navideñas en todo el mundo. Y podemos pensar que representa la sangre expiatoria del Cordero de Dios, que fue sacrificado por nosotros. Piensa en esto: sin la expiación la Navidad no sirve de nada (1 Pedro 1:18-19).
Ángeles
, quienes alabaron a coro: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:13-15).
Luces de Navidad
Esta es una temporada de luces, de muchas luces, que nos recuerdan que Jesús es la luz del mundo, nuestro ejemplo, la guía que nos lleva de regreso al Padre (Juan 8:12).
Nacimiento
Poner un nacimiento ayuda a centrar nuestra atención en Él, en Jesús, el celebrado en esta festividad, que nos dio un ejemplo de perfecta humildad, al nacer bajo esas condiciones (Lucas 2:15-18).
La corona de hojas de pino
El círculo representa la eternidad: lo mismo las hojas de pino, que permanecen verdes durante el invierno, mientras los árboles de hojas caducas parecen muertos: constituyen un símbolo de la vida eterna, de que Cristo es la resurrección y la vida (Juan 11:25).
Piñatas
Ahora presentan muchas formas, pero las originales vienen en forma de estrella, y se rellenan de fruta y dulces. Son un símbolo de la estrella de Belén, que guiaba a los magos de oriente hacia Cristo; que generosamente daba esas buenas nuevas (Mateo 2:1-2).
La estrella en la parte alta del árbol
La cual representa a la que condujo a los reyes de oriente hacia el niño Jesús (Mateo 2: 7-10).
Mi invitación para ti es que abras tus ojos a lo hermoso, a lo sublime de estas fechas, y que enseñes a tus hijos a verlo también. Si cada elemento de esta lista te ayuda a traer a la memoria el nacimiento de Cristo, estoy seguro de que la Navidad adquirirá de nuevo un sentido profundo en tu vida.
El último párrafo, tan profundo, del libro Las ciudades invisibles, de Italo Calvino, puede aplicarse no solo al desagradable mercantilismo y al sentido verdadero de la Navidad, sino a tantas cosas en la vida cotidiana. En el libro, Marco Polo se despide del gran Khan con estas palabras: “El infierno de los vivos no es algo que será, hay uno, que es el que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio”.