¿Quieres conocer el secreto de una vida feliz?

¿Alguna vez te has preguntado cuál es el secreto de la felicidad? ¿Por qué algunas personas pueden sentirse desdichadas, teniendo todo para ser felices? Aquí te comparto el secreto de la verdadera felicidad.

Marta Martínez Aguirre

Por la ventana puedo mirar lo bello que está mi jardín, el cielo azul, la suave brisa y un apacible aire perfumado llega para recordarme que Dios me ama. Sólo un Dios bello y amable puede dar estos regalos cotidianos. Me pregunto por qué es tan difícil para algunas personas ser felices, si basta con mirar alrededor y dejarse extasiar por la belleza dondequiera se mire. Tal vez pienses que soy víctima de un virus de optimismo tonto, pero déjame decirte que aún en medio de los escombros, la hermosura late. En mi terreno hay un hermoso jardín pero otra parte del mismo, tiene aún los escombros que el último temporal dejó al derribar parte de mi propiedad. Para algunos vecinos hay un gran hueco que les genera tristeza y desesperanza, para mí, hay un gran desafío, dado que proyecto un jardín, con árboles frutales y ornamentales con un rincón para orar y meditar.

Como logoterapeuta, ayudo a que las personas logren establecer un vínculo entre la salud mental y los valores que viven a diario. Uno de los valores que más se desdibuja hoy y lleva a diversas enfermedades, es la falta de gratitud.

La gratitud es un bien escaso: si encendemos el televisor tal vez nos tropecemos con noticias demoledoras y el sufrimiento en alta definición son motivos suficientes para sentirnos desesperanzados. Un lema de la logoterapia es: “Di sí a la vida, a pesar de todo”. La gratitud nos impulsa a vivir un optimismo esperanzador, al desafiarnos a existir con la valentía de afrontar aquello que no deseamos, y asumirlo con entereza.

La práctica cotidiana de la gratitud debería ser el eje de nuestra vida espiritual. Sin embargo, nos unimos al mensaje de esta sociedad mercantilista donde todo se compra y se vende. Pasamos a considerar que la gratitud es un valor en desuso y nos resistimos a compartir o servir, porque el mensaje social dice que “nada es gratis en la vida”.

Muchas veces llevamos este modo de pensar a nuestro vínculo con Dios, “Padre: si tú me das esto, yo te doy tal cosa”, entonces se desvanece de nuestra vida espiritual la acción de gracias y el sentimiento de que Él es principio y fuente de todo bien. Déjame compartirte la estrecha vinculación entre la gratitud y la felicidad:

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  • Abre la puerta de la transformación personal. Cuando nos encontramos frente a las puertas del dolor, la tristeza, la muerte, o el miedo, a veces la única llave que podemos girar es la de la gratitud, porque esa llave abre la puerta de la transformación. El doctor Thomas Monson, ha dicho: “Nuestro Padre Celestial, que nos da tanto en qué deleitarnos, también sabe que aprendemos, crecemos y nos volvemos más fuertes al enfrentar y sobrellevar las pruebas por las que tenemos que pasar…, no obstante, esas dificultades nos permiten cambiar para mejorar, reconstruir nuestra vida a la manera en que nuestro Padre Celestial nos enseña y llegar a ser diferentes de lo que éramos; mejor de lo que éramos, más comprensivos, más compasivos, con testimonios más fuertes de los que antes teníamos”.
  • Somos conscientes de los dones recibidos. La persona agradecida sabe que su vida es dádiva de Dios. Cada cosa, vínculo o logro que recibimos es una bendición y, por pequeña que sea, alcanza un valor antes ignorado. La lluvia fresca en un paisaje desierto, puede significar una cosecha que se salva; una hora de viaje en un transporte colectivo, puede servirte para leer e instruirte; las personas que encuentras a tu alrededor, serán regalo y gracia, pues a través de ellas se te ofrece la presencia de Dios; incluso una gripe puede ser una oportunidad para tomar un descanso forzado y estar en familia.
  • Obtenemos sanidad emocional y aumenta nuestra autoestima. La gratitud abre las puertas de la sanidad emocional, porque no sólo miras lo que te rodea como don de Dios sino que te miras a ti mismo con otros ojos, y te reconoces especial y único, valorado, amado y en especial que eres salvado y redimido por un Dios que se entregó por amor a ti. Tus emociones dañadas, pasan a sanarse; un hijo no deseado, al experimentar gratitud, puede comenzar a sanar sus heridas, valorando la vida propia y deseando vivir para ser una persona capaz de entregarse y dar lo mejor de sí; el dolor por un divorcio puede transmutar, al empezar a experimentar gratitud por los hijos que se tuvieron como parte del amor mutuo.
  • Aumenta la conexión con los demás y refuerza las actitudes positivas. Cuando eres capaz de darle las gracias a tus hijos porque hicieron las tareas sin quejarse; o tu esposo dejó una dulce notita bajo tu almohada, no sólo te sientes bien tú, sino que también estimula a los beneficiarios de tu gratitud. Los vínculos se vuelven más estrechos y profundos, pues hay un proceso de retroalimentación donde todos experimentan gozo y se produce un incremento de las conductas positivas que siembra el deseo de ser mejores personas.
  • Amortigua el estrés. Esto es algo que como psicóloga lo veo a diario, cuando invito a las personas a comenzar un diario de de gratitud, la mayoría de los síntomas emocionales tienden a desaparecer y hay cambios físicos en el organismo. Se produce el descenso de los niveles de cortisol en la sangre, que es la hormona del estrés, lo que promueve cambios en el organismo, como el fortalecimiento del sistema inmunológico, mejor flujo sanguíneo, y una respiración profunda que oxigena los tejidos.

Anímate a llevar un diario de gratitud o elabora listas diarias, siente colmadamente ese sentimiento y deja que rebose en todo tu ser, haz de la gratitud una oración cotidiana y verás como la felicidad comienza a ser una realidad y no un deseo a largo plazo. Es necesario recuperar el deseo de ser creyentes agradecidos, si queremos acceder al secreto de una vida feliz. Comparto contigo este video para incentivarte a vivir en espíritu de gratitud.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: